A mediados de la década de 1970, las dictaduras militares del Cono Sur se unieron para perseguir y eliminar a disidentes de izquierda más allá de las fronteras nacionales, como parte de un plan secreto conocido como “Operación Cóndor”. Cientos de personas fueron asesinadas bajo este programa de terror estatal apoyado por Estados Unidos, en el que participaron Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, sin contar las miles de víctimas de esas dictaduras en sus propios territorios.
En el 50º aniversario del golpe de Estado que derrocó al socialista Salvador Allende y puso en el poder al general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973, repasamos la guerra encubierta que Chile y otros países libraron contra la izquierda.
Los detalles de la Operación Cóndor solo emergieron a principios de 1990 después de que se descubriera un conjunto de documentos en Paraguay conocidos como los “Archivos del terror”, que contenía información sobre la colaboración entre los servicios de represión de Sudamérica. Documentos desclasificados por Estados Unidos posteriormente dieron luces sobre el papel de Washington en esta operación.
Lea más: “Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto”
Garage argentino
La mayoría de los asesinados y secuestrados por la Operación Cóndor fueron detenidos en Argentina, donde muchos militantes de izquierda chilenos, paraguayos y uruguayos se exiliaron antes de que la presidenta María Estela Martínez de Perón fuera derrocada en 1976.
En un garaje de Buenos Aires, militares argentinos y uruguayos detuvieron y torturaron a cientos de disidentes de varios países. En 2016, 15 exoficiales fueron condenados en Argentina por su rol en estas atrocidades.
Crimen de Carlos Prats
En la antesala de la creación de la Operación Cóndor se produjo el crimen de Carlos Prats, exjefe del Ejército chileno y ministro del gobierno de Allende, quien fue asesinado junto a su esposa en Buenos Aires, en 1974, por una bomba puesta en su auto. En 2008, el exjefe de la policía política de Pinochet Manuel Contreras fue condenado en Chile por este hecho. En la misma línea, el dirigente de la Democracia Cristiana chileno Bernardo Leighton y su esposa sobrevivieron a un intento de asesinato en Roma en 1975.
Pero el asesinato con más repercusiones fue el que tuvo lugar en Washington en 1976. Un explosivo adosado a su auto mató a Orlando Letelier, canciller en el gobierno de Allende, y su asistente estadounidense Ronni Moffitt. Todas estas operaciones fueron organizadas por la policía política de Pinochet, la temida Dirección Nacional de Inteligencia (DINA).
Lea también: Tortura, desaparición y exilio, las heridas abiertas por la dictadura chilena
Reunión de jefes
La Operación Cóndor fue creada en Chile en noviembre de 1975, cuando Manuel Contreras, jefe de la DINA, convocó a una reunión en Santiago a jefes de inteligencia de otras dictaduras sudamericanas. Contreras recibió una primera condena en 1995 por su participación en varios asesinatos. Murió en prisión en 2015, a los 86 años, condenado a 529 años por múltiples denuncias de torturas, secuestros y asesinatos. Pinochet, que falleció en 2006, se libró de ser juzgado por esta operación y otros crímenes de lesa humanidad.
Luz verde del Norte
Estados Unidos sabía de la Operación Cóndor y por años no se opuso a ella, ya que veía a las dictaduras sudamericanas como un baluarte contra el comunismo. “Si hay cosas que deben hacerse, deberían hacerlas rápido”, le dijo el secretario de Estado Henry Kissinger, en 1976, al ministro de Relaciones Exteriores argentino César Augusto Guzzetti, dándole luz verde para acabar con la oposición, según documentos desclasificados por Estados Unidos. En una visita a Argentina en 2016, el entonces presidente Barack Obama admitió que Estados Unidos fue “demasiado lento” en condenar la dictadura argentina, pero no llegó a disculparse.
Fuente: AFP.