Los precios se dispararon desde el fin de los confinamientos por el COVID y el inicio de la guerra de Ucrania y, según el FMI, la inflación mundial alcanzará un 8,3% este año. ¿Cómo afecta esto en los hogares? Desde el inicio de la guerra, los precios del petróleo se dispararon siendo Rusia el tercer productor mundial. El barril de Brent del mar del Norte rozó los 140 dólares antes de volver bajo el umbral de los 100.
Eso provocó un encarecimiento de la gasolina, superando los dos euros por litro en marzo en Francia, Alemania o Reino Unido, o cinco dólares el galón (3,78 litros) en Estados Unidos a mediados de junio, antes de moderarse en las últimas semanas.
Lo mismo para el fuel y el gas: la energía es de lejos el primer componente de la inflación en la zona euro, con un aumento del 38,% interanual en agosto, según las cifras de Eurostat publicadas este viernes. Esto repercute en toda la economía al aumentar los costes de producción de las empresas. La situación es tan crítica que algunas fábricas han cerrado para evitar facturas demasiado elevadas.
Pastas, judías y tortillas
Al ser Ucrania el “granero de Europa”, la guerra ha disparado los precios de los cereales y llevó al trigo a batir récords a principios de marzo. Por ello, la pasta se encareció. En mayo, Allianz estimó que había aumentado un 19% en la eurozona en los últimos 18 meses.
En Canadá, gran exportador de trigo, el paquete de 500 gramos de pasta subió 60 céntimos de precio en un año hasta los 3,16 dólares canadienses (2,39 dólares estadounidenses), según cifras oficiales. En Tailandia, los fideos instantáneos, un producto muy popular cuyo precio está limitado por el Estado, subieron de precio en agosto por primera vez en 14 años, pasando de 1 bat (0,03 dólares) a 7 bats.
En lo que respecta al maíz, el kilo de tortilla, alimento básico en México, aumentó 2,79 pesos (0,15 dólares) de media entre enero y mediados de septiembre, según datos oficiales. Es uno de los productos que influye más en la inflación del país. En Brasil, otro alimento presente en la mayoría de comidas, las judías “cariocas” costaban en agosto un 22,67% más que un año antes, según el instituto nacional de estadística.
La carne
Con el grano más caro, alimentar el ganado es más costoso, con lo que los precios de la carne aumentan. El cerdo, la carne más consumida en China, alcanzó en agosto un aumento del 22% en un año. La agencia Xinhua anunció el viernes que las autoridades recurrirán a sus reservas estratégicas de este alimento por segunda vez este año para estabilizar el precio.
En Argentina, la carne de ternera picada, popular por sus precios tradicionalmente bajos, aumentó un 76,7% interanual. El país sufre una de las peores tasas de inflación del mundo, de 56,4% en los primeros ocho meses del año. En Europa incrementó especialmente el precio de las aves de corral, fomentado también por la gripe aviar. Los 100 kilos de pollo se encarecieron un 33% interanual en agosto, según datos de la Comisión Europea.
La cerveza
La inflación también se nota a la hora de las copas: la cerveza paga el encarecimiento de la cebada y el trigo, pero también del aluminio de las latas y el cristal de las botellas. Estas bebidas son un “70% más caras que antes de la guerra” en Ucrania, según la asociación Cerveceros de Europa.
El holandés Heineken señaló que había aumentado un 8,9% de media sus precios en el primer semestre. Según las estimaciones de Bloomberg, el brasileño-belga AB InBev (Corona, Budweiser, Quilmes...) subió los suyos un 8%. En Reino Unido, la pinta de cerveza superó las cuatro libras esterlinas, el nivel más alto desde 1987, según la Oficina Nacional de Estadística.
Los periódicos
El papel también se vende más caro. Su fabricación requiere mucha energía y el precio de la pasta de papel había aumentado ya con la reanudación de la actividad tras los confinamientos. Periódicos franceses como Le Figaro, L’Humanité o Le Point se han encarecido en algunas decenas de céntimos de euro desde enero.
