Matthew Hedges empezó su carrera diplomática motivado por sus ganas de viajar, allá por 1999. Tras cumplir misiones en países de África y Asia, llegó finalmente a Latinoamérica luego de ser nombrado embajador británico en Paraguay en agosto de 2017. A días de terminar su gestión, confiesa lo que más extrañará de nuestro país.
Texto: Micaela Cattáneo
Fotografía: Fernando Riveros
“Todas las cosas buenas llegan a su fin. Hoy anunciamos oficialmente el término en agosto de mi misión en Paraguay”, publicó el embajador británico Matthew Hedges el pasado 16 de julio en su cuenta de Twitter. A menos de una semana de tomar el vuelo que lo llevará de regreso a casa, y en medio de un escenario no previsto —la pandemia—, confiesa que una de las tantas cosas que extrañará del país es la alegría de su gente.
“Lamento tener que despedirme durante esta crisis sanitaria, porque cuando pienso en los paraguayos veo personas con muchos amigos, familieros y muy sociables. Por eso, el no poder compartir con la gente antes de irme es una lástima, pero es lo que más voy a recordar de Paraguay”, comenta Hedges, sentado en la sala de su departamento.
Desde el piso que ocupa, la vista de Asunción es un conjunto de edificios que se entremezclan con los árboles propios de la ciudad. “Intenté venir sin ideas preconcebidas, pero hice algunas búsquedas sobre la economía, la política, la historia y la literatura. Quizás, mi visión sobre la ciudad era de gauchos y campo, pero al llegar me di cuenta que es moderna y muy verde, aspecto que me encanta, y aún así conserva su calma, cosa que en Londres todavía no sucede”, señala.
Su misión diplomática en Paraguay empezó en agosto de 2017 y culmina el 15 de este mes, cuando embarque rumbo a su país natal. Durante estos tres años, se ha hecho popular en Twitter, donde tiene 29 mil seguidores. Desde que anunció el término oficial de su gestión, hace un recuento en esta red social de los lugares y experiencias que descubrió en tierra guaraní.
Porque sí, Paraguay lo ha sorprendido de muchas formas, pero quizás después de tres años de gestión cabe decir que en realidad él ha sorprendido al Paraguay, proponiendo una diplomacia menos acartonada, cercana a la gente e inclusiva. Y es que viajó en colectivo, utilizó una app nacional de movilidad, recorrió el Mercado 4 de Asunción, participó en marchas LGBT+, apoyó campañas que luchan contra el cambio climático, acompañó iniciativas que abogan por los derechos humanos y hasta aprendió a preparar comidas típicas.
“No es una decisión personal, sino una política de mi gobierno; es la manera en que hacemos diplomacia en Reino Unido”, menciona sobre la comunicación que lo acercó a la gente durante su misión. “Más que una comunicación es un diálogo, que a mí me permitió escuchar opiniones no solo de una esfera política sino de las personas en las calles, en redes sociales, etc.”, añade.
En una ocasión, cuando fue cuestionado por el canciller Eladio Loizaga tras tuitear “Qué linda es la sonrisa de la libertad” en referencia a un campesino absuelto por el caso Curuguaty, habló de esta diplomacia moderna, o como bien la llamó, “2.0”. “Es una diplomacia pública, más activa, proactiva e inclusiva, que trabaja con el gobierno y los empresarios, pero también con la sociedad civil, con las comunidades marginadas y los jóvenes, donde no todo es discursos o reuniones formales, sino también métodos más informales, inmediatos y abiertos”, recalca.
Hedges asegura que la población joven es uno de los recursos más importantes que tiene Paraguay. “No solo desde el punto de vista social, por la visión clara que tienen sobre el país que quieren, sino también desde lo económico, ya que se trata de una población que está lista para capacitarse. Me encantaría volver en 10 o 15 años y ver cómo ese compromiso ha impactado en el desarrollo económico y social del país”, comenta.
La historia detrás del traje
Matthew Hedges nació en Gales, Reino Unido, ubicada a unas cuatro horas en auto de Londres. Allí viven sus padres, ambos jubilados, y su hermana mayor, que tiene tres hijos. Al llegar a su país debe cumplir 14 días de cuarentena, pero aún no sabe si lo hará en su departamento de Londres, donde vive solo, o si lo hará en Gales con su familia. Una de las cosas que espera es poder pasar la Navidad todos juntos. “Mi hermana vive a dos cuadras de la casa de mis padres, ella ha podido estar cerca de ellos y apoyarlos durante estos cuatro meses en los que no han podido salir”, relata.
En su árbol genealógico no hay antecedentes de que alguien se haya dedicado a la diplomacia, de hecho aclara que tanto él como su hermana “son la primera generación de la familia en ir a la universidad”. “Yo estudié literatura y cuando salí de la universidad no sabía si quería trabajar en una casa editorial, si quería ser abogado o diplomático. Finalmente, entré a una casa editorial, en la que estuve tres años. Después de cumplir ese tiempo, pensé: ‘me gustaría viajar más’. La decisión partió más por eso, porque quería viajar”, comenta.
Y continúa: “Me postulé al servicio exterior. Fue un proceso de casi un año, donde tenía exámenes, entrevistas, entre otras cosas. La última entrevista que tuve fue con un diplomático tradicional, era la primera vez que conocía a uno. Después de esa entrevista no sabía si me iba a gustar trabajar dentro de la cancillería, pero finalmente empecé. Fue en 1999, hace más de 20 años. Y ha sido una carrera excelente, muy variada y donde he aprendido muchísimo”.
Para ser embajador británico en Paraguay tuvo que postularse al cargo, porque así funciona el sistema en Reino Unido. Él estaba cursando un Máster en Políticas Públicas y Relaciones Internacionales en Princeton University, vio la oportunidad y no dudó en presentarse a la convocatoria. Había cumplido misiones diplomáticas en países en vías de desarrollo como Marruecos, en África, y Birmania, en Asia, pero nunca en Latinoamérica. Y era precisamente lo que estaba buscando. “Sabía que quería trabajar en un país donde la conexión entre política y desarrollo económico es muy fuerte”, resaltó.
En su lugar llegará el diplomático Ramin Navai. “Es una excelente persona, con muy buen humor, creo que va a enamorarse de esta experiencia”, asegura Hedges, que luego de cumplir la cuarentena en su país, asumirá como director para Asia y las Américas de la Fundación Westminster para la Democracia (WFD). “Me entusiasma porque trabajaré sobre democracia y derechos humanos de dos regiones donde ya he estado y me gusta porque seguiré conectado con esta región”, señala.
En su experiencia por cada país, la vida cultural es un aspecto fundamental. Acostumbrado a ir al teatro dos a tres veces por semana en Londres, hace una reflexión sobre lo que sucede con el mismo en nuestro país: “Encontré mucho talento aquí, actores excelentes, pero es una lástima que no haya un público tan comprometido con el teatro. Sí me sorprendió el trabajo musical que hacen las orquestas y el gran público que asiste a verlas”.
Desde la sala de su departamento se escucha una pista que reproduce música clásica, y se ve, además del cuadro de la reina Isabel II, una serie de obras de artistas paraguayos colgados en la pared. “Me los voy a llevar a Londres”, dice, aclarando que no pertenecen a la embajada. Además de las pinturas, Matthew Hedges conservará lo que, visto desde afuera, hace único al Paraguay: el cariño de nuestra gente.