En un restaurante a orillas del Nilo, una juventud de estilo ecléctico se contornea bajo unos láseres fluorescentes. En los platos pincha Yas Meen Selectress que, como otras DJ en Egipto, abre la pista de baile a todos y, especialmente, a todas.

Aunque el oficio de disyóquey cuenta con “una mayoría aplastante de hombres, cada vez más talentos femeninos encuentran la fuerza y la valentía de convertirse en DJ, inspiradas por pioneras como Sama Abdulhadi”, afirma a la AFP la periodista musical y DJ ocasional Hala K, en referencia a la artista palestina que ahora pincha su música en el festival estadounidense Coachella.

“En El Cairo, he podido ver mujeres detrás de los platos. Son potentes, talentosas y competentes: saben hacer bailar a la gente”, afirma esta yemenita instalada en Ámsterdam, pero que visita habitualmente las capitales árabes.

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“El número de mujeres DJ ha aumentado en la región en diez años”, confirma a la AFP Frederike Berje, del instituto de cultura alemana Goethe en El Cairo. “Pero la escena musical, en Egipto y en muchos otros países, sigue dominada por hombres, sobre todo en la producción y la gestión de salas de conciertos”, señala.

Divertirse y empoderarse

“No soy la primera DJ, pero soy una de las primeras en haber creado una entidad a mi alrededor”, explica la productora y pinchadiscos A7ba-L-Jelly. “Con mi colectivo Jelly Zone, programo DJ, hombres y mujeres, para noches basadas en la inclusión musical, de género y de clase social”, dice tras haber hecho bailar a los jóvenes de El Cairo con unos ritmos electrónicos.

“He querido organizar eventos en los que me sienta segura, sin acoso”, añade esta música a la AFP. Yas Meen Selectress, que reside entre El Cairo y Nueva York, reconoce las carencias. “Hay menos mujeres que hombres en el oficio debido a las tradiciones, la sociedad y otros factores” en los países árabes donde menos del 20% de las mujeres tienen un empleo remunerado, una cifra que no mejora desde hace 15 años, según el Banco Mundial.

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“Toda mi vida he visto hombres en los platos”, dice Menna Shanab, una egipcio-estadounidense de 26 años que acudió al concierto. “Es bueno ver evolucionar la escena musical”, agrega. Aunque “ser definida únicamente por el género es reduccionista”, apunta. Pero para Dalia Hassan, el género es uno de sus argumentos de venta cuando organiza veladas únicamente para mujeres, explica a la AFP.

Les “encanta encontrarse entre ellas, con una mujer DJ a los mandos”, sobre todo “aquellas que llevan un pañuelo”. En las fiestas que organiza desde principios de los 2000 en ciudades árabes, las asistentes pueden “vestirse y bailar como quieran”. “Está claro que esto les ayuda a divertirse y a sentirse empoderadas, pero al mismo tiempo no queremos que las mujeres DJ se aislen del resto del público. Al contrario, deben ser visibles”, dice Hala K.

No hay espacios

Para la investigadora franco-tunecina en París, Hajer Ben Boubaker, “las cantantes siempre han estado bien representadas en la escena cultural árabe” “El símbolo por excelencia de la cultura musical egipcia sigue siendo la mítica Umm Kulthum”, una cantante, compositora y actriz con una exitosa carrera entre los 1920 y los 1970, agrega.

Pero “las mujeres están muy poco representadas en la escena electrónica egipcia del mahrajanat, que es la música que se difunde más masivamente”, apunta en referencia a esta fusión entre electrónica y música popular egipcia. Desde Nueva York a Tokio, pasando por Dubái y París, el público cada vez se menea más con ritmos árabes. Pero en Egipto, los artistas apenas pueden producir espectáculos.

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“El mayor desafío para nosotros es encontrar salas, como no hay espacios dedicados, no podemos pinchar nuestra música”, dice Yas Meen Selectress, que luce un top, una garantilla blanca y un corte de pelo masculino. “La industria de la música, y todavía más la de la electrónica, depende enormemente en iniciativas privadas y la implicación individual de artistas”, dice la especialista cultural Berje.

Aunque la élite cultural egipcia respalda a numerosos artistas, no deja de poner palos en las ruedas a raperos, DJ y otros músicos electrónicos. “Aquellos que se producen sufren cada vez más para encontrar lugares donde pinchar debido a su número extremadamente limitado”, agrega.

Fuente: AFP.

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