¿Por qué los habitantes de Asunción están migrando a otras ciudades de Central?
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Hablamos con Fernando Duarte, director ejecutivo de ASU+B, una iniciativa que apoyará proyectos de ciudadanos y empresas que contribuyan a la transformación de la capital, para entender porqué en los últimos años Asunción sufrió fuga de habitantes y qué consecuencias trae esto a la ciudad.
Fernando, ¿por qué la gente se está yendo de la capital?
La fuga de los habitantes de la capital se da principalmente por la falta de calidad de vida urbana y de obras públicas de retribución a los ciudadanos. Hablamos de mejoras en los servicios públicos básicos, que en su mayoría están obsoletos en la capital.
Otros grandes problemas que se suman son la recolección de basura y la seguridad, factores que hacen que ciertos puntos se vayan vaciando, tal es el caso del Centro Histórico de Asunción y de sus barrios aledaños como Rodríguez de Francia, San Antonio y Sajonia.
Se hace difícil encontrar nuevos núcleos debido a los altos precios asequibles para vivir en la capital por ende, los asuncenos deciden migrar principalmente a los municipios del departamento Central.
¿Son más jóvenes los que están migrando?
Es necesario hacer un estudio a profundidad para saber con exactitud, pero por los factores mencionados más arriba es posible afirmar que son desde jóvenes, hasta adultos y adultos mayores. Hoy, las familias asuncenas, no tienen muchos incentivos y retribuciones para seguir pagando sus impuestos y tributos inmobiliarios, y esto ocurre por una falta de espacios públicos que también están en estado de abandono y se han vuelto lugares inseguros.
¿Qué consecuencias trae esta fuga en la ciudad y en el estilo de vida de las personas?
La consecuencia de este despoblamiento es que nos volvemos una ciudad menos sostenible. Esto se da porque la capital recibe menos impuestos, por lo tanto, tiene menos posibilidades de invertir. A este fenómeno se lo conoce como densidad habitacional.
Para ser más claros: mientras menos familias vivan en una manzana (cuadra), el municipio recibe menos impuestos, por ende tiene menos posibilidades de mejorar sus servicios urbanos como la recolección de basura, el control y mantenimiento de los espacios públicos, la seguridad, etc.
Todo esto hace que se debilite de alguna manera la sostenibilidad urbana. En este punto, tenemos el problema de la movilidad. Debido al pésimo servicio de transporte público, las personas optan por tener movilidad propia, ya que al vivir muy lejos de sus trabajos, necesitan tener la seguridad de que van a llegar en tiempo y forma a sus puestos laborales o lugares de estudio.
Esto también contribuye a que el sistema de transporte “pierda clientes” y lo hace menos sostenible. Las personas trabajan en Asunción, pero se ven obligadas a vivir en las afueras, hecho que hace que en su día a día pierdan mínimamente dos horas en el tráfico (una hora de ida y otra hora de vuelta), por ende su calidad de vida se devalúa.
Claro que se requiere de una reforma estructural del modelo de transporte público, pero si las personas vivieran cerca de sus lugares de trabajo, esto haría que eventualmente se necesiten menos autos, menos motos y se muevan con distancias menores. Con este punto a favor, las personas dependerían menos de la movilidad propia y, de alguna forma, esto contribuiría a una ciudad más sostenible.
¿Qué cosas se están haciendo mal?
Podemos citar tres puntos. Primero, los altos impuestos que se están pagando en el área central, factor que contribuye al abandono de estos lugares. Segundo, no hay políticas de sostenimiento de estos lugares, que de alguna manera son los que cuentan con mejores servicios: desagüe cloacal, asfalto, red eléctrica y alumbrado público. Y tercero, la falta de acompañamiento de la inversión privada.
Por lo general, el municipio en su carácter de planificador y ordenador del espacio debería proyectar las áreas que van a crecer y conducir a que el sector privado quiera invertir en estas zonas. Sin embargo, en nuestro país no pasa esto.
Por ejemplo: el sector privado, desde hace ya varios años, está muy interesado en el eje de Santísima Trinidad, pero esto no se acompaña desde el sector público. Otra zona que llama mucho la atención es el histórico Barrio Jara, que actualmente está pasando por una transformación en la densidad poblacional, ya que el sector privado está invirtiendo bastante en edificios departamentales, pero uno no ve que la municipalidad esté acompañando esta inversión.
