Es parte del equipo de coproducción de las películas Leal y Gracias Gauchito, de Hei Films. En una de sus visitas al país, charlamos sobre cómo ingresó al mundo audiovisual.
jazmin.gomez@gruponacion.com.py
Fotos: Fernando Riveros/Gentileza
“Creo que esto no va por lo que uno sabe hacer mejor, sino por lo único que uno sabe hacer. Y yo, lo único que sé hacer es contar cuentos”, se confiesa el guionista argentino que ya de chico inventaba historias para entretener a sus hermanos, amigos y compañeros del colegio. “Me sentaba en los recreos y les contaba cuentos que armaba sobre la marcha. De chico era muy mentiroso. Llegaban los lunes y yo les narraba mis aventuras del fin de semana, que evidentemente, no le sucedían a un niño de 10 años (ríe). Y ellos sabían que era mentira, pero era divertido de escuchar”, recuerda.
Años después de aquellas hazañas, Andrés Gelós sigue narrando historias y fascinándose con las posibilidades que tienen los chicos de hoy. “Los colegios han de tener 20 de estos tarados como yo, que fabulan y agrandan. Si hay chicos así, hay que ponerlos a escribir, a entrenarse en el gimnasio de la escritura, en vez de retarlos porque mienten o exageran. Darles la hoja para que la llenen, o que se abran un blog. Me hubiera fascinado empezar así, en esta época. Yo ahora soy un espectador de este mundo que les pertenece a mis hijas. Y lo miro con sorpresa y pasión, pero no llegué a tiempo, tengo 48 años”.
Con la editorial publicaba libros de poesía y de de géneros con “menos seguidores” en palabras de Gelós. Él, llegó a escribir los libros de cuentos Ladrar y morder, La maceta mágica, Banana en patas y Uno mono.
“Uno mono se trataba de cuentos para el inicio de la lectura. Los escribí para mis alumnos de tercer grado. Diría que es un ejercicio de seducción para que sigas leyendo. Arranca con un cuento y en los siguientes se van reduciendo la cantidad de palabras, hasta que el último, tiene tres palabras. Es como un embudo al revés”.

El mundo audiovisual
Gelós sostiene que “hay muchas maneras de ser guionistas y hay muchos guionistas. Yo elegí uno en particular, que es el que nunca para de trabajar. Nunca deja de ser guionista y vive de ser guionista exclusivamente, lo que es muy difícil de lograr en Latinoamérica en la época en que me inicié. Porque esporádicamente sale una película, y con una película no podés vivir. Muy de vez en cuando te puede llegar una propuesta de televisión; imaginate vivir de un corto, imposible”.
Guionista a tiempo completo
Gelós se dedica a “un oficio sencillo que requiere de mucha voluntad, y no rendirte nunca. De saber que te van a decir que no a tus 20 primeros proyectos. Te van a decir que no varias veces más, pero que eventualmente te van a decir que sí a uno y a partir de ahí se va hacer más fácil. Pero hay que tener espalda para aguantar los fracasos iniciales”, según reconoce.
Es de la dinámica de sus viajes de donde saca los textos para sus guiones. “El celular lo uso mucho para grabar y anotar, pero también mi esposa recibe WhatasApps a cualquier hora con anotaciones que sabe que son frases o cosas que me han dicho y que no quiero que se pierdan. Y me pone ‘ok, lo anoto’. Es mi ayuda memoria de un cuento que contaron, para luego reproducirlo en una historia”, señala.
La cooperación, es según su punto de vista, la forma de trabajo ideal. “Un guionista tiene que tener la capacidad de armar grupos. El guionista solo, hoy, para raros y pocos proyectos -te diré que para tristes proyectos- , porque trabajar en grupo es mucho más gratificante. Meterle voces a una obra es armar un coro, y entiendo la fascinación que puede generar un solista, pero el coro, cuando explota, es la voz de Dios. Latinoamérica es un país grande. De a ratos hay trabajos en cada provincia, y si nos juntamos entre todos, puede ser que haya más trabajo todavía. Estos pequeños matrimonios cinematográficos en la región (como llama a las coproducciones más frecuentes) son los que nos van a permitir mantenernos vivos a nivel audiovisual”, asegura.
Para él, el guionista es una suerte de fábrica que se lleva a sí mismo, como un caracol. “Antes decía ‘yo solamente voy con mi notebook a todos lados’ y ahora ¡ni con eso! Porque hoy voy con una tablet, más que nada para entretenimiento. Ya no es que necesitás mucho, vas con el bagaje encima, casi diría como un teatro ambulante a los que se refería Shakespeare. De pueblo en pueblo, contando historias. Y esto hace que te ordenes con lo que es verdaderamente importante y lo que no. Te das cuenta de todo lo que tenés, de todo lo que no necesitás y de lo que no imaginaste que necesitabas”.