Ni clases de refuerzo el fin de semana ni en las vacaciones: el gobierno chino decidió poner bridas al lucrativo sector educativo privado, cogiendo desprevenidas a muchas familias obsesionadas por el éxito académico de sus hijos.

Las clases de refuerzo y de preparación para exámenes son un sector muy provechoso en China, donde la educación es particularmente competitiva y elitista. Un reciente decreto del gobierno ha tomado a contrapié a los padres chinos, que suelen inscribir a sus niños a multitud de cursos extraescolares, a menudo muy costosos.

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Percibidos como indispensables para el éxito de los hijos, estos cursos están en el punto de mira de las autoridades que quieren estimular la natalidad en un trasfondo de ralentización económica. Pekín quiere transformar este lucrativo sector educativo y hacerlo menos comercial, limitando drásticamente la oferta de cursos.

El objetivo es aligerar la sobrecarga de trabajo de los alumnos y aliviar la presión financiera sobre sus padres, el principal freno para la procreación. Pero no todos lo ven igual, como Zhao, una madre de 42 años que no quiso dar su nombre completo. “Sin curso de refuerzo, será complicado” para mi hijo de triunfar en la escuela, aseguró. En su tiempo libre, su pequeño de ocho años cursa clases de chino, matemáticas e inglés.

“Polluelos sobreexcitados”

En virtud de la nueva normativa, los centros privados no podrán organizar cursos durante el fin de semana, los días festivos o durante las vacaciones escolares. La limitación afecta a asignaturas obligatorias en la escuela como matemáticas, física-química o chino, pero quedan exentas actividades como el deporte o aprender a tocar instrumentos musicales.

La fecha de entrada en vigor de las medidas, que incumben a niños y adolescentes, se desconoce. Los padres interrogados por la AFP dudan que las restricciones resuelvan el problema de fondo: la competitividad que se les inculca desde pequeños y promueve la concatenación de actividades extraescolares.

“No creo en la eficacia” de esta reforma, dice Jin Song, cuya hija comienza el instituto. “Quienes tengan más dinero encontrarán siempre una forma” de esquivar estas prohibiciones, dice este empleado de 45 años. En China, los alumnos que tienen que hacer malabares con sus múltiples cursos y clases son apodados “polluelos sobreexcitados”, en referencia a la hiperestimulación permanente promovida por sus padres.

“Inaceptable”

Un sondeo reciente indicó que un 90% de los 4.000 padres encuestados enviaban sus hijos a actividades extraescolares. La mitad destinaba a ello más de 10.000 yuanes (1.300 euros, 1.550 dólares) anuales, un monto muy superior al salario medio en China. Las empresas se aprovechan de la ansiedad de padres y alumnos bajo presión. Pekín silbó el fin del recreo porque la situación llegó a ser “inaceptable”, estima Ether Yin, de la consultoría Trivium.

Incluso a costa de sacrificar un sector multimillonario, “las autoridades juzgaron que el refuerzo escolar privado suponía un gran peligro para el bienestar social”, añade. La decisión hizo desplomar las acciones de los gigantes educativos privados y provocó una caída en la bolsa de Hong Kong que, en tres sesiones, perdió más del 10%.

En marzo, el presidente Xi Jinping calificó de “enfermedad tenaz” los abusos observados en el sector y prometió remediarlos. Alex Capri, investigador de la fundación Hinrich, también ve un trasfondo político e ideológico. “El sector educativo privado sirve de plataforma de lanzamiento para alumnos que quieren llegar a universidades extranjeras”, asegura.

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Este objetivo “promueve a menudo puntos de vista contradictorios” con los del Partido Comunista en el poder. Este endurecimiento normativo ofrece al régimen una oportunidad para “controlar mejor los contenidos educativos”, estima Capri. La reforma también prohíbe a las empresas ofrecer cursos en línea desde el extranjero. Muchas habían recurrido a profesionales ubicados fuera del país para enseñar inglés a distancia.

En el barrio de Haidian en Pekín, donde se encuentran prestigiosas universidades y numerosos centros de refuerzo educativo, numerosos adolescentes todavía acuden a cursos de verano en plenas vacaciones escolares como si nada hubiera cambiado.

Pero la continuación de estos cursos en otoño es incierta y algunas empresas empiezan a despedir trabajadores. Para sobrevivir, estas compañías “van a tener que cambiar radicalmente su modelo económico”, augura el analista Dave Wang, del fondo de inversión Nuvest Capital con sede en Singapur.

Fuente: AFP.

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