En un mundo ideal, el municipio debería ser el que guíe este crecimiento e inversión privada, orientando al sector inmobiliario hacia donde está creciendo la ciudad.
¿Cómo se puede revertir esto?
Debe haber una planificación, pero por sobre todo acciones concretas: la articulación de la inversión privada del sector inmobiliario e inclusive del corporativo; la mejora de los servicios; la presencia de las instituciones en el caos de las nuevas ofertas habitacionales, entre muchas otras.
Hoy, también existe una fuerte demanda de políticas de habitación inclusiva. En ese sentido, los bañados sufren la desatención del municipio. La inclusión de estas áreas a la ciudad formal debería ser prioridad para el gobierno municipal.
Asimismo, se pueden crear opciones de viviendas bien ubicadas (en barrios céntricos) y accesibles a través de créditos hipotecarios, promoviendo mayor compacidad o densidad habitacional, haciéndole partícipe al sector privado en el desarrollo.
¿De qué manera ASU+B quiere aportar a la solución?
Desde ASU+B queremos acompañar la planificación y articulación entre el sector privado, público y la sociedad civil, definiendo y acordando cuáles deberían ser las áreas de crecimientos o las prioridades que deberíamos atender como ciudad. Y, especialmente, empezar a colaborar entre todos para que se noten las mejoras en estas áreas.
Foto: Gentileza.
Sobre Fernando Duarte. Es arquitecto con experiencia en procesos de innovación social y urbana. Participa en redes e iniciativas vinculadas a la ciudad y participación ciudadana. Actualmente, trabaja en el Estudio OCA y co-lidera la iniciativa Asunción+B. Entre el 2011 y 2019 trabajó en TECHO, liderando la organización en Paraguay y el área de Vivienda y Hábitat para Latinoamerica y el Caribe.
Este domingo, Toni Roberto hace un viaje a través de la memoria que hilvana arquitectura y poesía, una unión siempre fecunda que moldea la materia a través de las palabras y el pensamiento.
Eran las 8 de la noche. El enorme complejo de la Facultad de Arquitectura rodeado de una exuberante vegetación sanlorenzana movía mis recuerdos como si fueran una película en la que se me presentaba la vieja fachada de aquella casona malograda de la avenida España donde por décadas, desde finales de 1961, se encontraba la hoy Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte.
UNA VIEJA NAVE IMPOSIBLE
Como si fuera un viaje a muchos lugares del túnel del tiempo en una de esas naves imposibles que se pensaba en los años 50, en el aula magna que estaba repleta de pasajeros se presentaba el libro de Ida de los Ríos Morselli; enfrente conduciendo, se encontraban en el centro la profesora emérita De los Ríos, flanqueada por Roberto Noguer, el decano Puchero Insfrán, Aníbal Cardozo Ocampo y Luis Silvio Ríos; del otro lado los pasajeros, Luis Fernando Meyer, Annie Granada, Julio Cacace, Lolia Lavand, Rodolfo Oviedo, Ángel Molina, el profesor Galeano, entre muchos otros, sumados a los alumnos de la facultad que, como decía la autora que se jubiló hace once años, “hoy estos alumnos ya no me conocen ni yo a ellos”.
DESDE CLORINDO TESTA A JOSÉ LUIS APPLEYARD
Hilvanando pensamientos, Ida de los Ríos ¿nos presenta un libro de arquitectura? No, es un depósito hilvanado donde intervienen hasta los más complicados recovecos del cerebro humano oteados a principios del siglo anterior por el Dr. Freud, la consciencia y la inconsciencia del paso previo a la elaboración de un proyecto. Así, podemos encontrar pensamientos desde el argentino Clorindo Testa, cortas y potentes frases de Bachelard, de Le Corbusier, llegando al paraguayo José Luis Appleyard.
ARQUITECTURA Y POESÍA
La arquitectura y la poesía están absolutamente tejidas por las manos de Ida. Me recuerda al viejo local de la antigua fábrica Martel, donde aquellas costureras iban pasando las máquinas haciendo correrlas en un eterno ida y vuelta o al taller de Zulema Noceda, modista y olimpista, con su vieja Singer que vio durante décadas cómo se unían kilómetros de telas. Así, es este libro de Ida de los Ríos la unión entre la razón y la emoción, entre la arquitectura y la poesía.
