La Tierra en 36 años: Google Earth expone los cambios que tuvo nuestro planeta en este periodo
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La compañía tecnológica hizo la mayor actualización de Google Earth desde 2017: recopiló más de 24 millones de fotos de los últimos 36 años del planeta, por lo tanto los usuarios podrán explorar qué pasó con la Tierra durante este periodo.
Después de 15 años de trabajo, el servicio de navegación de mapas e imágenes satelitales comparte con sus usuarios la historia de la Tierra en los últimos 36 años, quienes podrán observar a través de un timelapse las más de 24 millones de imágenes en alta definición de nuestro planeta.
“Miles de millones de personas han recurrido a Google Earth para explorar nuestro planeta desde infinitos puntos de vista. Es posible que hayas visto el Monte Everest o sobrevolado tu ciudad natal. Desde el lanzamiento de Google Earth, nos hemos centrado en crear una réplica en 3D del mundo que refleje nuestro planeta con magníficos detalles”, explicó la compañía.
La intención con esta nueva actualización es dar a conocer de forma directa casi cuatro décadas de cambios en los ecosistemas del planeta, causados en su mayoría por el ser humano.
“Nuestro planeta ha experimentado un rápido cambio ambiental en el último medio siglo, más que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. Muchos de nosotros hemos experimentado estos cambios en nuestras propias comunidades. Para otros, los efectos se sienten abstractos y lejanos, como el derretimiento de los casquetes polares y el retroceso de los glaciares. Con este timelapse en Google Earth, tenemos una imagen más clara de nuestro planeta al alcance de la mano”, añadió la firma.
Para explorar el timelapse de Google Earth es necesario ingresar a este sitio, seleccionar la ubicación y ver cómo cambió nuestro planeta a través del tiempo. Y, por qué no, preguntarse: ¿qué podemos hacer para evitar más cambios negativos?
El miércoles 4 de enero, además de la velocidad máxima del planeta, se producirá además el apogeo de la lluvia de meteoros de las Cuadrántidas. Foto: AFP.
La Tierra alcanzará su mayor proximidad al Sol en su órbita anual
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Este 4 de enero, la Tierra se situará en el perihelio, mayor proximidad al Sol en su órbita anual. Eso produce la máxima velocidad orbital, acelerando 3.420 kilómetros por hora sobre el promedio. La Tierra gira alrededor del Sol, describiendo una órbita elíptica de 930 millones de kilómetros, a una velocidad media de 107.280 kilómetros por hora, lo que supone recorrer la distancia en 365 días y casi 6 horas, de ahí que cada cuatro años se cuente uno bisiesto.
Pero, de acuerdo con la segunda ley de Kepler, esa velocidad de traslación varía, aumentando hasta ser máxima en el perihelio --la menor distancia al Sol-- con 110.700 kilómetros por hora, y reduciéndose hasta ser mínima en el afelio, con 103.536 kilómetros por hora, más de 7.000 kilómetros por hora de diferencia.
Según Earth and Sky, el perihelio de 2023 se producirá a las 16.00 UTC de este miércoles, 4 de enero, con una distancia de algo más de 147 millones de kilómetros. El afelio en 2023 será el 6 de julio, a unos 5 millones de kilómetros de distancia más.
Kepler se dio cuenta de que la línea que conecta a los planetas y al Sol abarca igual área en igual lapso de tiempo. Esto significa que cuando los planetas están cerca del Sol en su órbita, se mueven más rápidamente que cuando están más lejos.
Así, la velocidad orbital de un planeta será menor, a mayor distancia del Sol, y a distancias menores la velocidad orbital será mayor. La distancia media del Sol es en promedio de 150 millones de kilómetros. En el afelio alcanza los 152,09 millones de kilómetros y en el perihelio baja a 147,10 millones de kilómetros de distancia.
Primer sobrevuelo de la Luna
El 2 de enero de 1959, la sonda Luna 1 fue la primera nave en alcanzar la velocidad de escape de la Tierra. La sonda soviética se separó de la tercera etapa del cohete y puso rumbo a la Luna. El 3 de enero, a una distancia de 113.000 kilómetros de la Tierra, la sonda (1.472 kilos de peso, 5,2 metros de longitud y 2,4 de diámetro) soltó una nube de gas de sodio con un peso total de 1 kilo.
La nave dejó tras de sí una estela de color naranja que fue visible desde el océano Índico con el brillo de una estrella de sexta magnitud (casi invisible a simple vista). De esta forma los técnicos pudieron seguir durante un tiempo el rastro de la nave y observar el comportamiento de un gas en el vacío.
