Eran los años 50, la Guerra Fría dividía al mundo en dos: los comunistas, liderados por la Unión Soviética, y los anticomunistas, liderados por Estados Unidos. Este último, en su afán de averiguar las comunicaciones de su enemigo, mandó construir un avión espía que fuera lo más indetectable posible, el U-2. Hoy, 65 años después de su creación, esta máquina de captar texto y voz, sigue siendo uno de los aviones más distintivos del país norteamericano.
En 1954, la fabricación del U-2 quedó en manos del ingeniero Kelly Johnson y su equipo Skunk Works, que habían construido la estructura del primer Jet de la Fuerza Aérea de EE.UU. en tan solo 143 días. La nave salió al mundo el 1 de agosto de 1955, ochos meses después, en una época donde no existían los satélites, convirtiéndose en el primer gran salto hacia la inteligencia técnica.
El U-2 puede volar a más de 80.000 pies de altura, unos 24.000 metros, algo así como tres Everest juntos, casi el triple del nivel de vuelo de los aviones comerciales, que funcionan entre los 30.000 y 33.000 pies de altura. Su diseño es delgado, incluso más ancho que largo, por lo que difícilmente pueda ser visualizado. Aunque su velocidad no sea la más rápida de todas (800 Km/h), debe moverse lo más veloz posible para no detenerse y, a la vez, no tanto, ya que corre el riesgo de romperse. El piloto a cargo debe saber manejar esas velocidades para no causar un desastre.
Para los pilotos, es el avión más difícil de volar. Todo aquel que lo maneja es consciente de que el más mínimo error puede ser fatal. De hecho, al tratarse de un avión liviano, debe aterrizar bajo las indicaciones de otro piloto, uno que esté en tierra, ya que corre el riesgo de rebotar en el aire o flotar en la pista si no baja en línea recta a medida que disminuye su velocidad. Su diseño particular en fusión con sus competencias tecnológicas le valieron el nombre de “Dama Dragón (o Dragon Lady, en inglés)”.
Como toda reliquia, debe ser manejado con mucha suavidad; a partir de un trabajo manual que desafía todo el tiempo la destreza humana. El Lockheed U-2 ha sobrevivido a la Guerra Fría, a los ataques de los aviones rivales y a la evolución de la tecnología, donde ni los satélites ni los drones más avanzados han podido reemplazarlo. Su historia por los aires, confirma su principal misión: seguir volando pero sin dejar rastros a su paso. ¿Podrá continuarla en los próximos años?
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Perfil: Donald Trump, un sobreviviente político
El incombustible Donald Trump vuelve a tener la Casa Blanca al alcance de la mano gracias a su olfato político y su capacidad para sortear obstáculos. En su tercera campaña presidencial ha sobrevivido a todo: una condena penal, cuatro inculpaciones y dos intentos de asesinato. Gracias a su “instinto” afilado, el tempestuoso septuagenario, cuya caída se ha anunciado mil veces, ha sabido sacar provecho de cada uno de estos escollos.
Parte de los republicanos lo abandonaron después de que simpatizantes del magnate asaltaran el Capitolio en 2021. Pero el millonario de 78 años ha recuperado en cuatro años un control total sobre el partido. Durante la convención de los republicanos a mediados de julio, disfrutó viendo cómo aquellos que le dieron la espalda se deshacían en alabanzas en el escenario. Fue dos días después de ser blanco de un intento de asesinato durante un mitin en Pensilvania. El magnate llevaba un vendaje blanco en la oreja en la que resultó herido. En solidaridad muchos simpatizantes se vendaron las suyas. La imagen de Trump levantándose, con el rostro ensangrentado y el puño en alto, es la más impactante de la campaña.
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“¡Lucha! ¡Lucha! ¡Lucha!”
Su “¡Lucha!, ¡Lucha!, ¡Lucha!” lanzado a la multitud mientras los agentes del Servicio Secreto lo desalojaban se ha convertido en un grito de guerra para sus partidarios, que lo corean en cada mitin. Una marea de estadounidenses con gorras rojas, en su mayoría blancos y bastante mayores, acude a sus actos electorales convencidos de que el neoyorquino, que hizo fortuna en el sector inmobiliario, comprende sus dificultades mejor que nadie.
