Estudiar fuera del país es un sueño de muchos, pero es difícil debido a las complicaciones económicas y de adaptación cultural, sin embargo, nadie dijo que sea fácil hacer los sueños realidad. Por eso, te presentamos una guía para evitar esos malos momentos económicos estando lejos de casa.
Por: Luis Ríos
La experiencia de viajar comienza la primera vez que salís de casa con una mochila para estar fuera durante un buen tiempo. Y para muchos, esta oportunidad puede ser una realidad gracias a las diferentes becas que están disponibles en el país.
Aún así, a lo largo del camino pueden aparecer ciertas complicaciones que hagan que esa ida al extranjero no sea tan agradable. Es por eso que Clara Páez, becaria del Programa Nacional de Becas Carlos Antonio López (BECAL), nos ayuda a desarrollar una guía práctica para poder equilibrar todos esos gastos de los cuales se hace cargo un becario.
Considerá la ubicación de la universidad
“¿A quién no le emociona la idea de estudiar en la Sorbonne de París?”, se pregunta Clara. Por supuesto que sería una gran experiencia, sin embargo, estamos hablando de una de las capitales más caras del mundo. ¿Estás dispuesto a pasar con lo mínimo durante todos tus estudios?
Existen becas cuyo valor se ajusta acorde al destino del estudiante y si ese es tu caso, ¡enhorabuena! Podés omitir este consejo y seguir adelante. Lamentablemente, eso no suele ser lo más común.
“Cuando estudié la maestría en Foz de Iguazú, pagaba 250 reales al mes por una habitación privada, con baño y cocina compartidos en una ‘república’ (es así como llaman a los alquileres compartidos entre varios estudiantes en la ciudad brasileña).
Atentos que, 250 reales era lo que costaba en el 2017, este monto debe estar desactualizado. El punto es que si hubiese estudiado en São Paulo, mi alojamiento hubiera costado el triple”, advierte Clara.
Y como siempre hay excepciones a la regla,también podrías conseguir un buen precio de alquiler en las grandes ciudades. Solamente tendrías que hacer una intensa búsqueda. No obstante, en las grandes ciudades se necesita un poco más de anticipación.
Mirá todas las opciones disponibles antes de firmar un contrato de alquiler
La vivienda se va a llevar la mayor parte de tu presupuesto, tenelo en cuenta antes de firmar cualquier contrato. Clara resalta que antes de buscarla, averigües si tu universidad cuenta con residencia para estudiantes, sobre todo para los primeros meses.
Las ventajas de estar allí es claramente el bajo costo y los servicios disponibles, ya que algunos tienen cuartos individuales con baños, cocina compartida, lavandería a bajo costo, calefacción o buena climatización, etc.
Las desventajas: las habitaciones suelen ser pequeñas, están dentro del campus y alejadas del centro de la ciudad, por lo que podrías quedar ‘atrapado’ dentro del entorno académico. Tampoco se pueden alojar otras personas (ni siquiera familiares) y los tiempos de espera para usar la cocina y la lavandería se estipula acorde a la cantidad de estudiantes que las utilizan.
“Otra opción factible es alquilar una casa con otros estudiantes. Ya sea con quienes también están llegando o con estudiantes que tengan una vacante en su alquiler”, recomienda.
La búsqueda de alquiler a distancia siempre es complicada, porque no podés ver el inmueble y no tenés la oportunidad de conocer a tus futuros roomies antes. “Por eso evitá al máximo comprometerte por demasiados meses. Si te exigen firmar contrato para ingresar, tratá que sea por tres o seis meses máximo, para que si las cosas no salen como planeabas puedas mudarte pronto”, avisa Clara.
Si alguien te puede recibir unos días, o podés costear un hostal al comienzo, podría valer la pena para que puedas visitar los alquileres en persona.
El mejor medio de transporte para los estudiantes es la bicicleta
Si estás en una ciudad grande esto podría resultar difícil, aunque no imposible. Todo depende de la distancia entre tu casa, el campus y el centro de la ciudad. La bicicleta además de ser ecológica, te va obligar a ejercitarte y te evitará que gastes demasiado comprando boletos de transporte público.
“Siempre es bueno buscar bicicletas de segunda mano que estén en venta en la ciudad de destino para conocer su valor. También antes de llegar, deberías hacer un cálculo total de lo que vas a gastar en bus al mes. Si notas la diferencia es momento de actuar”, explica Clara. Ir a todas partes caminando también es una opción, pero no es tan efectiva porque claramente vas a tardar más.
Investigá el precio de los productos básicos antes de viajar
Hacé una lista de aquellos alimentos que se consumen a diario. Por ejemplo: pan, leche, carne (o su equivalente vegano), fideos, arroz, etc. Como también de productos de higiene personal: pasta dental, cepillo de dientes, papel higiénico, detergente, desinfectante, etc. “Si tenés un contacto en tu destino preguntale por el precio de cada producto y el nombre de los principales mercados o supermercados donde adquirirlos. Si no tenés a quién preguntarle, buscá en Internet y comprará los precios”, recomienda.
Esto servirá para que el primer día que vayas de compras no tengas la mente en blanco. Teniendo un estimado de precios vas a poder evaluar si un producto es caro o no y qué lugar es el más económico para ir de compras. Hay supermercados que tienen ofertas o cupones de fidelidad. Esta puede ser una buena opción, pero cuidado, normalmente son productos que están por vencer. Si los compras, no olvides consumirlos enseguida.
“Más allá del gusto de cada uno, es importante comprar alimentos nutritivos y que te llenen. Aunque la comida chatarra parezca barata, a la larga no lo es. Porque al no ser un verdadero alimento, la sensación de saciedad te va a durar poco y vas a tener que consumir grandes cantidades al día. Por lo tanto, es perjudicial para la salud y para el bolsillo”, sostiene.
Averiguá si tu universidad tiene comedor para estudiantes. Estos suelen tener precios económicos y aunque la comida no será un manjar de los dioses, te puede salvar el día.
Comprá solo lo necesario
Cuando recién llegás, no te apresures a comprar todo lo que vas a necesitar desde el primer día. “A mí me pasó que al llegar me compré cubiertos y días después una amiga que hice me ofreció los que no utilizaba en su casa. Lo mismo pasa con los abrigos, las frazadas, los insumos de cocina en general, etc.”, anima Clara.
En las residencias universitarias suelen tener un espacio de donativos e incluso los gobiernos y organizaciones locales suelen donar ciertas cosas a los nuevos residentes. Pensá que todo va a ser recíproco, porque cuando regreses a tu país de origen probablemente donarán tus cosas a alguien más.
Más allá de las donaciones, existen también los sitios de productos de segunda mano o las tiendas de saldo, en el caso de productos nuevos. Estas también son una excelente opción para no gastar de más y atenerte a tu presupuesto.
“Finalmente, creo que el truco está en ser organizados, investigar y comprar de manera consciente. Si tenés beca, esto va a evitar que tengas que trabajar a la par. Si no tenés financiamiento, podrías reducir las horas de trabajo para que puedas estudiar más. En ambos casos, si sos bueno ahorrando, podrías obtener un pequeño margen para salir con tus amigos de vez en cuando”, alienta Clara, quien ya recorrió varios países del mundo perfeccionándose detrás de sus sueños.
Ahora que tenés estos consejos a disposición, animate, sacá tu espíritu aventurero y andá detrás de tus sueños.