Desde Asunción hasta Villarrica, un recorrido de poco más de 150 kilómetros nos permite visitar la cuna del ao po'i: Yatayty. En este lugar es posible atestiguar el valor de un tejido -que data de la época del Dr. Francia- de mano de sus mismísimas tejedoras.
Por: Jazmín Gómez Fleitas
jazmin.gomez@gruponacion.com.py
Fotos: Christian Meza
El viaje inicia temprano en la mañana, a las 7.30 para ser precisos. Y culmina alrededor de las 19.30. Son tres horas, aproximadamente, hasta llegar a la romántica ciudad de Yatayty, para conocer a las tejedoras más antiguas, ingresar a sus hogares, ver sus telares y el proceso de elaboración. Luego ir a Villarrica, pasear por la ciudad, subir al karumbe, visitar el Ykua Pyta y finalizar el recorrido en la Galería de AO, donde está resumida la historia del ao po’i y expuesta la muestra ‘Puntos’, para aprender acerca de algunos de los más de 200 que existen.
Esta iniciativa fue declarada de interés turístico, cultural y artesanal nacional. Y realmente lo es. A través del viaje uno puede sentir la conexión con nuestra cultura, al conocer en profundidad cómo las tejedoras y bordadoras conservan la destreza, cómo la aprendieron, y aún más, descubrir la técnica ancestral del ao po’iete. El recorrido puede hacerse un sábado al mes durante todo el 2018, empezando por el sábado 20 de enero.
Con destino a Yatayty
A poco de abordar el bus, se presenta nuestro guía: Inocencio Danei -quien trabaja en el sector del turismo desde hace décadas- y nos cuenta que la Ruta del ao po’i fue creada un año atrás. Ya le tocó llevar a muchos estudiantes, así como a turistas argentinos, uruguayos y brasileños, por mencionar algunos. Danei nos aclara que la cantidad mínima por viaje es de tres personas y que no hay un máximo establecido, ya que el tipo de bus se escoge según el número de participantes.
De ida, se hacen dos paradas técnicas que luego se repiten al retorno. La primera, en la Frutería de Paraguarí para comer una media mañana o aprovisionarse para lo que resta del camino. La segunda, en Mbocayaty, donde suben a bordo Rossana y Vanessa, las dos guías que nos acompañarán a Yatayty, junto a doña Pablina (96) y doña Digna (91) López, hermanas.
En Mbocayaty toma forma el encaje ju, un encaje que se realiza con dos palitos del tamaño de escarbadientes, ubicados de manera horizontal y vertical, respectivamente, para tramar la tela y luego bordar encima las flores. El 60% de la población se dedica a ello y el 40% restante, al bordado a mano.
Apenas ingresamos a Yatayty, nos aconsejan estar atentos al pasar frente a las casas, para observar a las personas tejer en sus espaciadas galerías. Yatayty es el primer municipio de Villarrica y el 90% de su población se dedica al tejido. Primero visitamos la casa de doña Pablina, y la encontramos sentada en su telar, trabajando. Ella no lleva la cuenta de las horas al día que pasa en ello, pero fácilmente, puede ser toda una tarde.
Ella es una de las más antiguas tejedoras que aún conserva la técnica del tejido a mano: ao po’iete que consiste en realizar el trabajo de manera artesanal. Es decir, recoger el mandiju pyta (algodón de color, o etimológicamente, algodón rojo) de su mismo patio, limpiarlo, hilarlo y luego ubicarlo en su telar para comenzar el trabajo. Por ejemplo, para realizar una toalla o un chal, se utilizan 200 hilos y para una manta o sábana, 600.
El aldodón sa’yju o de color marrón, escasea. Es una de esas reliquias que sorprende encontrar y que muchos no sabían que existía. doña Pablina nos muestra cómo lo va limpiando con su hábiles manos, llenas de experiencia. En limpiar el algodón e hilarlo, “pierde” al menos dos días. ¿Por qué considera que pierde tiempo? Porque el costo de su trabajo no incluye este proceso. Sí, es impactante saberlo. El metro de esta preciado ao po’iete lo vende a 40 mil Gs.
“Es demasiado valioso el trabajo que realiza. Y cada vez hay menos personas que lo hacen. doña Pablina es una de las cinco tejedoras que quedan en Yatayty y hay que entender que el ao po’i es el tejido y el bordado está hecho en el ao po’i (tela fina en guaraní). El ao po’iete es el hilado del algodón hecho a mano. Y para todo lo artesanal, la comercialización es el problema. Ahí entramos nosotros, para que ellas puedan tener ese canal de comercialización. Desde hace más de 20 años trabajamos con ellas en la exportación y hace un año que abrimos una tienda en Asunción”, explica Yennifer Brítez propietaria de AO S.A.
Yennifer, junto a su esposo, Roberto Servián fueron los impulsores de esta ruta que busca que los paraguayos conozcan de primera mano lo que este tejido representa para nuestra cultura. Doña Pablina se siente en confianza con ellos y cuenta que ya queda poca gente del lugar que quiere aprender a tejer ao po’i. Ella lo aprendió a los 12 años, y a los 15 ya empezó a vender. La historia de una ocupación que tejió su vida misma.