En Reino Unido, diarios como The Sun, The Times o The Sunday Mail anunciaron también aumentos de precio. Otros periódicos optaron por reducir su paginación. Globalmente, los precios de los diarios subieron un 6,5% en julio según Eurostat.
¿Remedio peor que el mal?
En Estados Unidos, el Reino Unido, la Eurozona, pero también en la mayoría de las economías emergentes, los aumentos de las tasas de interés se suceden a un ritmo frenético para frenar la inflación. Pero los críticos temen que ésto ponga fin al crecimiento. “Me recuerda lo que sucedía (en la antigüedad) con las sangrías”, afirma el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz a AFP, en referencia a la práctica de hacer sangrar a un enfermo para curarlo.
“Cuando se hacía una sangría a un paciente, por lo general no se curaba, salvo milagro. Cuanto más lo sangraban, peor se ponía. Temo que los bancos centrales estén haciendo lo mismo”, criticó. Esta semana, los bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea deberían seguir ajustando el cinturón. La Fed podría aumentar el miércoles sus tasas en 0,75% o incluso un punto porcentual entero, después de cuatro aumentos desde marzo.
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Sudáfrica, Brasil y Suecia también buscan combatir la inflación. El objetivo es aumentar el coste del crédito concedido a los hogares y a las empresas, ralentizar el mercado laboral, los incrementos salariales y, en última instancia, el aumento de los precios. Sin embargo, después de seis meses de guerra en Ucrania y de las devastadoras consecuencias en algunas regiones del mundo, algunos están preocupados por las consecuencias de políticas restrictivas que intervienen de manera sincronizada.
“¿La economía necesitaba esto para frenar?”, se pregunta Eric Dor, director de estudios económicos en la escuela de negocios francesa IESEG. Según él, “la inflación creó la caída de la actividad, los hogares perdieron poder adquisitivo y el aumento de los salarios es inferior a la inflación”.
“Esto representa un freno al consumo”, especialmente en Europa, donde los aumentos de las tasas de interés pueden debilitar aún más la economía, comenta. “Es posible que cause un poco de pérdida de crecimiento”, reconoció el viernes la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, durante una conferencia en París. Pero para ella, “es un riesgo que hay que correr”.
Recesión mundial en 2023
La prioridad es frenar la subida de los precios, afirmó también la responsable de Economía y Finanzas del presidente Joe Biden, Janet Yellen, reconociendo “un riesgo” de recesión en Estados Unidos. El espectro de la inflación de los años setenta y ochenta, cuando los precios se dispararon durante casi diez años, siempre está presente.
El Banco Mundial, por su parte, estimó el jueves que el aumento simultáneo de las tasas de interés refuerza el riesgo de una recesión mundial en 2023, especialmente en los países emergentes y en desarrollo, y pide a los bancos centrales que continúen sus esfuerzos para reducir la inflación.
Además del remedio adoptado y sus efectos secundarios, el debate se centra también en las causas del mal. Según Stiglitz, el aumento de la inflación se debe menos a un exceso de demanda que a los aumentos de los precios de la energía y los alimentos y a los persistentes bloqueos de las cadenas de suministro. Fenómenos contra los cuales los bancos centrales tienen un campo de acción mucho más reducido.
“Utilizan un remedio para un diagnóstico erróneo”, destaca el economista, advirtiendo que en Estados Unidos los precios de los alquileres podrían seguir subiendo bajo el efecto del aumento de las tasas, y por lo tanto la inflación persistirá. “El riesgo es que, sin tener un impacto real sobre la inflación, esta política aumente el coste en términos de actividad y empleo”, añade Eric Dor en relación con Europa.
“Una política monetaria más estricta tendrá inevitablemente costes económicos”, reconoció por su parte en julio el jefe economista del Fondo Monetario Internacional, Pierre Olivier Gourinchas, precisando que “todo retraso no hará más que exacerbarlos”.
Frente a los límites de las políticas monetarias, este último había preconizado “un apoyo presupuestario específico” por parte de los gobiernos, una solución sobre la cual se está llegando a un consenso en todo el mundo, a pesar de su elevado coste sobre las finanzas públicas ya muy deterioradas.
Fuente: AFP.