Los dos principales pilares del manejo de la lumbalgia son la educación del paciente en su patología y el ejercicio terapéutico que debe ser adaptado a sus capacidades funcionales.
La lumbalgia, llamada coloquialmente “lumbago”, es el dolor de la zona baja de la espalda (columna lumbar) situada entre las últimas costillas y la zona glútea.
El licenciado Ernesto Lucas, jefe del departamento asistencial de la carrera de Kinesiología del Hospital de Clínicas de la FCM-UNA, explicó que el mito de que el paciente debe hacer 10 sesiones de fisioterapia presencial en un servicio, durante dos semanas, ya no se da.
“El tratamiento se basa en que el paciente haga los ejercicios todos los días en su domicilio, por ser una afección crónica, para lo cual cuentan con profesionales capacitados para educarlos y la tecnología para hacer el seguimiento”, destacó.
Para las atenciones, se cita al paciente de manera presencial para ser evaluado. Ahí el profesional establece el plan de trabajo, que se basa en el cumplimiento domiciliario. Posteriormente, el seguimiento se realiza una vez a la semana a través de teleconsultas. El paciente solamente acude físicamente al servicio una vez al mes para hacer “cambios de fase” y volver a ser evaluado.
Lucas explicó que el manejo en general de la lumbalgia tiene como base actualmente la educación de su patología. El manejo de la terapia principalmente es dinámico, actualmente ya se abandonaron las terapias estáticas en camilla y lo que se hace es evaluar, conocer las limitaciones del paciente y en base a eso hacer un plan de trabajo principalmente en el ejercicio terapéutico.
“Primero se le debe educar al paciente en su patología. Hay que enseñarle cuál es la diferencia entre dolor y molestia. Lo que se asemeja es que ambas sensaciones son desagradables, pero el dolor no permite seguir o modifica la función. Sin embargo, la molestia por más desagradable que sea permite continuar” detalló.
Una vez que el paciente comprenda la diferencia, ante el dolor debe modificar la intensidad del ejercicio o suspender. Los ejercicios deben ser adaptados a las capacidades funcionales del paciente, pueden ser realizados de manera vertical u horizontal.
“Pueden ser iniciados en la cama, donde se enseñan los ejercicios respiratorios y los rolados, es decir cómo va a girar el paciente en la cama; técnicas de ganancia de rango articular y paulatinamente se le va llevando al paciente de la cama a la silla para sentarse”, acotó el profesional.
El paciente ya podrá avanzar haciendo ejercicios sentado en la silla y luego parado. Así eventualmente pasará de ejercicios estáticos a ejercicios dinámicos. Además, podrá realizar la reeducación de la marcha y una vez que termine el ciclo de ejercicios y de educación, se hace un ‘protocolo anti-caídas’, para evitar el mayor motivo de morbimortalidad del adulto mayor.