En el mundo laboral hay cada vez más personas que se suman a la idea de emprender un proyecto propio y colaborar con el de otros. Entonces, ¿es el coworking la nueva forma de trabajo?
Por: Micaela Cattáneo
Fotos: Gentileza
Desde que un trabajador se independiza tiene dos alternativas: manejar las tareas desde su casa o alquilar una oficina para emprender sus proyectos. Lo primero puede resultar muy atractivo, siempre que no se mezcle la vida personal con la profesional; lo segundo, quizás, sea mucho más efectivo, pero no por eso más fácil ya que el alquiler de una oficina también implica invertir por ella: muebles, computadoras, servicios de luz y agua, entre otras cosas.
Hace como cinco años Paraguay se sumó a una nueva forma de trabajo que, desde el 2009, venía dando qué hablar en los Estados Unidos; una alternativa para la pregunta que muchos freelancers se hacían: “Y ahora, ¿dónde voy a trabajar?”. El coworking fue la respuesta a esa inquietud, pero más allá de ser sólo un espacio físico donde ocuparse de los asuntos profesionales, se convirtió -según los expertos- en “la punta del iceberg de la economía colaborativa”.
Vi muchos proyectos en conjunto entre empresas y emprendedores que difícilmente se hubiesen realizado si no estaban compartiendo un espacio de trabajo y colaboración. Las buenas experiencias no sólo dependen del espacio, de que sea ‘lindo’ o esté bien equipado, depende en un mayor porcentaje de la gente, de qué tan abierta esté a vivir esa colaboración”, reflexionó Oliver Stanley, director de Loffice, una red de espacios de coworking ubicados en cinco puntos de Asunción.

Para entender al coworking como “más que un espacio de trabajo para emprendedores o empresas independientes”, Bruno Vaccotti, al frente de Pomodoro Work Club en su momento inicial, explicó: “Es una dinámica que trasciende del ego para construir, colaborar, contribuir y co-crear, en un juego de palabras casi casual. Vivimos en tiempos donde los paradigmas convencionales de trabajo muestran obsolescencia o estancamiento y la experiencia colaborativa surge como una ruptura brusca al sistema individualista”.

En ese sentido, Leticia Centurión, quien se desempeña como coach y asesora empresarial, destaca que, hoy en día, la población joven tiene mucho que ver en esa nueva visión sobre cómo trabajar. “Que el trabajo sea más autónomo y flexible. La nueva generación quiere poder elegir cómo, cuándo y dónde trabajar. Exige confianza y demanda autonomía, lo que no significa que dejen de tener en claro los valores del trabajo. Quieren un espacio donde puedan desarrollar de la mejor forma su talento”.
El mismo mensaje asume Carolina de Bestard, consultora de recursos humanos: “La aparición de los millenials en el mundo laboral trajo consigo un espíritu más emprendedor, poco apego a las estructuras y formas tradicionales de trabajar y una demanda de mayor flexibilización en todo lo que hacen”.
Y es que en ese espacio donde el trabajador “desarrolla de la mejor forma su talento”, las ideas y los proyectos se comparten con el fin de colaborar con los objetivos de cada uno. “El coworking aporta diversidad, frescura y novedad. El emprendedor tiene la posibilidad de encontrar a una silla de distancia el proveedor que busca, el socio para determinado proyecto o la voz de mentoría que lo ayude”, comenta Stanley.
Ambos aseguran que el coworking aún parece estar en una etapa tímida en cuanto a expasión y crecimiento, pero no por eso menos efectiva. “Hemos evolucionado al punto de no considerarlos espacios underground de trabajo. Las empresas recurren cada vez más a estos espacios en búsqueda de soluciones a problemáticas dentro de las mismas y, muchas veces, sin terminar de entender qué precisamente es un coworking”.

¿Qué hace falta para que se dé esa expansión? “Que todo el sector económicamente activo pueda comprender que compartir es la nueva manera de competir y que las soluciones a esas problemáticas que tienen, quizás, se encuentren en sistemas externos con los que hoy no tienen relacionamiento directo”, responde Vaccotti.

Desde la apertura de Citizen Space –el primer espacio de coworking en los Estados Unidospor Brad Neuberg, a quien atribuyen la creación del término, esta forma de trabajo ha sido tendencia. Los más de ocho mil espacios en el mundo sólo terminan por confirmarlo. “Grandes compañías y multinacionales están entrando a espacios de coworking con sus equipos de innovación o nuevos negocios, justamente, para estar cerca de las nuevas ideas, de los emprendedores y de las empresas que generan impacto”, señaló el director de Loffice.
¿Teoría en la gestión?
Según el último estudio publicado por Emergent Research -compañía dedicada al análisis de las tendencias sociales, tecnológicas y económicas- dentro de apenas tres años existirán en el mundo alrededor de 26.000 espacios de coworking, el doble de la cifra registrada actualmente; números que indican que la gestión de estos espacios también deberá duplicarse en calidad.
Pero entonces, ¿es necesaria la formación para liderar un espacio de este tipo? “Todo territorio generado necesita una gestión, una visión conjunta y normas de convivencia. Si nos limitamos a ver el coworking como un negocio inmobiliario, será mejor que revisemos nuestra brújula”, empieza Bruno, actualmente al frente de la educación emprendedora de la Fundación Paraguaya.
Y agrega: “El coworking es un lugar de cohesión y fusión, donde una persona que simplemente quiere un escritorio diferente al que podría tener en su casa, probablemente, no se encuentre en el sitio adecuado. Se necesitan articuladores para iniciar el proceso, para acompañar el nacimiento de la cultura que se está gestando en el lugar y administrar las tensiones que puedan surgir”.
Por su parte, Stanley asegura “que si bien el manejo de los espacios es en cierta manera sencillo, lo más importante es el contenido que se genera para los coworkers. La experiencia debe ir mucho más allá de una ‘linda oficina’ o de lo estrictamente laboral, por eso todos los meses gestionamos charlas, eventos, capacitaciones e incluso after office”.
Pero hay un eslabón que explica por qué estos espacios cosechan tantos éxitos en el mundo laboral. Vaccotti lo resume: “La economía del conocimiento es la que está generando mayor crecimiento exponencial de fuentes de trabajo y de divisas; oficinas de unos cuantos cientos de metros cuadrados generan mayores ingresos que nuestra capital. Paraguay tiene el potencial para generar innovaciones no sólo para el país sino también para el mundo y los bankers que generan esas acciones tienen un nombre: Coworkings”.

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