En los mitines el candidato pinta un panorama apocalíptico de Estados Unidos, devastado según él por una inflación galopante, migrantes que “envenenan la sangre del país” y demócratas “de mierda”. Trump, que será el presidente estadounidense de más edad en prestar juramento si gana, apuesta también por los hombres jóvenes, cuyo apoyo cultiva con videos con campeones de artes marciales mixtas en la red social TikTok, o declaraciones provocadoras en pódcasts.
Desde sus primeros pasos en política, la antigua estrella de la telerrealidad jugó la carta de un candidato antisistema, sin que eso le perjudicara. Como cuando, un mes antes de las elecciones presidenciales de 2016, salió un viejo video en el que se escucha a este padre de cinco hijos, de tres mujeres diferentes, presumir de usar su celebridad para “agarrar a las mujeres por la vagina”. Los observadores predijeron entonces que perdería el voto de las mujeres. Se equivocaron. Donald Trump ganó.
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“Estados Unidos primero”
Una vez en la Casa Blanca, este hombre de imponente físico rompió con todos los convencionalismos frente a unos estadounidenses entusiastas, atónitos o asustados. En nombre de “Estados Unidos primero”, trató con rudeza a los aliados del país, inició una escalada impredecible con Irán sobre el programa nuclear y expresó fascinación por líderes autoritarios, como el ruso Vladimir Putin o el norcoreano Kim Jong Un.
El republicano remodeló la Corte Suprema a su antojo, ofreciendo una victoria a los conservadores sobre el aborto. Desestimó de un plumazo un movimiento contra la violencia policial y escapó, en dos ocasiones, a la infamia de una destitución. Los cuatro años de Trump en el poder siguen estando empañados por su incapacidad para ser reelegido en 2020: una derrota frente a Joe Biden que nunca reconoció.
Tampoco hubo una “ola gigante” republicana prometida por el expresidente en las elecciones de medio mandato de 2022. Su partido sufrió reveses en referendos sobre el aborto, incluso en estados muy conservadores. Las elecciones del 5 de noviembre ¿serán sinónimo de un nuevo fracaso y un regreso a los tormentos judiciales o de una increíble vuelta?
Fuente: AFP.
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Perfil: Kamala Harris, una pionera en la Casa Blanca
Un domingo por la mañana de julio, Kamala Harris hacía panqueques y un rompecabezas con sus sobrinas nietas cuando recibió la llamada que lo cambió todo. “Estábamos ocupadas con el rompecabezas y suena el teléfono, y es Joe”, contó Harris al locutor radiofónico Howard Stern. “Me levanté para contestar y entonces la vida cambió”. El presidente Joe Biden le anunció que se retiraba de la carrera por la Casa Blanca. Hasta ese día Harris tenía uno de los índices de aprobación más bajos para una “vicepresidenta”. Pero en pocas semanas montó una campaña electoral de la nada y persiguió a Donald Trump en las encuestas.
Encadenó los mítines, recaudó más de mil millones de dólares en fondos y trajo lo que ella llamó una explosión de alegría a un partido que había perdido la esperanza. Pero la euforia se desvanece y Harris se ve obligada a luchar para intentar ganar las elecciones presidenciales del 5 de noviembre. “No es fácil. Normalmente, la gente se postula para la presidencia durante dos años, y ella apenas ha estado en campaña desde finales de julio”, declaró a la AFP David Karol, profesor de política en la Universidad de Maryland.
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Un comienzo difícil
Harris fue una pionera desde el momento en que entró a la Casa Blanca como la primera mujer, negra y surasiática vicepresidenta de Estados Unidos. El comienzo fue difícil. Harris recibió críticas devastadoras que ponían en tela de juicio su aptitud para el cargo. Se hizo famosa por sus “galimatías”.
Además, Biden le encargó que llegara a las raíces del problema de la migración ilegal en el país, lo que dio a los republicanos una línea de ataque. Hasta hoy la llaman la “zarina de la frontera”. Pero las cosas comenzaron a cambiar en 2022. Cuando la Corte Suprema anuló el derecho federal al aborto, Harris finalmente encontró su voz. Se movilizó por todo el país y asumió un papel cada vez más prominente en la segunda campaña presidencial de Biden.
Algunos funcionarios reconocían en privado que se planteaba ser candidata en 2028. Pocos presagiaron que sería mucho antes. En parte porque Harris fue subestimada durante mucho tiempo, tanto por algunos demócratas como por los republicanos. Trump pronto descubrió que la mujer a la que llamaba “camarada Kamala” y “loca” era una rival de peso. En su único debate electoral, fue ella quien se impuso.