La sonda --una esfera de 80 centímetros de diámetro, construida de magnesio y aluminio y que pesaba 361 kilos-- pasó a 5.995 kilómetros de la superficie de la Luna, el 4 de enero, después de 34 horas de vuelo, convirtiéndose en el primer satélite artificial que actualmente gira entre las órbitas de la Tierra y Marte. No impactó en la Luna, en contra de lo que estaba planeado, debido a un fallo en el sistema de control del cohete que la lanzó, informa Wikipedia.
El nombre original de la nave era Mechta (que en ruso significa ‘Sueño’) y fue la primera de una larga y exitosa serie soviética (Programa Luna) de sondas interplanetarias con dirección a nuestro satélite. En 1963 la sonda fue renombrada como Luna 1, aunque en Occidente se había hecho popular con el nombre de Lunik 1.
Existe una cantidad de tiempo recomendada que se debe esperar entre la ingesta de alimentos y la elevación de su frecuencia cardíaca, aquí te explicamos de qué se trata todo eso. Foto: Render Area.
¿Sería posible encontrar vida fuera de nuestro sistema solar?
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Buscar rastros de vida en Marte, como hace actualmente la NASA, es una cosa. Pero los científicos miran más allá y avanzan en la búsqueda de vida más allá del sistema solar.
Un estudio, publicado en febrero en la revista Science, revela el descubrimiento de un nuevo exoplaneta que parece ser un candidato ideal para buscar una atmósfera similar a la de la Tierra. Si esto fuera así, podríamos encontrar rastros de vida en algún otro planeta que gire en torno a una estrella que no sea nuestro Sol.
“El objetivo final es encontrar biomarcadores o biofirmas en las atmósferas de los exoplanetas, que son signos de vida en planetas habitables como la Tierra”, explica Jose A. Caballero, astrónomo del Centro de Astrobiologia y uno de los coautores del estudio, al que han contribuido investigadores de los cinco continentes.
En los últimos 25 años se han descubierto unos 4.000 exoplanetas, y algunos ya han revelado tener atmósfera, sin embargo, se trata de “grandes planetas gaseosos o helados”, dice Caballero. Estas investigaciones “aún no se han realizado en planetas del tamaño de la Tierra”. Con su descubrimiento, los investigadores han abierto la posibilidad de estudiar un exoplaneta “rocoso como la Tierra”, que podría tener una atmósfera similar, asegura el experto.
A 26 años luz
¿Cómo se llama ese exoplaneta? Gliese 486 b. Es un 30% más grande que la Tierra, pero es 2,8 veces más pesado. Está ubicado a 26 años luz de la Tierra, lo que lo convierte en el tercer exoplaneta conocido más cercano en tránsito, es decir, en una trayectoria en la que puede vérsele pasar por delante de su estrella.
Para identificarlo, los investigadores utilizaron dos técnicas diferentes: la observación del cambio en la luz emitida por la estrella cuando el planeta pasa por delante de ella, y la velocidad radial, que mide las oscilaciones de la estrella bajo la influencia de la gravedad del planeta.
Como Gliese 486 b está muy cerca de su estrella, tarda algo menos de 1,5 días en completar su órbita alrededor de ella. Además, la estrella (llamada Gliese 486) es muy brillante. Estos dos factores han hecho posible la adquisición de muchos datos y, por tanto, un estudio con tanta precisión.
“Empezar por algo”
La proximidad de este exoplaneta a su estrella también lo hace muy caliente (al menos 430°C). Está “minado de volcanes y ríos de lava”, describe Trifonov. Por lo tanto, “no es habitable”. Sin embargo, si este planeta “tiene una atmósfera, entonces cualquier planeta más alejado (de la estrella) con características similares tendrá una atmósfera”, y más probabilidades de ser habitable, explica Caballero.
A la inversa, si no tiene atmósfera, los demás planetas en órbita tampoco la tendrán. Estos planetas son más difíciles de detectar: al estar más alejados de su estrella, pasan por delante de ella con menos frecuencia. “Tenemos que empezar por algo”, explicó Caballero.
“Gliese 486 b es un descubrimiento notable, que probablemente se convertirá en la ‘piedra rosetta’ para las investigaciones atmosféricas de los exoplanetas rocosos”, resume Trifon Trifonov, investigador del alemán Max Planck Institute for Astronomy, y autor principal del estudio.
El científico aguarda con interés el despliegue del tan esperado telescopio espacial James Webb, previsto para este año. Gracias a él, sería posible saber -en al menos tres años- si este exoplaneta tiene o no una atmósfera, y cuál es su composición. Luego, tal vez, “en una o dos décadas”, detectar rastros de vida en uno de sus gemelos, añora Caballero para AFP.