De la misma manera, Roberto Noguer, siguiendo las instrucciones de Ida, logró concatenar la idea, realizando unos decididos collages a partir de los textos y acuarelas de la autora. Noguer va interpretando y realizando una gráfica de un tiempo sin tiempo que acompaña esta publicación número quince de la serie de Cuadernos de Arquitectura de la FADA denominada “El proyecto de arquitectura”.
El delicado equilibrio entre la emoción y la razón, bajo el cuidado de Emma Gill Nessi, siendo decano José “Puchero” Insfrán.
En un pasaje del libro, De los Ríos Morselli nos presenta un fragmento de Appleyard que dice:
“¿Qué es una casa? Una argamasa inútil. Un doliente/conjunto de ladrillos apagado”. Y yo le respondo con un texto de Moisés Feimmann del mismo libro:
“La casa es el centro del universo, el patio es el centro de la casa y en él cabe a su vez todo el universo. Cada casa tiene sus propias leyes, su propio gobierno, sus territorios, sus cielos, sus fronteras…”.
Así yo voy hilvanando mis propias asociaciones a partir de las de Ida, que nos invita a ver más allá de la razón, más allá de la emoción, a ver nuestra propia casa interior, a entender los vericuetos del pensamiento que llevan a hacer nuestra propia arquitectura.
Realizarán primer congreso internacional BIM de Paraguay
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Para el jueves 21 y viernes 22 de marzo está previsto el primer Congreso Internacional BIM en la ciudad de Asunción, evento que fue declarado de interés tecnológico e institucional por el Ministerio Tecnología y Comunicación (Mitic) donde se reunirán profesionales nacionales e internacionales con ganas de aprender más sobre la construcción.
El encuentro será en el Hotel Sheraton de Asunción, donde se tendrá como exponentes a profesionales internacionales de gran renombre como el ingeniero Javier Calvo Liste, de España; ingeniero Ricardo Cansian desde Brasil y desde Argentina el ingeniero Fabián Calcagno, arquitecto Héctor Miller y arquitecto Andrea Fuks.<
Los profesionales compartirán sobre la innovación en la construcción, tecnología inteligente y las últimas tendencias a nivel mundial. Así también, tratarán sobre el BIM + sustentabilidad, normativa ISO, BIM Latam, integración BIM y GIS; el negocio de los datos y la información, y el universo del BIM.
“Las plazas son limitadas y si bien tenemos aún lugares disponibles. Hoy todavía se puede inscribir, también el fin de semana y el lunes. Está dirigido para profesionales de la construcción, estudiantes, docentes, sector privado y público”, dijo en Emilio Bogado, director del BIM en Paraguay, en entrevista con La Nación/Nación Media.
Detalló que hablarán sobre la previsibilidad de tiempo de espera en las obras de construcción, BIM territorio y Gobierno; casos de éxitos y experiencia. “Esperemos que sea el primero congreso de muchos en el Paraguay y que se repita cada año”, puntualizó. Los interesados en inscribirse pueden contactar al (0971) 286-260. El curso tiene un costo de G. 250.000 para el curso y G. 350.000 para el congreso; si participarán en ambos G. 500.000.
- El 21 y 22 de marzo se prevé el primer Congreso Internacional BIM en la ciudad de Asunción, a realizarse en el Hotel Sheraton de Asunción.
- Estarán como disertantes exponentes internacionales que compartirán sobre la innovación en la construcción, tecnología inteligente y las últimas tendencias a nivel mundial.
En plena pandemia, en pleno silencio escribía “El silencio de los árboles” o “El silencio de los vecinos”. Hoy me quedo en silencio ante tanta verdad escrita por César Augusto Morra, un análisis que contribuirá a interpretar muchos “silencios de la arquitectura asuncena”, recordando a Chloethiel Woodard Smith, una de las más grandes arquitectas norteamericanas que dejó su impronta en el paisaje urbano de Asunción. A partir de ahora, empieza mi silencio.
