Almendras, nueces, avellanas, pistachos, etc., todos estos frutos secos son alimentos que aportan mucha energía y son ricos en grasas saludables y proteínas.
Ideales para revitalizar el organismo, se recomienda consumirlos de forma moderada, ya que por cada 100 gramos, aportan entre 100 a 180 calorías.
Los frutos secos son una fuente importante de minerales, aportan magnesio, fósforo, potasio, calcio, hierro, zinc y selenio. Además, realizan un gran aporte vitamínico, teniendo a las vitaminas B1, B3 y E como pioneras.
Asimismo, son buenos para la salud del corazón gracias a su contenido en grasas saludables, como el omega 6 y el omega 3, esencial para el funcionamiento del organismo.
Su proteína vegetal lo convierte en el alimento ideal para el consumo post-entrenamiento. De la misma forma, su fibra ayuda a controlar el apetito y regular el tránsito intestinal.
Los frutos secos, además de reducir los problemas cardiovasculares y el colesterol, ayudan a perder peso, fortalecen los huesos y músculos, aportan nutrientes para la piel y el cabello, favorecen al sistema nervioso y la memoria, y son una importante fuente de energía para el cuerpo.
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Consumir café y frutos secos se asocia con una mejor salud hepática
- Madrid. Europa Press.
Un grupo de investigadores de once instituciones de Sevilla y Valladolid (Estudio EHmet+DIA) han descubierto que el consumo de café o de frutos secos, así como realizar ejercicio físico o evitar el alcohol, se asocian con una mejora de la salud hepática, pudiendo incluso revertir enfermedades como la fibrosis, la esteatohepatitis y la esteatosis hepática.
El estudio, presentado en el marco del 50 Congreso Nacional de la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH), ha analizado el impacto de una intervención basada en alimentación y ejercicio físico sobre la salud de 96 pacientes con la enfermedad hepática, conocida como hígado graso, confirmando la “positiva incidencia” de la dieta mediterránea y los estilos de vida saludables en la evolución de estos pacientes en todos los estadios de la enfermedad.
Los científicos han analizado concretamente el consumo de café, de frutos secos y de alcohol, así como el impacto de la actividad física en patologías como la esteatosis, la esteatohepatitis, la fibrosis, la fibrosis significativa, la fibrosis avanzada y la cirrosis, concluyendo que la intervención con dieta mediterránea y ejercicio físico estructurado promueve la resolución de la esteatohepatitis, regresión de la fibrosis y mejoría de la esteatosis, siendo la respuesta “significativamente mayor” en personas con fibrosis avanzada.
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Así, se ha logrado la regresión de al menos un estadio de fibrosis en el 36,7 por ciento de los pacientes con fibrosis, la resolución de la esteatohepatitis en el 43,8 por ciento y una mejoría de la esteatosis en el 36,4 por ciento; en el análisis univariado, el consumo de frutos secos fue “significativamente superior” en pacientes con resolución de la esteatohepatitis, mientras que la mejoría de la esteatosis se ha asociado al aumento de la actividad física y al menor consumo de vino, y la regresión de la fibrosis se relaciona con un mayor consumo de café.
En el análisis multivariado, se ha concluido que la regresión de la fibrosis se asocia al incremento en el consumo de café; que la resolución de la esteatohepatitis relaciona de forma independiente con la edad y el consumo de frutos secos, y que la mejoría de la esteatosis tiene que ver con el incremento de la actividad física. Es por ello por lo que han recomendado “aumentar el consumo de café y frutos secos y evitar el consumo de alcohol al tiempo que aumentar la actividad física para mejorar la fibrosis, la esteatohepatitis y la esteatosis hepática”.
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Hígado graso
Durante la jornada también se ha presentado una investigación del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander), ha demostrado que existe una parte de la población con peso normal que tiene cierto de desarrollar hígado graso, a pesar de que se suele asociar con la obesidad.
