En Netiv Haasara, un pueblo agrícola israelí pegado a la frontera con la Franja de Gaza, ya no hay que correr día y noche a los refugios de seguridad, pero sus habitantes se preguntan por cuánto tiempo. Al final del pueblo, donde terminan los invernaderos de tomates, hay un mural bucólico pintado en un muro de cemento de una quincena de metros de altura. Detrás, a 200 metros, empieza el enclave palestino de Gaza.

Shaike Shaked, agricultor, dice sentirse “mucho más seguro y mucho más tranquilo” tras la ofensiva militar israelí contra el microterritorio controlado por los islamistas de Hamas que lleva bajo bloqueo israelí casi quince años.

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Según el primer ministro Benjamin Netanyahu, la operación que cesó tras el alto el fuego que entró en vigor el viernes, ha permitido hacer “retroceder la capacidad de Hamás varios años”. Pero para Shaked, ese es precisamente el problema. “Sé muy bien lo que pasa (...) esto no durará más de cinco años, quizá diez en esta ocasión”.

A la entrada del pueblo, los tanques apostados desde hace dos semanas dan media vuelta. Los habitantes del lugar miran cómo pasa la columna mientras beben en su terraza el café matinal, acostumbrados a estos brotes de violencia que terminan de la misma forma súbita que empiezan.

En casa de los Amber, una pareja de jubilados, la vida se ha reanudado donde quedó paralizada el 10 de mayo, el día de los primeros bombardeos sangrientos. Sarah ha vuelto a su jardinería y el domingo reanudó sus clases de yoga, y su marido Eli, al bridge. “Es reconfortante recuperar nuestra vida”, dice.

Mural pintado en un muro de cemento de una quincena de metros de altura, que marca el final del pueblo. Foto: AFP.

“Decepcionado”

Hace solo tres días, Netiv Haasara era un pueblo fantasma. El ejército pidió a los 880 habitantes que lo evacuaran para facilitar las maniobras y protegerse de la lluvia de cohetes disparados desde Gaza. En cambio, Gil Nir se quedó, como la mayoría de los “viejos” del ‘moshav’, la cooperativa agrícola fundada en 1982. Este agricultor pasó los 11 días de conflicto en su casa, encerrado en un refugio con muros de cemento reforzados de 40 centímetros que ha convertido en oficina.

“Si cae un misil, normalmente aguanta, pero si son más...” dice levantando las manos al cielo. Esta guerra, la cuarta en 13 años entre Hamás e Israel, ha endurecido el discurso político de este padre de familia.

“Estaba muy decepcionado de que el gobierno decidiera no llevar a cabo la operación hasta el final debido a la presión internacional. El ejército estaba dispuesto a proseguir y nosotros también”, dice a la AFP, subrayando que sigue habiendo un “problema”, debido a “todas las municiones que les quedan (en Gaza), los misiles, los cohetes y los túneles”. Pero Gil Nir confía en el ejército. “Nos han dicho que hay un alto el fuego (...) Si se prepara algo allí lo verán”.

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“Los peores disparos”

Más lejos, en el supermercado-búnker, el único comercio del ‘moshav’ que estuvo abierto incluso en el fragor de los bombardeos, Avital Shabbat literalmente sostuvo las paredes. En un hebreo con fuerte acento ruso, la joven recuerda “las peores salvas (de cohetes) en 20 años”. Un obús, lanzado justo desde detrás de la frontera, quebró el techo de su colmado y aterrizó en la sección de congelados, sin causar heridos.

En Israel, los disparos de cohetes desde Gaza dejaron 12 muertos, entre ellos un niño y una adolescente, así como un soldado muy cerca del pueblo, según la policía. En Gaza, unos 250 palestinos perdieron la vida por los bombardeos israelíes, de ellos 66 menores y algunos combatientes, según las autoridades locales. En la reapertura de los colegios en el sur de Israel, solo hay clases media jornada, para que los alumnos, algunos traumatizados, tengan tiempo para adaptarse.

“Mi hijo ha tardado dos días en sentirse suficientemente seguro para volver a dormir en su cuarto”, dice Efrat Miller, una madre de 41 años, cuya familia se protegió en un refugio. Cuando explicó a su hijo que no había nada que temer, el chico preguntó: “pero un alto el fuego, ¿cuánto tiempo dura?”.

Fuente: AFP.

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