Contribución inédita para esta página del arquitecto César Augusto Morra, sobre la antigua Embajada americana inaugurada a finales de la década del 50.
US EMBASSY - ARQUITECTURA DEL SILENCIO
Parte de las páginas más ilustres de nuestra arquitectura empiezan a formar un fragmento cada vez más grande rodeado de un silencio cada vez más silencioso, si se me permite este aforismo. Juego de palabras. Escuchar el silencio puede ser muy perjudicial para oídos sensibles, pero más aún si la ocasión se hace propicia para escuchar también la voz de la conciencia. Suele presentarse así a veces una porción de ciudad, una zona determinada de un sector o barrio, que de repente pasa a convertirse en parte de la historia al momento en que desaparece de la vida cotidiana, común de todos los días, a la que nos acostumbramos en nuestro paso por este mundo.
A los que somos muy mayores, a veces nos duele cuando una obra de arquitectura reconocida por distinguida, que formó parte del escenario de nuestra vida, sobre todo joven, en aquella época del esplendor, de pronto como queriendo apresurar el descorrer el telón que decora la escenografía del paso del tiempo, se esfuma, evapora.
El apuro o prisa por presentar lo nuevo, por abrir camino rápidamente a una nueva modernidad obliga a hacer lugar, nuevo espacio para instalar lo más reciente, la novedosa novedad. Qué es lo moderno, nada nuevo, sino simplemente lo que llega para empujar al presente hacia atrás, hacia el olvido.
Antigua residencia Mendes Goncalves. Hoy sede de la Embajada americana, Asunción, c. 1900
Por tanta persistencia, hoy casi es común de tanto en tanto escuchar no solo a los arquitectos, sino también las quejas de los miembros de un vecindario, todos amigos o por lo menos conocidos, respecto a cierta modificación en el entorno motivada por el derribo de alguna obra pequeña e inolvidable, un edificio histórico, la alteración del perfil del barrio por la aparición súbita de cuerpos desconocidos o el imprevisto desplegar de máquinas destruyendo plazas y parques olvidados o simples espacios verdes perdidos, como si el ser humano y su ciudad no necesitaran aire fresco para la vida.
Los que conocimos y vivimos la Asunción del siglo pasado, que no está tan lejos, de seguro tenemos en la memoria los paseos por las flamantes avenidas enmarcadas por hermosos árboles, naturalmente verdes y además llenos de vivos colores en la primavera, lapachos, yvyra pytã, chivatos, jacarandá. Ni qué decir de la mezcla de aromas y colores en algún cruce de avenidas y encuentro de aceras.
En uno de estos sitios preferenciales, a mediados de los pasados años 50 el gobierno de los Estados Unidos de América, sintiéndose privilegiado no siendo para menos, consideró un terreno de grandes dimensiones como lugar apropiado para la construcción de la nueva sede de su Embajada en el Paraguay.
Embajada americana. Diseño: Walter Gropius. Atenas, c. 1956
A poco de terminada la II Guerra Mundial, victoriosos los aliados, los norteamericanos iniciaron una época de bienestar en varios ámbitos de la vida. Tratando de aparecer ante la sociedad como el país líder del mundo occidental demostrando su poder, uno de los programas que acometieron con decidida ambición fue construir una gran serie de sedes diplomáticas en numerosos países exhibiendo la imagen de la representación mediante la arquitectura.
Al efecto su gobierno convocó a renombrados arquitectos a quienes fue encomendando la delicada tarea de instalar los íconos representativos para mostrar al mundo la figura de esta nueva sociedad.
El proyecto en Asunción fue otorgado a la única mujer entre un sinnúmero de profesionales agraciados con los encargos, Chloethiel Woodard Smith.
Al finlandés Eero Saarinen, ya ciudadano americano, famoso por la terminal aérea de Trans World Airlines-TWA en el actual aeropuerto JFK-Kennedy de Nueva York o los conjuntos de la General Motors en Michigan le adjudicaron el proyecto de Londres.
