En la mayoría de las casas hay un espacio al que se le denomina “piecita”, donde generalmente se acumulan objetos que ya no se usan pero “que en cualquier momento pueden servir”. Incluso, cuando este reducido rincón de la casa está al tope, siempre hay un garage dispuesto a recibir más y más cosas para acumular.

Si conocés a alguien que haya convertido a estos dos sitios de la casa en sus aliados, por el simple hecho de no querer separarse de ciertas pertenencias, es probable que esté atravesando el trastorno de acumulación compulsiva. Se trata de una dificultad persistente de deshacerse de las cosas, las personas que lo sufren creen que deben conservar esos objetos y la simple idea de desecharlos les genera ansiedad.

Foto: Pexels.

Quienes padecen de este trastorno, no lo ven como un problema, pero todo a su alrededor es un obstáculo (literalmente): pilas de periódicos, papeles, libros o artículos con algún valor especial tirados por todas partes; prendas y cajas de zapatos amontonadas por el camino, etc. Todo en el entorno es un desorden y ningún lugar de la casa termina siendo útil para ninguna actividad, ni diaria ni de confort.

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No hay que confundir a los acumuladores con los coleccionistas, ya que los del segundo grupo ordenan minuciosamente sus objetos de colección y las exponen en un sólo lugar, sin interferir en la vida cotidiana de las personas que habitan una casa. En cambio, los acumuladores, aquellos que viven guardando cosas en cajas y bolsas negras por todos lados, sí pueden provocar que ciertos espacios del hogar se vuelvan inutilizables por el simple hecho de no deshacerse de las pertenencias que consideran necesarias para su vida.

Es difícil que una persona con trastorno de acumulación compulsiva reconozca su problema, por eso es importante que el entorno lo identifique y busque ayuda con especialistas de la salud mental para resolver los conflictos internos que pudieran estar ocasionándolo.


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