EL PODER DE LA CONCIENCIA
Desde hace unos meses su hobby consiste en sentarse en la vereda y sentir la vida. Aprecia el sol, escucha los pajaritos y le causa gracia ver a la gente correr con prisa hacia ningún lado, él también antes participaba de esa carrera. Solo se sienta allí sin tomar tereré como cualquiera, se lo tienen prohibido, así como beber cualquier tipo de alcohol o comer naranjas, mandarinas, bananas y una lista interminable de frutas que antes pensaba que eran saludables. Hoy no. No espera un milagro, solo siente la vida, que es mucho, ya que la mayoría vive toda la vida sin sentirla.
Hoy tres veces por semana se levanta a las 4:30 y se prepara para que lo lleven a que lo dialicen, es que sus riñones ya no funcionan y depende de los demás para seguir con vida, desde que lo trasladen a la sala de hemodiálisis, donde le clavan dos agujas y durante 4 horas permanece “atado al lavarropas” que le regala 48 horas más de vida “normal”, hasta acostarse para recuperarse de cada sesión.
Ni siquiera puede ir más de vacaciones porque el lavarropas no le permite. Siempre debe regresar para que ese vampiro mecánico le chupe la sangre.
Está absorto en sus pensamientos cuando el vendedor le sorprende ofreciéndole un billete de bingo. “Diez mil nomás. Imaginate todo lo que podés hacer con esa plata. Comprarte un yate, autos, viajar, comer asado, champán…”, le tentó.
De respuesta recibió una triste sonrisa y un: “Quitate los anteojos del dinero”, de consejo. El vendedor no entendió y se alejó porque se dio cuenta de que allí no iba a vender su cartón de ilusión.
¿Un yate? ¿Cómo ese que le regaló el narco al funcionario colega de Giuzzio? ¿De qué le sirvió? De viajar, ni hablar porque su celoso “vampiro” no se lo permite y menos champán, solo puede tomar medio litro de agua por día. Nada más. O se le pueden llenar de agua los pulmones.
Lee las noticias y se entera de que Argentina, una vez más, capturó una nave paraguaya que surca el río para que le paguen un peaje que inventó, porque los curepas están desesperados y pretenden sacar dinero de cualquier lugar, aunque sea mediante la piratería; la otra noticia (que no sorprende), es que en el Parlamento están escandalizados con el supuesto billón de guaraníes “manoteado” en el IPS. Como de “un festín” califican el hecho, pero Vicente Bataglia sigue libre sin que a nadie le haya explicado sobre su acelerado aumento patrimonial que alcanza los G. 8.746 millones, según declaración jurada de este año.
Sonríe para sí mismo ¿Qué haría el vendedor de bingo si tuviera toda esa plata?, se pregunta, y lo imagina borracho de champán haciendo vito como en Guarambaré.
La visión del vendedor de sueños no llega más lejos. Sus anteojos de dinero no se lo permiten. Él no sabe que apenas esta semana 110 pacientes de Concepción dejaron de ser hemodializados porque el personal de blanco tercerizado del IPS no cobra su sueldo hace meses. Bataglia sí lo sabe, pero no le interesa.
Ellos no “ven” que los tratamientos no se pueden detener porque la gente muere, para ellos, así como para muchos, la plata es más importante, se preocupan de ese billón y no el calvario al que son sometidos los pacientes.
Pero claro, ni los parlamentarios ni el vendedor de bingo ni Bataglia pueden entender porque no son ellos los que cada día de por medio deben ser los crucificados por un vampiro mecánico que les sopla una cuota más de vida.
El modus operandi es la magia: hacer desaparecer la plata, dejar el cargo y también desaparecer. Que lo diga el “Desastre mayor”, quien dice que su patrimonio solo aumentó poco más de medio millón de dólares en cinco años. Él dejó el cargo y se refugió en el Parlamento. Pero cada vez que se habla de cárcel se pone nervioso.
Él debería quitarse los anteojos de dinero y ver cómo es en realidad la vida. Los barrotes también le ayudarían a entender.
El modus operandi es la magia: hacer desaparecer la plata, dejar el cargo y también desaparecer. Que lo diga el “Desastre mayor”, quien dice que su patrimonio solo aumentó poco más de medio millón de dólares en cinco años.