Embajada americana. Diseño: Ed Stone. Nueva Delhi
Walter Gropius, el alemán que fundó y dirigió la más importante Escuela de Arquitectura y Diseño que marcó todo el siglo XX, la Bauhaus instalada en Weimar, viviendo luego en los Estados Unidos dirigiendo entonces la Escuela de Arquitectura de Harvard, fue llamado para la sede de Atenas. Prestigioso además por sus logros arquitectónicos como el proyecto de la misma escuela en Alemania o el emblemático edificio con 56 pisos Pan Am de Pan American en Nueva York, hoy en manos de nuevos propietarios.
El americano Edward Durrell Stone se encargó de Bagdad, el catalán José Luis Sert trabajó para Nueva Delhi y el maestro austríaco-americano Richard Neutra con profusa obra en California proyectó la de Karachi (entonces Pakistán), en pocos años convertida en Consulado, en un bello edificio racionalista.
Ciertos casos de algunas sedes latinoamericanas como las de México o La Habana, además escenario de notorios acontecimientos políticos, se sumaron a la lista, hoy casi inolvidable, cuando al poco tiempo estos proyectos comenzaron a llenar las principales publicaciones de arquitectura, convirtiéndose en piezas de colección pasando a la historia, como verdaderas leyendas.
A inicios del siglo XXI, el Gobierno norteamericano interpretó que el medio siglo transcurrido desde los años 50 era razón demás para creer que el ciclo de aquellas míticas obras, se había cumplido, empezando entonces a diseñar el plan que las renovaría o reemplazaría actualizándolas acorde a las exigencias de nuevos tiempos.
La nueva sede para Paraguay, programada en principio para terminarse en 2017 sufrió un pequeño atraso tanto como otras varias en este tiempo de postergaciones conocidas. Hace poco más de un mes el flamante edificio se compromete con el futuro y se ubica en la parte más alta del terreno, casi diríamos al fondo si pensamos todavía en su principal acceso sobre la avenida Mariscal López.
Otras nuevas alrededor del mundo, marcan este ciclo del nuevo siglo recogiendo el pensamiento original, como la gran contribución norteamericana a la afirmación de la arquitectura como la marca más representativa de la ciudad.
Al inicio apenas de su instalación se convierten en nuevos hitos. La flamante de Londres, recientemente inaugurada, cuyo proyecto fue otorgado a la firma Kieran Timberlake, luego de una rigurosa preselección previa de distinguido jurado, llevó a cuatro finalistas a la última instancia. La misma es una sugestiva torre de cristal y cubos de plástico en forma de malla con células que convierten la luz solar en energía y actúan a modo de parasoles, protegida por un foso a manera de los antiguos castillos, recreando tiempos de inseguridad, hoy comunes.
Pero aquella sede anterior en suelo británico hoy pasa a manos de una corporación hotelera importante que buscando mantener una imagen representativa encomienda una intervención al arquitecto David Chipperfield, destacada figura actual, con la misión de reconvertirla en pieza de atención, manteniendo su estructura e imborrable imagen ya histórica en Grosvenor Square.
Feliz decisión la tomada antes con respecto a Paraguay. Premonitoria también al encargar a Woodard el proyecto de nuestra sede. En la época, la relativamente joven profesional aún apuntaba a una carrera de privilegio, tal como se cumplió más tarde. En circunstancias de que su esposo fuera asignado a trabajos en Bolivia, vivieron por años en el altiplano. La arquitecta aprovechó el tiempo en sus tareas de investigación y especialización para estudiar a fondo las exigencias climáticas y ambientales de la arquitectura tropical sudamericana, base de sus estudios de perfeccionamiento. Por sus méritos, fue agraciada con una beca Guggenheim, fundación que respaldó sus tareas.
Su proyecto en Asunción, austero y provisto de una dignidad acorde al medio en que se insertó no pudo ser mejor. La preciosa obra, además instalada en un parque característico de la zona se transformó en poesía.
Un simple diseño rectangular encerrado en un volumen de dos pisos es una lección de equilibrio y dominio de las proporciones de los cuerpos en el espacio. Consideradas con sumo cuidado las principales funciones administrativas estaban interpretadas con soltura y flexibilidad. Técnicamente la estructura era limpia y racional, y como muestra esta condición técnica fue realzada tanto como valorizada visiblemente en el diseño.
En realidad, llena de virtudes de excelencia destacando el mérito de su arquitectura, su relación con el ambiente se transformó gracias a los conocimientos suyos en la piedra angular de su filosofía de trabajo.
