El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, de 66 años, ha sufrido varios problemas de salud desde que asumiera el poder en 2019, en su mayoría relacionados con la puñalada que recibió en 2018, durante un acto de campaña. Recientemente fue hospitalizado en Sao Paulo por una nueva obstrucción intestinal y tuvo el alta, sin necesidad de una cirugía.
- 6 de septiembre de 2018: un mes antes de la primera vuelta de las presidenciales, Bolsonaro es apuñalado en el abdomen en medio de la multitud durante un acto de campaña en Juiz de Fora, estado de Minas Gerais (sureste de Brasil). Su atacante, un hombre con problemas mentales, le perfora varias veces el intestino, lo que le hace perder más de dos litros (40%) de sangre. Lo operan de urgencia en un hospital local, antes de transferirlo al Hospital Albert Einstein de Sao Paulo.
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- 12 de septiembre de 2018: Bolsonaro es operado nuevamente debido a adherencias en su intestino delgado. También le reparan una fístula en una sutura de la primera cirugía.
- 29 de septiembre de 2018: 22 días después del ataque y faltando una semana para las elecciones, Bolsonaro sale del hospital. No participa en ningún debate televisivo con otros candidatos.
-28 de enero de 2019: casi un mes después de su investidura como presidente, es sometido a una nueva operación para retirarle la bolsa de colostomía que debió usar tras el atentado. La cirugía se revela más larga (siete horas) y más compleja de lo previsto debido a numerosas adherencias intestinales.
- 8 de septiembre de 2019: nueva internación y cuarta cirugía, esta vez para corregirle una hernia abdominal en la cicatriz de la operación anterior.
-23 de diciembre de 2019: Bolsonaro pasa la noche en un hospital de Brasilia tras sufrir “una caída en el baño”.
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- 6 de julio de 2020: el presidente es diagnosticado con COVID-19. Presenta síntomas leves y asegura “estar mejor” después de tomar hidroxicloroquina, un medicamento contra la malaria probadamente ineficaz contra el nuevo coronavirus.
El jefe de Estado, que desde siempre ha minimizado la dimensión de la pandemia, se recupera tras 19 días de aislamiento en la residencia oficial de Brasilia, y obtiene un test negativo el 25 de julio. A día de hoy, asegura que no se ha vacunado contra el COVID.
- 25 de septiembre de 2020: Bolsonaro se somete a una cirugía para retirarle un cálculo renal.
- 14 de julio de 2021: ingresa en el hospital para tratar una obstrucción intestinal y una crisis de hipo que ya le dura diez días. Los médicos optan por un “tratamiento conservador”, sin cirugía.
- 3 de enero de 2022: de vacaciones en el estado de Santa Catarina (sur), Bolsonaro debe ser trasladado e internado de urgencia en Sao Paulo por una nueva obstrucción intestinal y se realiza exámenes para una “posible cirugía”.
Provocación y negación
Tras ser elegido con un discurso misógino, homófobo y nostálgico del régimen militar, el presidente brasileño Jair Bolsonaro ha mantenido la provocación como método para gobernar, negando desde la gravedad de la pandemia hasta la inexorable deforestación amazónica.
Este excapitán del Ejército, de 66 años, ha sufrido desde su llegada al poder en enero de 2019 varios problemas de salud, con cuatro cirugías importantes derivadas de la puñalada que recibió en el abdomen durante la campaña electoral en 2018.
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El exparacaidista, que prometió “restablecer el orden”, ha encadenado las crisis en el seno de su gobierno, con una docena de ceses o renuncias de ministros en medio de polémicas, y se ha enfrentado a otras instituciones, especialmente el poder judicial.
Sus declaraciones “políticamente incorrectas” llegaron a su paroxismo a lo largo de la pandemia, que calificó de “gripecita”, cuestionando la eficacia de las vacunas, que podían convertir a la gente en “cocodrilo”, y oponiéndose a las medidas de confinamiento, alegando sus efectos económicos negativos. Una comisión senatorial (CPI) pidió su inculpación por “crímenes contra la humanidad”, entre otros delitos, por su caótica gestión de la pandemia, que ha dejado casi 620.000 muertos en el país.
Pedidos de impeachment
Y los pedidos de impeachment contra el mandatario de ultraderecha se han multiplicado. Bolsonaro reacciona a menudo de forma irascible: “Me cago, me cago en la CPI. No voy a responder nada”, lanzó en julio de 2021, en respuesta a senadores que le pedían explicaciones.
Según las encuestas, el mandatario sería derrotado por amplio margen en los comicios del próximo octubre por el expresidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), que todavía no confirmó su candidatura. Su confrontación con la prensa es constante y privilegia las conversaciones con sus partidarios a la salida de su residencia oficial y el uso de las redes sociales a exponerse en conferencias de prensa.
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“¡Cállate la boca!”, espetó a una periodista que le preguntó por qué estaba sin mascarilla en un acto oficial; a otro le dijo que tenía una “cara de homosexual terrible” y calificó al poderoso grupo mediático Globo de “prensa de mierda”. En julio de 2021, ingresó en la lista de “depredadores de la libertad de prensa” de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) por su “retórica sucia y beligerante”.
Durante su presidencia, la deforestación amazónica se disparó, alentada por el debilitamiento de los organismos de control y la promoción de leyes de apertura de zonas protegidas a actividades agropecuarias y mineras. Esas posturas provocaron crisis diplomáticas con países europeos y complicaron el inicio de sus relaciones con el estadounidense Joe Biden.
Apoyo de los “lobbies”
Bolsonaro fue diputado durante 27 años, pero fue electo prometiendo el fin de la “vieja política” de intercambio de favores, así como mano dura contra la corrupción y la flexibilización del porte de armas en un país con altos índices de violencia. Un discurso que encontró el terreno abonado después de la megaoperación anticorrupción Lava Jato y el desgaste de los gobiernos de izquierda después de 13 años en el poder.
Como parlamentario, justificó en varias ocasiones la tortura durante la dictadura (1964-1985) y ya presidente insinuó que podría recurrir al ejército para resolver crisis institucionales. A poco de subir al poder, rompió con el partido que le había servido de base electoral y trató de gobernar con el apoyo de los poderosos “lobbies” del Congreso, en particular de los representantes del agronegocio y de las iglesias pentecostales, a una de las cuales pertenece su esposa, Michelle.
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En su condición de católico, algunos se sorprendieron de que sus cinco hijos (los tres primeros políticos como él) fueran fruto de tres matrimonios. Nacido en 1955 en Campinas, cerca de Sao Paulo, en una familia de origen italiano, Bolsonaro siguió una carrera militar marcada por episodios de insubordinación.
Con su padre Percy Geraldo Bolsonaro aprendió a “garimpar”, a buscar oro. Pasó la mayor parte de su carrera política en Rio, donde fue elegido concejal en 1988 y diputado federal tres años después. En 2014, provocó un escándalo al enfrentarse violentamente a la diputada izquierdista Maria do Rosario, diciéndole que “no merecía” ser violada por ser “demasiado fea”. En una entrevista con la revista Playboy en 2011, dijo que prefería tener un hijo “muerto en un accidente” en lugar de homosexual.
Fuente: AFP.