La isla libia de Farwa, otrora conocida por su excepcional riqueza silvestre, está convirtiéndose en otra víctima de la anarquía que reina en el país norteafricano tras una década de guerra, alertan los activistas que luchan por salvarla.

Esta lengua de arena de 13 kilómetros de longitud deshabitada en el occidente de Libia parece una idílica tarjeta postal, con palmeras datileras en playas de arenas blancas y rodeada de prístinas aguas del Mediterráneo, aunque en verano se convierte en una península unida al continente por el este a la que se puede acceder a pie.

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Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), Farwa es potencialmente “el lugar costero y marino más importante del oeste de Libia, en lo que respecta a su rica biodiversidad marina y costera”. Pero sobre ella pende una larga lista de amenazas, advierte Fawzi Dhane, de la organización medioambiental local Bado, que destaca la pesca ilegal y la contaminación como las principales preocupaciones.

El cambio climático está agravando la situación, convirtiendo a Farwa en más vulnerable a las presiones acumuladas en su frágil ecosistema. Durante décadas hubo solo excursiones escolares ocasionales a la isla. El dictador libio Muamar Gadafi soñaba con construir en ella un lujoso balneario, con mansiones “flotantes” y un campo de golf. Pero Gadafi fue depuesto y asesinado en la revuelta de 2011 apoyada por la OTAN y Libia lucha desde entonces por contener la violencia y superar el caos político.

Pesca con explosivos

En un país inundado de armas, algunos utilizan granadas para pescar, un método destructivo que mata todo lo que encuentra en el lugar de la explosión. “Los pescadores no respetan nada,” lamenta Dhane. “Pescan en todo momento, sin respetar las leyes y realizan pesca con explosivos”.

Las tortugas caguama o bobas, en peligro, también están siendo afectadas, según el activista. “Las tortugas a veces caen en las redes de pesca e incluso los pescadores las matan por temor a que los muerdan”, dice Dhane. La asociación Bado trabaja para proteger los huevos que ponen las tortugas en la playa de los depredadores y de la gente que llega a desenterrarlos para venderlos o comerlos.

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La isla, que, situada cerca de la frontera con Túnez, está constituida por dunas de arena a lo largo de 4,7 kilómetros cuadrados. Los flamencos habitan su laguna y marismas saladas. Uno de los pocos edificios es un faro en ruinas construido en la década de 1920 durante el dominio colonial italiano.

Farwa es una de las zonas más importantes en Libia para muchas aves migratorias, según Tarek Jdeidi de la Universidad de Trípoli. Es un lugar de descanso para las migraciones de África a Europa y viceversa. Sin embargo, actualmente Farwa se ha convertido en un atractivo destino turístico de fin de semana para los libios, que “dejan su basura en ella”, lamenta Dhane.

Contaminación química

Otra amenaza para la isla proviene de la planta petroquímica Abu Kammash, que durante años ha “vertido metales pesados” al suelo y el mar, según Dhane. Aunque el complejo está abandonado, el impacto de la contaminación peligrosa “todavía se siente”, agrega.

Shawky Muamar, un arqueólogo que ha hallado en la isla herramientas y tumbas de la época romana, considera que la contaminación de la planta es un “desastre medioambiental”. También se muestra preocupado por el aumento del nivel del mar debido al cambio climático que podría sumergir la isla “si no se toman medidas para contener el mar”, advierte.

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En los últimos años, Libia, productora de petróleo, está dividida entre dos administraciones apoyadas por poderes extranjeros y decenas de milicias. Tras el acuerdo de paz de finales del año pasado, el gobierno de unidad provisional acordó en marzo celebrar elecciones en diciembre próximo. Pero para la isla no ha cambiado nada.

Los defensores medioambientales tratan de proteger Farwa, mientras esperan la vuelta de la estabilidad y el imperio de la ley. Dhane dice que “ha organizado conferencias y campañas de sensibilización en los colegios” para tratar de explicar las amenazas que penden sobre la isla. Y en cooperación con organizaciones internacionales como el World Wildlife Fund, “tratamos de educar a los pescadores”, agrega.

Fuente: AFP.

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