Integrada profundamente al sitio recoge con sabiduría los valores ancestrales de la arquitectura paraguaya incorporando la sencillez y claridad en el diseño, regula su relación con el entorno mediante espacios privilegiados con la sombra, domina los vientos y maneja la penetración solar resguardando el interior. Un proyecto norteamericano que consideró fundamental e inspirador el respeto a nuestra cultura, modo de vida y el lugar como puntos fundamentales de su ideación. Un sorpresivo regalo.
Nueva Embajada americana. Londres
Los materiales escogidos con abundante uso de ladrillos rojos a la vista y los cerramientos externos conformando los limpios tejidos de convocó o ladrillos artísticos artesanales envolviendo las galerías perimetrales típicas de la arquitectura paraguaya caracterizaron el diseño pulcro y cuidado de sus cuatro fachadas. Idea expuesta destacada como fina imagen del edificio. Conocedora como pocos de la arquitectura tropical esta autora en su proyecto domesticó los vientos predominantes, norte y sur, coronando la cubierta con una lámina ondulante a modo de doble techo asegurando el confort natural del edificio canalizando y filtrando tales corrientes disminuyendo notoriamente la temperatura ambiente interior. Nada de artilugios técnicos artificiales, solo intuición y diseño.
Con una actividad sin pausas en la segunda mitad del siglo pasado, Chloethiel Woodard fundó y dirigió unas cuatro compañías y estudios de arquitectura y urbanismo, además de planeamiento territorial, que trabajaron preferentemente en la costa este de Estados Unidos construyendo un sinnúmero de conjuntos habitacionales, de oficinas y edificios en las ciudades principales incluyendo Nueva York y Washington.
Convertida en una prestigiosa y reconocida influyente arquitecta norteamericana, le encomendaron el proyecto del Parque del Capitolio y el proyecto y dirección del Plan de Renovación Urbana de Washington con atención especialmente a la delicada zona suroeste. Entre otros proyectos destacados con su firma se cuenta además la terminal Ronald Reagan del Metro en el aeropuerto de Washington.
Aquel viejo proyecto en Asunción entre 1955 y 57, vital, totalmente contemporáneo fue casi una advertencia de todo lo que lograría en años sucesivos. Respetada y apreciada por sus colegas, en 1989 recibió el Premio Centenario del IAA-Instituto Americano de Arquitectos por su servicio continuo al colegio, la comunidad y su profesión.
Recientemente, la obra instalada en territorio norteamericano en Asunción desapareció del paisaje urbano, demolida a pesar de su significación. Aunque puedan existir razones, difícilmente nada llegaría a justificar su derribo.
Su perfil y figura por su incuestionable valor la incorporó a la estructura urbana con quilates propios destacando su presencia. Hoy forma parte de la arquitectura del silencio que dibuja los momentos pasados irremediablemente que oscilan entre la pérdida de la memoria como si la historia no haya existido y la neblina del futuro que, a sabiendas de su inestimable hechizo, las arrastra hacia el olvido.
Nos queda la esperanza de que habiendo estado en manos tan responsables, efectivas y severas que han trazado con disciplina, orden y jerarquía el plan anticipado que fue concretado en la lejana época, para los muy jóvenes, de la década de 1950, la nueva generación norteamericana que trabaja los proyectos del siglo XXI, las rememore como un faro tratando de emular, o intentando al menos, de alcanzar la alta calidad de las obras maestras significativas de aquel tiempo.
Este domingo nos sumergimos un rato en “la poesía y la arquitectura” a partir de la charla de Toni con Violeta Pérez, Patricia Ygarza Cuquejo y Bea Bosio, que termina con una reflexión de Bea a partir de unas palabras de José Saramago.
Era una charla cualquiera con Karina Albera Delfino hablando de arquitectura contemporánea. En un momento dado me habla de la casa de su suegra, un proyecto de su cuñado Solano Benítez. Yo empiezo a analizar la composición y Albera me cuenta una historia: “Un día llaman a preguntar desde una empresa telefónica cómo llegar a la casa y la secretaria le da la dirección. Del otro lado le piden una referencia y esta le dice: “Casa sin terminar”. Al final del mes llega la cuenta y al lado de la dirección rezaba: “Casa sin terminar”.
