La mandarina es una fruta de invierno. Rica en vitamina C, se destaca por su sabor dulce, su pulpa suave y su escaso grado de acidez, características que la ubican como una de las preferidas de esta temporada.
En nuestro país, es común consumirla como colación o postre. De hecho, muchas personas crean un momento especial con la mandarina, sobre todo en días de mucho frío, disfrutándola bajo el calor de los pocos rayos de Sol que llegan.
Con un 90% de agua, este cítrico se destaca también por poseer vitaminas A, B1 y B2, así como minerales, potasio y ácido fólico. Es rica en fibras, tiene un bajo nivel de azúcar y es una fruta con contenido reducido en grasa y calorías (53 calorías cada 100 g), lo que la hace apta para un plan de descenso de peso.
Además, es una fruta diurética, y junto con las vitaminas y sales minerales colabora para el tratamiento de las anemias. No menos importante, reduce la producción de cortisol – hormona del estrés -, la cual puede influir en el almacenamiento de grasa corporal.
La mandarina es la estrella de esta temporada. Su consumo frecuente es fundamental para reforzar el sistema inmunológico, reduciendo así el riesgo de padecer enfermedades infecciosas. Es anticancerígena, ayuda a bajar el colesterol malo del organismo, mejora el sistema renal y combate los problemas relacionados con el sistema digestivo.
Asimismo, al consumirla junto con otro alimento rico en hierro, como la espinaca, el cuerpo absorbe mejor este hierro. Por todas estas razones y más, la mandarina no puede faltar en tu dieta diaria.