El consumo de la yerba mate es una de las costumbres más arraigadas en la cultura paraguaya y un elemento primordial de socialización, principalmente a través del tereré. Sin embargo, no siempre fue una costumbre aceptada, al menos en el plano oficial, puesto que llegó a ser perseguida por autoridades coloniales e incluso fue denunciada ante la Inquisición como una práctica demoniaca.
Por Paulo César López
paulo.lopez@gruponacion.com.py
Este 11 de octubre se conmemora el Día de la Yerba Mate, una fecha instituida con el fin de difundir y valorizar su uso como elemento tradicional de la cultura paraguaya, así como para incentivar la investigación sobre sus propiedades y utilidades. El Ilex paraguariensis o ka’a, yerba en guaraní, es un cultivo que llegó a nosotros a través de los guaraníes, que bebían una infusión de las hojas de esta planta con fines estimulantes.
Desde la época de la Colonia, a falta de metales preciosos, la yerba fue uno de los principales rubros de la economía de la entonces provincia. No obstante, fue un género de la naturaleza cuyo valor fue menoscabado en principio por los españoles, quienes lo consideraron un producto pobre.
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En el siglo XVII, al generalizarse su consumo, fue perseguida por las autoridades coloniales por supuestamente fomentar la holgazanería e incluso fue relacionada con prácticas diabólicas por la jerarquía eclesiástica. La historiadora Margarita Durán Estragó refiere, en el capítulo Conquista y colonización (1537-1680), que Hernandarias, el primer gobernador criollo de la Provincia del Paraguay, en 1618 buscó prohibir el uso de la yerba bajo la creencia de que hacía a los hombres “viciosos y haraganes” y que incluso ordenó la quema de varios cargamentos. Por su parte, el sacerdote jesuita Diego de Torres Bollo denunció ante la Inquisición que se trataba de “una superstición diabólica que acarrea muchos daños”.
Sin embargo, los asuntos de Dios tuvieron que ser relegados ante las urgencias temporales, por lo que las denuncias no fueron oídas por la Corona española, que priorizó sus fines recaudatorios, asevera la autora. En cambio, a pesar del enriquecimiento de los comerciantes y los ingresos fiscales que generaba para la metrópoli, la economía provincial no se benefició significativamente del aumento de la explotación de este rubro y mucho menos los trabajadores de los yerbales, que debían soportar pesadas jornadas laborales atrapados en un círculo de esclavización a través de las deudas. (Este esquema de reclutamiento forzoso de trabajadores sería denunciado en tiempos muy posteriores por la lírica exaltada del escritor español Rafael Barrett en “Lo que son los yerbales”, un folleto publicado en 1918).
A más de ello, en 1680 la castigada economía de la provincia tuvo que enfrentar una carga extra con la aplicación de nuevos impuestos a la yerba para financiar la defensa de Buenos Aires ante el ataque de los piratas ingleses. Durán Estragó detalla que esta imposición se cobraba en Santa Fe y consistía en “medio peso sobre cada arroba (antigua unidad de medida equivalente a 11,339 kilogramos, ndr) de yerba introducida y un peso para la que iba al Perú y Tucumán”.
La “liberalización” del rubro
Si en principio los jesuitas denunciaron la yerba como un artificio del demonio, posteriormente esta se convertiría en el rubro estrella de las misiones controladas por la Compañía de Jesús. En el siglo XVIII, la orden sería beneficiada con el monopolio de la producción, por lo que pronto también tuvo que cambiar la versión sobre cómo se reveló al hombre el uso de esta planta. Si antes eran las fuerzas del mal, el relato tuvo que acomodarse y San Bartolomé pasó a ser el héroe cultural que instruyó sobre los usos y propiedades de este vegetal a los indígenas.
La importancia que adquirió este producto fue tal que los beneficios de los que gozaban los jesuitas despertaron los celos de los comerciantes criollos, lo cual terminaría desembocando en la Revolución de los Comuneros, un importante episodio de nuestra historia señalado como un antecedente fundamental de la Independencia.
El historiador Herib Caballero Campos, en un texto titulado El Virreinato del Río de la Plata (1776-1810), relata que luego de la expulsión de los jesuitas y el fin del beneficio monopólico que estos detentaban, la liberalización del rubro, una política impulsada en el marco de las reformas borbónicas, propició un considerable aumento de la producción.