“Casa Costas”. Interpretación de Pedro Florentín Demestri. Asunción, 2021.
Ese detalle contado por Karina me inspiró poesía y fue el motor principal para escribir este domingo de la misma manera que cuando me contó Chilí Yegros que en los años 50 empezaban las grandes construcciones modernas y hacían casas con enormes ventanales y le llamaban las dueñas desesperadas diciéndole: “Chilí, la casa está concluida. Por favor venga, tenemos que vestirle a las ventanas, parece una casa sin terminar”.
VIOLETA, BEA Y PATRICIA
Para hacer un viaje a “la arquitectura de la poesía” le convoco a dos investigadoras, Violeta Pérez, Patricia Ygarza, y a Bea Bosio, escritora, poetisa y abogada. La tarde comienza y en medio de un café yo digo: “No quiero hablar de una poesía convencional de la casa, ni de los muros, quiero hablar de aquello que se está construyendo eternamente como dice la factura de la casa de la mamá de Solano, ‘la poesía de la casa no terminada’”. Empieza Violeta diciendo una frase memorable: “La diferencia de una construcción con una arquitectura es la emoción, te tiene que emocionar para que sea arquitectura”.
“Casa Abu”. Solano Benítez. Asunción, 2005. (La casa sin terminar).
CASERÓN DE VIEJOS TIEMPOS
Pero un poema de antaño de Alejandro Guanes leído por Bea Bosio me lleva a recordar lo otro, lo tradicional, aquellos rincones de la casa de las abuelas, en mi caso una vieja parralera, un antiguo piso de ladrillos casi enmohecidos, una gran planta de aguacate y una improvisada escalera de madera que servía para el intercambio de comidas entre las dos vecinas desde tiempos inmemoriales, ahí a pasos del viejo centro de Asunción.
Así Bea con su dulce voz lee fragmentos de esta poesía que me lleva a un tiempo sin tiempo:
“Caserón de añejos tiempos, el de sólidos sillares, / con enormes hamaqueros en paredes y pilares, / el de arcaicas alacenas esculpidas, qué de amores, / qué de amores vio este hogar! / el que sabe de dolores y venturas de otros días, / estructura singular. / viejo techo ennegrecido, ¡qué de amores y alegrías/ y tristezas vio pasar!”.
Edith Jiménez. “Casa”. Asunción, 1960.
El acto, una reverencia a esas viejas casas asuncenas de fines del siglo antepasado y principios del XX, recuerdos de zaguanes, koty guasu, culatas jovái, de antiguas cocinas a fogón del centro de Asunción. Acota Violeta: “Con olores a jazmines y azahares, los olores también arquitecturas”.
Más adelante vendrían algunas referencias del art decó internacional aclimatadas a nuestro trópico, los chalets y la aparición de los primeros arquitectos paraguayos como Alfaro, Romero Pereira y Mateo Talia, a los que los seguirán los recibidos en Montevideo en los años 40, Canese, Homero Duarte, Natalio Bareiro o José L. Escobar, que trajeron la arquitectura moderna aclimatando poéticamente a nuestra realidad con grandes ventanales, pero con grandes viseras que dejaban a medio entrar el potente sol de nuestros tórridos veranos.
“La siesta”. Casa calle Independencia Nacional. Interpretación de Félix Toranzos. Asunción, c.1990.
CULATA JOVÁI
Por el camino Patricia habla de las legendarias casas culata jovái y Bea pregunta más sobre el tema. “Es un aporte de las regiones ancestrales guaraníes que tenían su óga guasu, que posiblemente al mezclarse con las galerías ibéricas dieron el acento propio a esta organización arquitectónica que se observa al sur de América, muy especialmente en el Paraguay y en el norte argentino”, responde Ygarza Cuquejo.
La tarde pasó volando y Bea Bosio termina con una brillante frase de Saramago: “Hay un dicho que es tan común como falso, el pasado, pasado está, creemos, pero el pasado no pasa nunca. Si hay algo que no pasa, es el pasado, el pasado está siempre, somos memoria de nosotros mismos y de los demás, somos la memoria que tenemos”. Yo termino diciendo: “Somos también la arquitectura y la poesía que tenemos”.