“Momala”
Harris ha evitado deliberadamente mencionar su raza o género durante la campaña. Cuando habla de su pasado, lo hace principalmente para mencionar a su madre nacida en la India, que la crió a ella y a su hermana sola. Pocas veces cita a su padre, natural de Jamaica. No oculta su devoción por su marido, Doug Emhoff, cuyos hijos, Cole y Emma la llaman “Momala”.
Ha criticado al compañero de fórmula de Trump, J.D. Vance, por sus comentarios contra “mujeres sin hijos y con gatos”. Es frecuente escucharla hablar sobre su trayectoria profesional como fiscal y luego como fiscal general de California, en contraste con Trump, condenado penalmente. Harris también ha mencionado que tiene un arma, consciente de que está muy bien visto entre los votantes republicanos.
Se siente incómoda con los medios de comunicación y fue criticada por negarse a conceder entrevistas durante varias semanas. La pregunta ahora es si ella puede juntar las piezas del rompecabezas y romper el techo de cristal más alto de Estados Unidos para convertirse en su primera mujer presidenta. “Creo que ha hecho una buena campaña. Y si ella pierde, algunos dirán ‘oh, es porque no hizo una buena campaña’ y creo que eso es incorrecto”, opina Karol.
Fuente: AFP.
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“Victoria aplastante” o “fraude”, los dos únicos resultados para los seguidores de Trump
Los partidarios del republicano Donald Trump están dispuestos a rechazar los resultados de las elecciones presidenciales... a menos que gane su candidato. “Realmente no me lo creería si me dicen que ella ganó”, asegura a la AFP Brandon Dent, de 22 años, refiriéndose a la rival de Trump, la vicepresidenta Kamala Harris. “Él tendrá una victoria aplastante”, añade este repartidor, observando a los miles de sus compañeros simpatizantes de Trump que hacían cola para ver hablar al expresidente en la ciudad de Salem, en Virginia, enclavada entre suaves montañas teñidas de rojo y naranja por el follaje otoñal.
El aspirante republicano ha dedicado su campaña de 2024 a sembrar dudas anticipadas sobre la validez de los comicios del martes, retomando la retórica que rodeó su fallida campaña a la reelección de 2020, que culminó con sus partidarios asaltando el Capitolio del país el 6 de enero de 2021 para supuestamente “detener el robo”.
Después de tres carreras presidenciales y casi una década de Trump en la escena política de Estados Unidos, su marca característica de escepticismo o negación se ha enconado entre sectores de votantes conservadores, de todas las edades, orígenes y ocupaciones. “Kamala va a ser presidenta, pero creo que Trump va a ganar” el recuento real de votos, dice Jace Boda, ingeniero en una instalación nuclear. “Sospecho que va a haber mucho fraude”, considera.
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A los tribunales
Mientras Trump se ha apresurado a avivar los temores de fraude durante la campaña, el Comité Nacional Republicano y grupos aliados también han insistido en este tipo de reclamaciones ante los tribunales. Han presentado demandas contra los procedimientos de recuento de votos, las máquinas de votación, el registro de votantes, los votos en ausencia, la certificación de los resultados y otras cuestiones electorales.
Aunque muchas de las acciones han sido desestimadas, a expertos les preocupa que puedan enturbiar aún más las aguas en torno a lo que la gente cree sobre los comicios, especialmente con Trump repitiendo con insistencia su falsa afirmación de que las votaciones de 2020 le fueron robadas.
“He sido escéptico desde las últimas elecciones sobre los demócratas”, asegura Olen, un asistente al mitin que, como muchos otros, se negó a compartir su apellido con los medios. “Todo lo que han hecho está torcido”, comenta este leñador y agricultor de 70 años, que llevaba una camiseta con una imagen de un Trump ensangrentado levantando su puño tras el intento de asesinato en Pensilvania, completada con las palabras “lucha, lucha, lucha”.
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Virginia “no está en juego”
La decisión de Trump de celebrar un mitin en Virginia también podría encajar en su narrativa de fraude. Las encuestas muestran que ese estado va a favor de Harris. Sin embargo, en este último fin de semana antes de las elecciones del 5 de noviembre, Trump se dirigió a Salem en lugar de hacer otra parada en un estado decisivo, como Pensilvania o Míchigan.
