En el Día Internacional de la Cerveza, fecha que nace en 2007 tras un encuentro entre cuatro amigos en un bar de California, recordamos porqué esta bebida sí es saludable cuando es consumida de forma moderada y dentro de una alimentación equilibrada.
La cerveza, una de las bebidas fermentadas más antiguas de la humanidad, no solo es rica y refrescante, además de una excusa para compartir momentos gratos con amigos, sino también beneficiosa para la salud.
Esta bebida a base de agua y cereales es un alimento nutritivo, ya que contiene carbohidratos, vitaminas del grupo B y minerales. Además, tiene calcio, potasio, magnesio, vitamina B9 y fósforo, que ayudan a prevenir enfermedades renales y la diabetes.
Asimismo, al ser rica en antioxidantes y vitamina B6 evita las enfermedades cardiovasculares y disminuye el riesgo de sufrir un ataque al corazón. El silicio presente en la cerveza ayuda a estar protegido frente a enfermedades como el Alzheimer y otras enfermedades cognitivas, y en las mujeres, a retrasar la aparición de los síntomas de la menopausia.
Esta bebida, muchas veces asociada con malos hábitos, mejora el sistema inmunológico y evita el envejecimiento de las células si se la consume de forma limitada y consciente. Sumado a todo estos efectos positivos, se suma el más importante: aquel que permite mejorar las relaciones sociales, ya que siempre es la excusa perfecta para encontrarse con amigos.