Desde caricaturas antisemitas del siglo XIX a informaciones falsas vinculadas a la pandemia del COVID-19, la dinastía Rothschild, que contribuyó a la época de oro en Europa, es uno de los objetivos predilectos de las teorías de la conspiración. Una exposición instalada hasta el 5 de junio en el museo del Judaísmo de Viena recorre su historia e intenta comprender por qué continúa suscitando tantos rumores irracionales.
“Era una familia originaria del gueto judío de Fráncfort. Todo comienza con un pequeño comerciante de monedas que envió a cada uno de sus cinco hijos a ciudades europeas, incluida Viena” en 1821, explica la comisaria Gabriele Kohlbauer-Fritz. “Su rápido éxito inspira a los caricaturistas”, continúa su colega Tom Juncker. Entonces se convierten en “el rostro de la industria bancaria naciente”.
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Tras la abolición de la censura en 1848, las viñetas abordan progresivamente el tema de una “pretendida conspiración judía mundial que de hecho se ha mantenido hasta ahora”. “Los hemos señalado como los culpables, en lugar de atribuir a los mecanismos especulativos del capitalismo la responsabilidad de ciertas carencias del sistema”, añade Juncker.
Una litografía del siglo XIX representa, por ejemplo, al fundador Mayer Amschel Rothschild con una complexión opulenta y nariz aguileña, jugando con las clases dirigentes como si fueran malabares.
Culpables de todo
Después de 1945 y el genocidio de judíos en Europa, mostrar abiertamente antisemitismo estaba castigado por la ley y el nombre Rothschild se convirtió en “un código”, “un nombre genérico” para criticar el poder de las élites. “Sobre todo ahora, en el marco de la pandemia de coronavirus, está nuevamente de actualidad: nos encontramos todavía con los Rothschild”, señala Tom Juncker, ante una gran pantalla que reproduce mensajes conspiranoicos difundidos en redes sociales.
En otoño de 2020, publicaciones compartidas miles de veces en Facebook, arremetiendo contra la “estafa del COVID”, afirmaban que un tal Richard Rothschild había registrado una patente para un test de diagnóstico del virus en 2015.
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El hombre no tenía ningún vínculo con Rothschild & Co, como confirmó en esa época una portavoz a la AFP. Pero, además, aunque existe la patente, que describe técnicas de análisis de datos biométricos, la parte consagrada al COVID no se añadió hasta una actualización de septiembre de 2020.
Aun así, usuarios del mundo entero vieron allí la prueba que la familia sabía antes que el resto de mortales en qué situación el mundo se vería arrastrado. “Alguien aquí se dio cuenta muy temprano que había dinero a ganar con una enfermedad” que se empezaría a expandir cuatro años después, decía un internauta en Facebook.
En otro caso, una integrante de la dinastía aparece posando en un lujoso decorado frente una pintura que representa una criatura diabólica que devora bebés. También es falso: la foto original no muestra la misma pintura, según las investigaciones del equipo de verificación digital de AFP.
Herencia olvidada
Lejos de ser responsable de todos los males occidentales, los Rothschild contribuyeron con una aportación decisiva en Europa gracias a “su gestión muy moderna”, asegura Kohlbauer-Fritz. El Imperio austrohúngaro atravesaba recurrentes dificultades financieras y Salomon Rothschild (1774-1855) se convirtió rápidamente en indispensable para la monarquía hasta ganar títulos nobiliarios, aunque sin ceder a la asimilación ni renunciar a su judaísmo.
El banco Credit-Anstalt, un hospital puntero, una gran fundación, una estación, un jardín... Casi todo lo que él y su familia construyeron en Viena antes de la anexión de Austria por Adolf Hitler ha desaparecido hoy. “Los nazis lo tomaron prácticamente todo”, lamenta la comisaria de la exposición llamada “Rothschild en Viena, un thriller”. La parte vienesa de la familia emigró a Estados Unidos y sus descendientes jamás volvieron.
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“Incluso después de la guerra, los tratamos de manera indecente”, forzándoles a ceder parte de sus bienes para demolerlos y erigir construcciones modernas, relata Gabriele Kohlbauer-Fritz, que se sumergió en una búsqueda del tesoro para reencontrar las huellas de esta herencia olvidada.
No fue hasta 2016 que Viena dedicó un lugar a los Rothschild. La parte napolitana de la familia cerró el negocio en 1863 después de que la unificación de Italia relegara la ciudad a un segundo plano. Pero la saga continúa escribiéndose actualmente desde Londres, París o Nueva York, donde hospitales, bancos y fondos de inversión mantienen viva la marca en el espacio público.
Fuente: AFP.