A pesar de que la prevalencia del hígado graso en este tipo de población es “muy baja” en comparación con los pacientes con sobrepeso u obesidad, sí tienen un “significativo” mayor riesgo de sufrir fibrosis avanzada, por lo que los investigadores consideran necesario crear estrategias de detección y manejo específicas para este grupo de pacientes.
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“La obesidad es un problema que afecta a 7 de cada 10 paraguayos”
Un factor que incide en la obesidad en algunos casos es la genética, si uno de los padres presenta obesidad hay un riesgo del 40 % a 50 % de que el escolar o adolescente también presente sobrepeso u obesidad, si ambos presentan obesidad ya estamos hablando de un 60 % a 80 %, clar ame n t e esto tiene que ver con la genética, pero mucho más con los hábitos que adquirimos en la casa, explica la licenciada en Nutrición Lorena Benítez. Agrega que la mala alimentación, la vida sedentaria y el estrés son factores que contribuyen a aumentar el número de personas afectadas.
En nuestro país, las estadísticas señalan que la obesidad afecta a siete de cada diez paraguayos. “Es fundamental concientizar sobre el impacto de la obesidad en la salud, no solo se trata de un problema de peso, sino también es el antecedente más importante de otros problemas de salud como la diabetes, la hipertensión arterial, problemas con el colesterol y enfermedades cardiovasculares que hoy por hoy representan una enorme carga para los servicios de salud y la mayor causa de mortalidad en nuestro país y en el mundo”, afirma.
NO SOLO EN LO FÍSICO
La profesional subraya que la obesidad no solo impacta en la salud física, sino también en la mental, las personas con obesidad tienen mayor riesgo de padecer depresión, ansiedad y estrés, además de trastornos del sueño. “La prevención es clave para combatir esta enfermedad, las principales recomendaciones incluyen mantener una alimentación saludable y equilibrada, con frutas, verduras, carnes magras y reducción de azúcares y grasas saturadas; realizar actividad física regularmente (al menos 150 minutos semanales de ejercicio moderado); controlar la calidad del sueño, entre otras”, explica.
Sin embargo, una vez que la obesidad se ha instalado, el enfoque multidisciplinario es la estrategia más efectiva para su tratamiento. Este incluye el apoyo de especialistas en nutrición, psicología, medicina y actividad física, combinando estrategias médicas y conductuales.
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Estudio revela cómo afecta a la salud lo que comieron tus abuelos
Ludwing Feuerbach ya dijo en 1850 que “eres lo que comes”, pero lo que el filósofo alemán no sabía es que también eres lo que han comido (y lo que no) tus abuelos.
Un estudio de la Universidad de Tulane, Nueva Orleans (EEUU), publicado en la revista ‘Heliyon’, demuestra que lo que falta en la dieta de una persona también puede afectar la salud de sus descendientes a lo largo de varias generaciones, de este modo, la hambruna en una generación puede provocar consecuencias genéticas perjudiciales en la siguiente, pero persisten las dudas sobre cuántas generaciones podrían verse afectadas cuando un antepasado sufre una crisis nutricional.
Los investigadores descubrieron que cuando se alimentaron ratones emparejados con una dieta baja en proteínas, sus crías durante las siguientes cuatro generaciones tuvieron menor peso al nacer y riñones más pequeños, lo que constituye un factor de riesgo importante para la enfermedad renal crónica y la hipertensión.
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Más tarde, los expertos intentaron corregir la dieta de los descendientes, pero no tuvo ningún efecto y las generaciones posteriores siguieron naciendo con un recuento bajo de nefronas, las unidades de filtración vitales que ayudan a los riñones a eliminar los desechos del torrente sanguíneo. Aunque aún queda mucho por hacer para determinar si los hallazgos se pueden aplicar a los seres humanos, los resultados subrayan la posibilidad de que la escasez de alimentos o la malnutrición provoquen décadas de consecuencias adversas para la salud.
