La Comedia Francesa, en el corazón de París, a dos pasos del Museo del Louvre, es la compañía teatral más antigua del mundo. Se la denomina la “Casa de Molière” porque fue creada en homenaje al genial dramaturgo, que nunca llegó a conocerla.
Cuatrocientos años después del nacimiento de Molière (1622-1673), su efigie se halla en numerosos rincones del venerable edificio, situado al lado del Palacio Real.
El busto de Molière está omnipresente, pero la reliquia más venerada es el viejo sillón de cuero y madera, protegido en una vitrina, en el que el autor agonizó durante una representación de “El Enfermo Imaginario”, ante de sucumbir en su casa.
“En cierta manera es el único objeto que nos queda de su teatro” explica Agathe Sanjuan, conservadora y archivista de la Comedia Francesa.
El sillón fue utilizado por los actores hasta 1879. Desgastado, “tiene tal presencia que parece que Molière aún está sentado”, añade.
Todos los años una obra de Molière
La Comedia Francesa nació en 1680, siete años después de la muerte del dramaturgo, cuando el rey Luis XIV, su gran protector, decide que la compañía huérfana se fusione con otra.
La compañía deambula por cuatro salas parisinas antes de asentarse definitivamente en la sala Richelieu, junto al Palacio Real, donde actúa sin interrupción desde 1799. A dos pasos del domicilio de Molière, donde falleció.
Su muerte está registrada en el documento más valioso que posee la Comedia Francesa, conocido como el registro de La Grange, el brazo derecho de Molière, que documentó las actividades de la “troupe”.
Además del sillón y ese registro, la Comedia guarda en su biblioteca museo un gorro y un valioso reloj con el nombre del inmortal escritor. Los archivos demuestran que “no ha habido ni un solo año en el que no se haya representado a Molière”, puntualiza Sanjuan.
La “casa” funciona según el principio sacrosanto de la alternancia, con un espectáculo diferente cada noche, lo que implica movilizar a todos los servicios de la compañía de la mañana a la noche, con turnos. “Somos el primer teatro de Francia (excepto las óperas) en volumen de actividad: 400 asalariados, 70 actividades artesanales, 60 actores”, añade su administrador general, Eric Ruf.
Los decorados, por su talla, son construidos en talleres situados en Sarcelles, en las afueras de París. Los vestuarios, la tapicería, se hallan en la Sala Richelieu, en un laberinto de varios pisos. En sus almacenes tienen registrados más de 50.000 objetos de vestuario.
“Hacemos entre 50 y 70 trajes por creación” teatral, afirma Sylvie Lombart, directora de vestuario. “Algunos actores declaman mientras prueban los ropajes”, revela el costurero jefe, Lionel Hermouet.
Mohamed Arbia, adjunto del responsable director de atrezo, asegura que las demandas de los directores han cambiado drásticamente en los últimos cinco años. “Thomas Ostermeier quería una ‘playa’ para la Noche de los Reyes de Shakespeare, así que vertíamos dos toneladas de arena cada noche: Ivo van Hove quería algo que pareciera barro en el montaje de Electra/Orestes”.
Pensionistas y socios
La Comedia Francesa debe su longevidad a que es una cooperativa de actores. “Es una autogestión que no ha cambiado desde Molière”, afirma Ruf. Los nuevos actores son admitidos como “pensionistas” durante un año, renovable.
Solo transcurrido un cierto tiempo pueden pasar a ser “socios”, tras decisión de un comité de siete miembros que tienen ese estatuto (y que también decide los aumentos salariales).
La última en convertirse en “socia” numeraria es Dominique Blanc, este mes de enero. Es la número 538.
“El administrador contrata, los actores despiden” dice un refrán interno de la compañía. En efecto, son los socios los que pueden decidir la salida de una persona, como el sonado despido de Catherine Hiegel en 2009.
“Puede parecer violento, pero es una manera de protegerse”, explica Eric Ruf. Muchos actores tienen grandes carreras en la Comedia Francesa, pero la longevidad de esta casa se debe a esa política de renovación. “Sino su historia se habría acabado en 1700″, asegura.
Fuente: del texto de Rana Moussaqui (AFP).