Luego de admirar el mantel de casi tres metros que tiene a la venta y de mirar embelesados cómo coordina sus manos y pies en un ritmo armónico de trabajo en el telar, nos despedimos de doña Pablina. Partimos entonces camino a visitar a su hermana, doña Digna, que se encuentra en la Feria del Ao po’i, en la plaza central de Yatayty.
Es sorprendente como Doña Digna no aparenta los más de 90 años que tiene. Y como ambas están llenas de energía para trabajar y sonrientes, conversan con los visitantes. Me pregunto, ¿qué pasará con ese conocimiento cuándo estas tejedoras ya no estén? ¿Nos vamos a perder del ao po’iete? ¿Será que las próximas generaciones lo conocerán?
Despedirse en Villarrica
Una vez recorridos todos los stands nos disponemos a partir a Villarrica para almorzar. Lo disfrutamos en el Cortijo Restaurante y luego de tomar fuerzas, vamos a conocer la Galería AO. Este es el momento en el que se hace el recorrido en karumbe, unos pequeños carros con techo y tirados por caballos, que se parecen a tortugas, lo cual dio origen a su nombre. También conocemos el Ykua Pyta, uno de los lugares más representativos de la ciudad, un parque con una laguna y frondosos árboles, que se cree, sirvió de inspiración para el poeta Manuel Ortíz Guerrero. Este lugar en realidad lleva su nombre, pero la tradición oral aún mantiene intacto el deYkua Pyta.
Una vez en la Galería AO, que se encuentra detrás de la tienda, se puede apreciar lo maravilloso del ao po’i al ver sus dos paredes laterales llenas de cuadros con los puntos utilizados y sus respectivos nombres. Es lo primero que llama la atención: los 48 cuadros que contienen los puntos más emblemáticos y curiosos utilizados en el ao po’i, de los más de 200 que se conocen. Puntos como jatevu’i o garrapatita, jazmín florecido, kambá resa u ojos de morocho, resa jajái u ojos brillantes, lechuza resa, entre otros.
Al ingresar, el recorrido inicia por la izquierda, donde están la mitad de los cuadros de las tejedoras más antiguas y luego una vitrina especialmente dedicada al ao po’iete. Allí se encuentran fotografías de camisas de Francisco Solano López o Fernando de la Mora, recolectadas de la Casa de la Independencia, del Museo del Barro y del Museo Militar. Todas ellas, realizadas en el auténtico ao po’i, el ao po’iete. También se vislumbra el algodón sa’yju, y algunos productos realizados por doña Digna, a través de los que se exhibe el proceso de elaboración del tejido.
Luego de mirar la vitrina nos encontramos con un mantel de tres metros y medio hecho en ao po’iete, colgando desde el techo, el cual doña Digna tardó más de cinco meses en realizar. Y que se yergue imponente, con bordados en un 95% del espacio. Continuando el circuito, empiezan los cuadros de los puntos, cada uno de ellos con su ficha técnica, la medida del punto y sus nombres en guaraní y español.
La curaduría fue realizada por Alban Martínez, crítico de arte y especialista en arte popular y contemporáneo. A lo largo de la exposición también se encuentran textos de historiadores y expertos en arte como: Milda Rivarola, Ticio Escobar o Lia Colombino. Y en el techo, está el Tejido del Cielo, que contiene del lado derecho todos los bordados que se usan en camisas masculinas; del izquierdo, en camisas femeninas; y salpicados en el centro, los que se utilizan en mantelería. Y para concluir, la mitad restante de los cuadros de las tejedoras y sus datos.
Hasta aquí, el fin del recorrido, donde Yennífer y su esposo Roberto Servián nos acompañan. Nos despiden explicando que detrás de la galería se encuentra la fábrica y que hace más de 20 años exportan prendas realizadas con este tejido a España, Francia y Uruguay como mercados mayoritarios, pero también a otros países de Europa, Estados Unidos y Japón.
Hay una actividad extra para quienes se animen: bordar en tejido rústico y llevarlo consigo. Me animé a hacerlo. Comprendí que para bordar, se cuentan los espacios, un trabajo de lo más preciso y en el cual uno se siente un poco torpe cuando los dedos no están acostumbrados a sostener agujas, sino a teclear.
¿Cómo hacer el recorrido?
Las fechas programadas a lo largo del 2018 son: 20 de enero, 24 de febrero, 24 de marzo, 21 de abril, 26 de mayo, 23 de junio, 21 de julio, 25 de agosto, 22 de setiembre, 20 de octubre, 24 de noviembre y 15 de diciembre. Todos los viajes se realizan el día sábado y siempre saliendo desde el Shopping del Sol. Para reservas o concertar salidas grupales, llamar al: +595 983 408-601 y +595 994 647-625 o escribir a reservas@asuncioncitytou.com.py y operaciones@asuncioncitytour.com.py. El tour no incluye alimentos, sí guía, vehículo y un obsequio.