El mes pasado, mientras el magnate hacía campaña en los bastiones demócratas de Colorado, Illinois, California y Nueva York, Adrienne Uthe, fundadora de la empresa de relaciones públicas Kronus Communications, con sede en Utah, dijo a la AFP que celebrar mítines en esos estados podría ayudar a construir su “narrativa de un ‘movimiento nacional’”.
Antes de su mitin en Salem, Larry Sabato, director del Centro de Política de la Universidad de Virginia, explicó a la AFP que “Virginia no está en juego”. “Es un intento de la campaña de Trump de hacer creer a sus bases que Virginia está en juego”, completó. Los sondeos nacionales sitúan a Trump y Harris codo con codo, pero si las elecciones se deciden de forma aplastante por Trump, los votantes republicanos dijeron a la AFP que estarían dispuestos a dejar de lado sus dudas.
Cherl, que trabaja para una organización sin ánimo de lucro, dijo que estaría “escéptica” si los resultados muestran una victoria de Harris, pero “bastante confiada” si apuntan a un triunfo de Trump. “Dios ya tiene un plan hecho para que Trump sea presidente”, dijo la mujer de 39 años. “Solo estamos a la espera”.
Fuente: AFP.
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Expertos refutan encuestas: diferencia entre Trump y Harris sería mayor de lo esperado
Las encuestas muestran una contienda extremadamente reñida entre Kamala Harris y Donald Trump por la Casa Blanca. Sin embargo, expertos advierten que, al final, la diferencia entre ambos candidatos puede ser mucho mayor de lo esperado. Según los sondeos de opinión más reputados, la vicepresidenta demócrata y el exmandatario republicano están codo a codo en los estados clave que posiblemente definan las elecciones presidenciales de este 5 de noviembre.
El lunes por la tarde, por ejemplo, el recopilador de encuestas FiveThirtyEight daba a Harris y Trump un empate con el 47,8% de los votos en Pensilvania, un ajustado 47,4% frente a 47,7% en Nevada y una diferencia de apenas un punto porcentual en Wisconsin, Míchigan y Carolina del Norte. Pero no todo el mundo está convencido de que esta sea una competencia tan ajustada.
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¿Inverosímilmente reñida?
“De hecho, las encuestas por estados muestran no solo una carrera extraordinariamente reñida, sino inverosímilmente reñida”, considera Joshua Clinton, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Vanderbilt en Tennessee. En un estudio publicado esta semana por la NBC, este especialista en sondeos cuestiona la “similitud” de los resultados -con pocos decimales- de las encuestas de opinión disponibles, sugiriendo que quizá sean los encuestadores y no los votantes quienes estén detrás de esta casi unanimidad.
“Una encuestadora temerosa que obtiene un margen de cinco puntos en una carrera reñida puede optar por ajustar sus resultados para que coincidan con lo que muestran otras encuestas, a fin de que su sondeo particular no dañe su reputación”, explicó. También hay que señalar que los institutos de encuestas están a la defensiva, enfrentados a costos financieros y a las crecientes dificultades para llegar a los votantes en la era de los teléfonos inteligentes que filtran las llamadas.
Además, la experiencia de las últimas elecciones presidenciales estadounidenses no invita a respaldar sus predicciones sin reservas. Las encuestadoras se equivocaron tanto en 2016 (victoria de Trump sobre Hillary Clinton) como en 2020 (derrota de Trump ante Joe Biden). La primera vez, por subestimar la categoría de “blancos sin título universitario” entre los votantes que dieron la victoria al republicano. La segunda, a pesar de correcciones adoptadas, por infravalorar una vez más el voto a Trump y considerar de más el dirigido a Biden. Bastaría un error de este tipo para que los siete estados clave fueran ganados el martes por Trump o Harris, una hipótesis que nadie puede descartar.
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El precedente Carter/Reagan
Entrevistado por la AFP, W. Joseph Campbell, profesor de la American University de Washington, confirmó que se ha planteado “si los encuestadores no están maquillando demasiado sus datos, para alinearse con los resultados de los demás”. “Es un fenómeno difícil de probar, pero que se sospecha, y se llama instinto de rebaño”, señaló. A continuación, mencionó otro famoso precedente, el de las presidenciales de 1980. “Todas las encuestas mostraban una carrera muy reñida entre el presidente Jimmy Carter y el republicano Ronald Reagan. Y Reagan acabó ganando casi por goleada, por casi 10 puntos porcentuales. No digo que eso vaya a repetirse en 2024, pero es algo a tener en cuenta”, acotó.
Fuente: AFP.