Dragisa Kosnic tiene 67 años, juega hace más de medio siglo y aún no ve el momento de colgar las botas. Todos los domingos juega al fútbol con sus compañeros, que incluso tienen hasta 50 años menos que él. Es uno de los jugadores de fútbol en actividad más veteranos de Europa y lo que lo mantiene así es la pasión que siente por el balón.

Kole, como todos le llaman, sigue viviendo en la modesta casa en la que nació en 1954, ubicada en Medja, su pueblo natal en el norte de Serbia. Sobrevive con la jubilación mínima, es decir menos de 130 euros (unos 154 dólares), y obtiene otros ingresos gracias a algunas cabras y ovejas que cuida.

Dragisa Kosnic juega en el Proleter de Medja, en la sexta división del fútbol serbio, todos los fines de semana, como si no tuviera la edad que carga. Su primera licencia federativa la tuvo en 1968.

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“Que yo sepa, no hay jugadores licenciados de mi edad y si los hubiese me gustaría encontrármelos para jugar un partido con ellos”, comentó. Eso sí, cada año, para renovar su licencia federativa, el veterano futbolista debe someterse a exámenes médicos muy exigentes.

El futbolista reconoce que a veces le cuesta por la edad, pero que juega en un nivel de fútbol en el que no se necesita demasiada resistencia.

Foto: Andrej Isakovic/AFP.

“Me baso más en la lectura del juego, así sé cuándo tengo que comenzar a correr y esprintar. Pero los dos días siguientes (al partido) tengo agujetas, cojeo, pero me doy baños calientes y dos días después estoy listo de nuevo para jugar”.

El veterano centrocampista defensivo vivió su mejor etapa como futbolista a finales de los años 1970 con el Proleter Zrenjanin, en la gran época del club. Fue convocado para jugar en el club croata Hajduk Split, pero la suerte no estuvo de su lado y cuatro días después de recibir la oferta se fracturó una pierna jugando otro partido. A sus 25 años, vio como se truncaba su prometedora carrera y tuvo que ponerse a trabajar duro para salir adelante en su Medja natal.

Los médicos le aconsejaron no volver a tocar un balón, sin embargo nunca abandonó el terreno de juego. Él atribuye su longevidad a la genética y a una alimentación más bien frugal. La leche que le proporcionan sus dos cabras es la base de su régimen. “Nunca suprimo la leche y tomo al menos un litro diario. Pan y miel. Como huevos, pero no mucho más. Cuando hay carne la como, pero cuando no la hay, pues como eso”, destacó.

Fuente: AFP.


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