Hace 9.500 años, un pequeño grupo de personas escaló como pudo las empinadas laderas de un glaciar alpino en busca de cristal de roca. Lo que motivaba a estos hombres del Mesolítico a escalar una montaña de tal envergadura era encontrar el material con el que fabricaban sus herramientas.
Este es uno de los hallazgos que pudieron hacer un grupo de arqueólogos que, a partir del deshielo de los glaciares alpinos, pudo excavar en este lugar extremo. Su expedición sacó a la luz objetos que habían permanecido protegidos por el hielo desde hace casi 10 mil años.
Aunque no se alegran de los efectos devastadores del calentamiento global, los investigadores admiten que les ha brindado una oportunidad para llenar los enormes vacíos sobre la vida en las montañas hace varios milenios.
“Hacemos hallazgos fascinantes que nos abren una ventana a una parte de la arqueología a la que normalmente no tenemos acceso”, explicó Marcel Cornelissen, quien lideró la expedición a estos vestigios del Mesolítico a 2.800 metros de altitud, cerca del glaciar Brunifirm en el cantón suizo oriental de Uri.
Hasta los años 1990 se pensaba que los hombres prehistóricos apenas se aventuraban en las altas montañas. Sin embargo, gracias a los descubrimientos han revelado que los Alpes fueron visitados desde hace milenios. “Ahora sabemos que la gente subía montañas de hasta 3.000 metros en busca de cristales y otras materias primas”, explica un arqueólogo del cantón de Uri, Christian auf der Maur.
En el paso de Schnidejoch, en los Alpes suizos, a más de 2.700 metros de altitud, se encontró un carcaj - una especie de funda para flechas - de corteza de abedul, que se fabricó alrededor del 3.000 a. C., lo que confirma la riqueza de este lugar. Posteriormente, se descubrieron unos pantalones de cuero y unos zapatos pertenecientes a un cazador, junto con cientos de otros objetos, algunos de ellos de 6.500 años de antigüedad.
“Es muy emocionante porque hallamos cosas que generalmente no encontraríamos en las excavaciones”, dado que el hielo las ha conservado, se alegra la arqueóloga Regula Gubler. En septiembre, descubrió una rafia anudada, probablemente de hace 6.000 años, que parece una frágil canasta tejida con el mismo material descubierto el año pasado.
Los arqueólogos confían en los excursionistas y otros escaladores para ayudarlos a salvar lo que se pueda. “A veces se necesita mucho tiempo y mucha suerte”, dice el arqueólogo Pierre-Yves Nicod, quien hace dos años organizó una exposición sobre los hallazgos en los glaciares.
Nicod se enteró de un descubrimiento de dos excursionistas italianos, que en 1999 se encontraron con una escultura de madera en el glaciar Arolla, a 3.100 metros de altitud. Una vez limpiada, la escultura de un metro de alto terminó en la pared de su salón. Se trataba de un objeto celta que se remonta a la Edad del Hierro, con más de 2.000 años de antigüedad, pero cuya función se desconoce por el momento. "Es urgente sensibilizar a la población que pueda encontrarse con este tipo de artefactos. Es una emergencia arqueológica”, aseguró.
Fuente: AFP.