Texto: Javier Barbero
Te regalo tiempo para que nos miremos a los ojos sin decirnos nada. Tiempo para tirarnos en el piso y jugar a la lucha, entreverados como en un “vale todo”. Te regalo tiempo. Mi tiempo. Te regalo tiempo sin que mis manos chateen en el teléfono mientras me contás eso importante que querías contarme.
Te regalo tiempo para acariciarte y para que me acaricies. Nos olvidamos de la ternura hace tiempo, amor.
Te regalo tiempo para que aprendas de mí y me regalo tiempo para aprender a estar a tu lado. Te regalo tiempo para que te develes y para que yo aprenda a hacerlo con vos, sin tener que decirte como soy, qué me gusta y que no. Me encantaría que nos regalemos tiempo para descubrirnos sin reducirnos a ser un catálogo, a ser obvios en todo para vendernos y comprarnos.
Te regalo tiempo para que vivas tus emociones tal cual te surjan. Me regalo tiempo para vivir las mías sin tener que disimular un carajo. Te regalo tiempo para cocinarte eso que tanto te gusta. Y dejar de lado el delivery que viene rápido y sin magia.
Me regalo permisos para equivocarme y te regalo tiempo de equivocaciones y dudas y despropósitos y contradicciones e incoherencias, porque me regalo ser humano y te regalo también ese derecho.
Me regalo vestirme como se me cante porque “lo que se usa” es un mandato comercial y a mí, la ropa que no combina me da ganas de vivir y no de posar. Te regalo que te vistas y te desvistas y que tengas lagañas en los ojos y el rostro sin maquillaje y te regalo que vayas envejeciendo porque me encanta besarte las arrugas y los pocitos en las mejillas.
Te regalo el derecho a que tengas una religión donde vivas y sientas a tu Dios. Y me regalo el derecho a que mi liturgia consista en abrazar árboles con amor, aunque ni siquiera vos dimensiones de qué se trata lo que hago.
En los próximos cumples te regalaré tiempo hijo, tiempo mamá, tiempo mi amor, tiempo hermana, tiempo amigo. Me regalaré tiempo porque si no lo hago me moriré con prisa, sin haber visto tu última sonrisa, me moriré planificado, me moriré agendado, me moriré con normas, me moriré digital, baleado por una selfie calibre 38. O me moriré chateando.