Así, en 1776 las exportaciones de la yerba llegaron a 27.000 arrobas, que subieron a 125.271 arrobas en 1781 y 247.290 arrobas en 1783. El pico de la producción de la época llegaría en 1798 con 330.480 arrobas.
Su cultivo en la actualidad
Un documento de trabajo elaborado por la Ing. Agr. Zunilda Funes Godoy indica que la producción al 2018 llegó a 171.906 toneladas de la hoja verde y 65.324 toneladas de yerba mate canchada y elaborada en una superficie de 28.651 hectáreas. De esta forma, Paraguay se ubica como tercer productor mundial de este producto luego de Brasil y Argentina. Las exportaciones al 2020 fueron de 21.293.231 de kilos neto y US$ 26.784.265 FOB (valor de la mercancía puesta en puerto), en tanto que las importaciones fueron de 228.924 kilos neto y US$ 500.356 CIF (coste, seguro y flete).
La experta detalla que hay un total de 15.000 fincas dedicadas a este rubro, de las cuales el 92% de la producción primaria se realiza en el marco de la agricultura familiar y solo el 8% restante corresponde a la agricultura empresarial. La principal distorsión de mercado verificada es el oligopsonio, un pequeño grupo de compradores y acopiadores que imponen precios bajísimos a los productores, que desde siempre fueron el eslabón menos favorecido de la cadena.
En tanto, datos del Centro Yerbatero indican que el sector emplea a unas 55.000 personas. En cuanto a su aporte tributario, dos empresas del ámbito figuran en el ranking de los 500 mayores contribuyentes del Ministerio de Hacienda. Ambas firmas aportan en conjunto poco más de 5.800 millones de guaraníes al fisco en concepto de impuestos, intereses, mora, etc.
Un clima ideal
Nuestro clima y suelo, caluroso y húmedo, fueron especialmente propicios como hábitat de esta planta. En efecto, desde antaño los cronistas dieron cuenta de su uso como un modo de combatir los rigores de nuestro clima. En este sentido, la historiadora Margarita Miró Ibars, en un artículo titulado “La yerba mate en la cultura guaraní y el origen del tereré”, recoge un relato del padre y naturalista Pedro Montenegro (1663-1728), quien señala que “socorrió Dios con esta medicina a esta pobre tierra por ser más conducente a ella que el chocolate, y vino a sus naturales habitadores así como lo es el cacao en el Oriente, porque estas tierras muy calientes y húmedas causan graves relajaciones de miembros, por la grave aspersión de los poros, y vemos que de ordinario se suda con exceso, y no es remedio el vino ni cosas cálidas para reprimirlo, y la yerba sí, tomada en tiempo de calor con agua fría, como la usan los indios, y en tiempo frío o templado con agua caliente o templada”.
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Actualmente su uso no conoce prácticamente de diferencias de clase, pues el hábito de beberla se halla difundido en todos los estratos sociales. Miró Ibars apunta a Eligio Ayala como promotor del consumo entre la élite paraguaya, pues hasta las primeras décadas del siglo pasado su uso se circunscribió a las clases pobres, especialmente a través del cocido. La autora añade que Ayala envió muestras a varios laboratorios del mundo confirmando las bondadosas cualidades de la yerba y la superior calidad química de la que se cultivaba en nuestro país. En efecto, varios estudios confirman sus propiedades nutritivas, estimulantes, digestivas, refrescantes, entre otras.
Por ello, aunque la pandemia haya menoscabado su práctica aglutinadora, cuando el cuerpo y la mente parecen no dar más, ya sea en el campo o la ciudad, un par de sorbos bastarán para aplacar los efectos del tremendo calor paraguayo y reanudar con nuevos bríos la rutina diaria.
Fuentes
Caballero, Herib (2011) El Virreinato del Río de la Plata (1776-1810). En Telesca, Ignacio (coor.) Historia del Paraguay (pp. 155-169). Asunción: Taurus.
Durán Estragó, Margarita (2011). Conquista y colonización (1537-1680). En Telesca, Ignacio (coor.) Historia del Paraguay (pp. 75-100). Asunción: Taurus.
Funes Godoy, Zunilda (2021) Yerba mate. Panorama global 2020/21. Documento de trabajo (inédito).
Miró Ibars, Margarita (2015) La yerba mate en la cultura guaraní y el origen del tereré, disponible en: http://www.cultura.gov.py/2015/02/la-yerba-mate-en-la-cultura-guarani-y-el-origen-del-terere