Corregir dieta
“Es como una avalancha”, señala el autor principal y profesor adjunto de nefrología pediátrica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Tulane, Giovane Tortelote. “Uno pensaría que se puede corregir la dieta en la primera generación para que el problema termine allí, pero incluso si tienen una buena dieta, las siguientes generaciones (nietos, bisnietos, tataranietos) pueden nacer con un peso menor y un recuento bajo de nefronas a pesar de que nunca han pasado por inanición o una dieta baja en proteínas”, añade.
Si bien la nutrición materna es crucial para el desarrollo de un bebé, el estudio encontró que la descendencia de la primera generación se veía afectada negativamente independientemente de si la madre o el padre comían una dieta deficiente en proteínas.
Los investigadores estudiaron cuatro generaciones de crías cuyos recuentos de nefronas comenzaron a mostrar signos de normalización en la tercera y cuarta generación. Tortelote asegura que se necesitan más investigaciones para determinar qué generación vuelve a tener un desarrollo renal adecuado y por qué se transmite el rasgo en primer lugar.
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“La dieta de la madre es absolutamente importante, pero parece que también hay algo epigenético del padre que regula el desarrollo adecuado de los riñones”, explica el experto. Por último, el estudio también arroja luz sobre una mayor comprensión de las causas subyacentes de la enfermedad renal crónica, la octava causa principal de muerte en los Estados Unidos.
“Si naces con menos nefronas, eres más propenso a sufrir hipertensión, pero cuanto más hipertensión tengas, más daño sufrirás en el riñón, por lo que es un ciclo horrible y una crisis de salud pública que podría afectar a personas de 50 a 60 años si aplicamos esto a la esperanza de vida de los humanos”, añade el nefrólogo.
Fuente: Europa Press
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Una dieta equilibrada ayuda a reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer
Mantener una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, cereales integrales y pescado, así como una baja ingesta de sal, resulta beneficioso para la salud cerebral, ayudando a reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer. Así lo indica el jefe del Servicio de Neurología del centro médico-quirúrgico Olympia Quirónsalud, el doctor Rafael Arroyo.
También asegura que la actividad física constante, como caminar, nadar o hacer yoga, no solo fortalece el cuerpo sino también el cerebro. Del igual modo, realizar actividades que ejerciten el cerebro, como leer, resolver crucigramas o aprender un nuevo idioma, puede ayudar a mantener la función cognitiva.
Asimismo, el especialista recomienda evitar el aislamiento social ya que la interacción social regular es clave para mantener el cerebro activo y saludable. Además, es esencial mantener controlada la presión arterial, el colesterol y el azúcar en sangre ayuda a reducir el riesgo de desarrollar Alzheimer.
Además, se debe dormir lo suficiente pues el descanso adecuado es fundamental, ya que durante el sueño el cerebro elimina toxinas que pueden contribuir a la enfermedad. El doctor señala que estos hábitos no solo contribuyen a la prevención de dicha patología, sino que también mejoran la calidad de vida en general.
Por otro lado, el especialista ha desmontado algunos de los principales mitos que circulan sobre esta enfermedad ya que, asegura, que estos pueden desembocar en un diagnostico tardío y a que las personas afectadas no reciban el tratamiento adecuado en las primeras etapas de la enfermedad.
Entre los mitos más extendidos, menciona la creencia de que el Alzheimer es simplemente una consecuencia natural del envejecimiento. “El envejecimiento es un factor de riesgo importante, pero no significa que todos los ancianos desarrollarán esta enfermedad. Es una enfermedad específica, y su aparición depende de varios factores genéticos y ambientales”, subraya.
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Otro mito frecuente es que las personas que tienen familiares con esta patología están condenadas a desarrollarlo. El doctor aclara que, si bien los antecedentes familiares son un factor de riesgo, no necesariamente determinan el desarrollo de la enfermedad. “La genética juega un papel, pero factores como el estilo de vida y las condiciones de salud también son determinantes”, manifiesta.
Por último, el neurólogo destaca que “actualmente, se están desarrollando tratamientos que apuntan no solo a aliviar los síntomas, sino también a frenar el avance de la enfermedad” y que estos “abren puertas hacia tratamientos más eficaces”.
Fuente: Europa Press