De líneas abovedadas y ladrillos a la vista que realzan su belleza arquitectónica, la iglesia uruguaya de Atlántida que ingresó al Patrimonio Mundial de la Unesco es la obra maestra del ingeniero Eladio Dieste y rinde homenaje a los fieles más humildes.
Creada entre 1958 y 1960, la Iglesia de Cristo Obrero ubicada a unos 46 km al este de Montevideo es una de las obras más relevantes de Dieste (1917-2000) y probablemente la más conocida entre los entendidos en arquitectura a nivel internacional.
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Su inscripción en la lista del Patrimonio Mundial fue anunciada por la Unesco en el marco de la 44ª reunión del comité a cargo de analizar las candidaturas para esa prestigiosa nómina que se celebra de manera virtual desde Fuzhou (China).
La construcción se distingue por sus paredes y techos ondulados, el color rojizo de sus ladrillos y la ausencia de columnas o vigas. Su diseño es característico de este ingeniero devenido arquitecto cuyos geniales edificios materializan la belleza abstracta de funciones matemáticas.
“Es una obra absolutamente original”, dice a AFP Esteban Dieste, arquitecto e hijo de Eladio, al alegar que el edificio no es “encuadrable en ninguna de las corrientes” de la arquitectura moderna. Este templo católico es una muestra de cómo su padre “avanzó en un nuevo modo de construir con ladrillo, que como material es milenario”, agrega. “Él llevó ese tipo estructural (de formas abovedadas) a un límite de esbeltez y de distancias entre apoyos que no se había conseguido” hasta entonces.
Homenaje a los humildes
Eladio Dieste, uno de los máximos exponentes de la arquitectura uruguaya, aseguró que la iglesia “fue pensada de modo que todos se sintieran comunitariamente actores de la liturgia”. “Los medios y materiales usados (...) son humildes como los fieles para quienes la iglesia se construye, pero han sido tratados con un desvelo que aspira a ser el homenaje que estos humildes merecen”, afirmó en una conferencia recogida en el sitio de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República de Uruguay.
“Mi padre era un gran humanista y considero que esa iglesia es como un resumen de sus ideas en cuanto el devenir de la humanidad hacia un mundo mejor, las leyes que rigen el universo, su convicción católica”, dice por su parte Esteban. La concepción espacial de esta iglesia “hace más comunitaria y más democrática la celebración religiosa”.
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Otro punto destacado de la construcción es su fusión con el entorno, en un punto alejado de la zona balnearia y más concurrida de Atlántida. “Quienes lo llaman para hacer la obra le habían planteado algo muy modesto, casi un sencillo galpón”, recuerda Esteban. “Y el entendió que no, que el esfuerzo de generar arte es una necesidad de cualquier persona, por humilde que sea”. El propio Eladio así lo dejó por escrito: “El arte es necesario al hombre porque estamos hechos para la contemplación”.
La iglesia se convierte en el tercer sitio de Uruguay declarado Patrimonio de la Humanidad, luego del Barrio Histórico de Colonia del Sacramento, en el suroeste del país, y las instalaciones del ex Frigorífico Anglo, hoy Museo de la Revolución Industrial, en Fray Bentos, sobre el río Uruguay. Además, el país cuenta con dos expresiones consideradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad: el Tango (compartido con Argentina) y el Candombe.
Fuente: AFP.