Desde su exilio forzado por la invasión soviética durante la Segunda Guerra Mundial, el bosque siempre fue su seguro de vida. Los monjes de Valamo en Finlandia volvieron a recurrir a él para hacer frente al impacto económico por la pandemia.
Estos monjes ortodoxos recurrieron a la madera, un recurso habitual de las economías monásticas durante la Edad Media, para compensar las pérdidas por el COVID-19. Antes de la pandemia, esta pequeña comunidad del sudeste de Finlandia vivía tranquilamente gracias a los 160.000 peregrinos que visitaban cada año este lugar conocido por sus reliquias y por la destilería de whisky más grande del país escandinavo.
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El número de visitante cayó desde la primavera de 2020 con el inicio de la crisis sanitaria, reconoce a la AFP el monje Mikael, de unos 40 años, que lleva una larga barba y un sombrero negro. “Los ingresos por el bosque nos salvaron y permitieron compensar las pérdidas por el COVID-19”, explica rodeado por gravados e iconos dorados en la iglesia principal.
Después de seis siglos al lado del lago Ládoga, el más grande de Europa, los monjes tuvieron que abandonar ese lugar tras la anexión por la Unión Soviética de la Carelia finlandesa en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial. Unas 400.000 personas abandonaron esa región que dejaron en manos de los soviéticos, unos hechos aún presentes en la memoria de los finlandeses.
Tras haberse instalado en su emplazamiento actual en Heinävesi, los 200 monjes que pertenecían entonces al monasterio compraron 400 hectáreas de bosque para disponer de un recurso material perenne ante los sobresaltos de la historia.
Un millón de pérdidas
En medio de este vasto terreno de pinos y abedules, en los últimos meses se formó un gran claro tras la tala de árboles en una superficie equivalente a diez campos de fútbol. El monasterio logró gracias a esta actividad compensar la pérdida de casi un millón de euros (1,19 millones de dólares) por la crisis sanitaria.
“Recordar la manera en que el monasterio logró superar sus momentos de mayor dificultad en la historia nos permitió resistir a la pandemia”, explica Mikael. El número de miembros de la comunidad se redujo a solo 14, habiendo siete monjes y siete novicios, por lo que necesitan la ayuda de forestales profesionales para cortar los árboles.
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“Si tuvieran que hacerlo los monjes, deberían dedicarse a ello durante toda la semana”, bromea Raimo Asikainen, quien junto con otros trabajadores se encargan de replantar el bosque en la zona talada. Valamo es el único monasterio ortodoxo de Finlandia, donde la mayoría de la población es protestante y solo hay 60.000 fieles ortodoxos (1%).
Con el avance de la campaña de vacunación y la disminución de los casos de COVID-19, un mayor número de jóvenes visitan el monasterio y los monjes se felicitan por ello. Tras un año muy difícil, “el futuro parece más positivo y algunas cosas quizás seguirán siendo distintas para nosotros. Esperamos que los jóvenes sigan viniendo”, afirma Mikael, quien presume de que “ahora hay más gente que dice que quiere hacerse monje”.
Fuente: AFP.