Pese a las espesas nubes de humo que se alzan sobre la gigantesca región siberiana de Yakutia, Yegor Zakharov y su equipo tratan de impedir que el humeante bosque arda todavía más. Miembro del Servicio Aéreo ruso de Protección Forestal, su equipo pasó recientemente una noche de julio patrullando cinco kilómetros de cortafuegos que cavaron en las inmediaciones de la localidad de Byas-Kyuel para impedir que el incendio avanzara.
Con respiradores artificiales para combatir el humo, los hombres encienden tiras de caucho que cuelgan de palos, y con ellos prenden el suelo reseco del bosque en el otro lado del cortafuegos en quemas controladas. El equipo ha perdido la cuenta de los incendios en los que han intervenido desde finales de mayo, la mayoría con éxito, otras veces no tanto, mientras Yakutia sufre otra de las peores temporadas de incendios en años.
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“Mantuvimos una propiedad durante ocho días, pero al final se quemó porque los tractores nunca llegaron”, lamenta Zakharov al explicar que, en estos casos, usan palas para cavar zanjas. Pero más que equipo, lo que necesita este líder de la brigada, de 35 años, es “más gente”.
Azuzados por las altas temperaturas estivales, los incendios han arrasado más de 1,5 millones de hectáreas en la pantanosa taiga de coníferas, y todavía queda un mes más de temporada de incendios en Siberia. En los últimos años, muchas regiones de Rusia han sufrido olas de calor y sequías generadas por el cambio climático, llegando a registrar récords de temperaturas.
Este es el tercer año consecutivo que Yakutia, la región más fría de Rusia, que bordea el Océano Ártico, registra incendios tan voraces que han desbordado al Servicio Aéreo de Protección Forestal.
Mano de obra limitada
La brigada, que cuenta 250 trabajadores permanentes y 150 contratados durante el verano, y lucha contra los incendios desde el aire --llega en paracaídas o en tractores--, es responsable de una región cinco veces el tamaño de Francia.
Su objetivo, dice el piloto jefe de observadores de Yakutia Svyatoslav Kolesov, es apagar completamente los incendios. Pero también tienen que contener las llamas que desbordan la capacidad del personal. El número de bomberos en la región está lejos de ser el idóneo, dice Kolesov a la AFP, recordando que cuando empezó en 1988 el servicio tenía unos 1.600 trabajadores que se han ido reduciendo año a año.
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Kolesov, que monitorea los incendios desde el cielo y da instrucciones a los equipos en tierra, dice que, con los recursos limitados, el grupo suele monitorear los nuevos focos hasta que se propagan. Solo entonces interviene un equipo. “Y si los incendios se propagan rápidamente y cubren pronto una gran zona, entonces tratamos de salvar zonas habitadas y objetivos estratégicos”, explica.
Los ambientalistas acusan que el Estado ruso infradota de recursos a los bomberos forestales. El ministerio de Medio Ambiente estipuló en 2015 que las regiones pueden ignorar un incendio cuando el coste de combatirlo supere los daños esperados. “Llevamos años diciendo que Rusia necesita como mínimo triplicar el presupuesto para combatir los incendios”, dice a la AFP Grigory Kuksin, el responsable de la unidad de incendios forestales de Greenpeace en el país.
“Todo se quemaría”
A principios de julio, Rusia movilizó al ejército y a los ministerios de emergencia para ayudar a Yakutia a combatir el fuego. Docenas de voluntarios participaron en la lucha. Pero la falta de fondos del Servicio Aéreo de Protección Forestal, el único grupo totalmente dedicado a este cometido, según Kolesov, se hacen palpables en tierra.
Zakharov dice que ha solicitado en varias ocasiones un cuatrimoto para que sus hombres puedan patrullar por el cortafuegos en vez de hacerlo andando. “Le presto la mayor parte del material al equipo que está cerca del incendio”, explica. Sin embargo, en una reunión reciente, las autoridades menospreciaron los avances que realizó su equipo de cinco trabajadores permanentes y ocho colaboradores durante el verano.
“¿Qué derecho tienen a criticarnos?” espetó Zakharov antes de que terminara el encuentro. “Nuestra gente ha estado trabajando sin descanso durante un mes entero. ¡Cualquiera empezaría a cansarse!”. El líder de la brigada y sus hombres están dispuestos a seguir luchando contra el fuego. Después de Byas-Kyuel, irán al próximo incendio sin ni siquiera descansar. “Si no estuviéramos, todo se quemaría”, dice Zakharov.
Fuente: AFP.