El remake de este legendario musical despierta la curiosidad del público por el nombre que resuena tras bambalinas, Steven Spielberg.
Por: Micaela Cattáneo
Amor sin barreras es la nueva versión del clásico West Side Story, musical que en 1961 llevaba a la pantalla grande la obra de teatro de 1957 que modernizaba la historia de Romeo y Julieta en Broadway.
El remake despierta la curiosidad del público por el nombre que resuena tras bambalinas, Steven Spielberg, quien asume la dirección de este relato sobre un amor joven que intenta sobrevivir en medio de la rivalidad de dos pandillas callejeras: los puertorriqueños Sharks y los americanos Jets.
Con la Nueva York de los años 50 como telón de fondo, María -la hermana menor del líder de los Sharks- y Tony - el mejor amigo del cabecilla de los Jets - se enamoran teniendo todo en su contra: pertenecen a mundos distintos y están rodeados de personas que se odian entre sí.
En ese escenario violento y de constante enfrentamiento entre las pandillas, su historia de amor pretende salir al rescate del último ápice de humanidad que podría quedar en el corazón de ambas bandas enemigas, pero termina provocando lo contrario y la tragedia se apodera de la última hora del relato.
Gran parte de la narrativa se mueve a través de la danza y este elemento es quizás el único que hace que los momentos álgidos de la historia, como las peleas entre las pandillas, las huidas de la policía y el amor a escondidas de los protagonistas, se vuelvan épicos.
Aunque la película en su extensa duración no intenta dar argumentos sobre el bien y el mal, indirectamente lo hace al ubicar al amor como una idea vinculada a la vida, y al odio, el rencor o la rivalidad, como la antítesis de eso.
A excepción de la participación de Rita Moreno en un nuevo personaje, Amor sin barreras se desarrolla sin ánimos de excederse en emociones y más bien hace su aparición en esta época para ver si uno de los cineastas más importantes de Hollywood la revive a pesar del tiempo, o la termina matando por completo.