Por Juan Carlos dos Santos juancarlos.dossantos@gruponacion.com.py
La Semana Santa es la celebración más importante del calendario de la Iglesia Católica y su origen se remonta a poco más de dos mil años atrás, durante los sucesos ocurridos en la ciudad de Jerusalén, conocido como la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Una enorme roca en un lugar al que llamaban en esos tiempos el Gólgota (la calavera, en idioma arameo) y varios metros más alejado, el sepulcro vacío de Jesucristo, son lugares que forman parte de los hechos que marcaron el comienzo del cristianismo, en aquellos turbulentos días del dominio romano en esa región del planeta.
Todo dentro de una iglesia
Ambos espacios, el lugar de crucifixión y el sepulcro, se encuentran contenidos hoy dentro de la iglesia del Santo Sepulcro, construida al final del camino de la Vía Dolorosa, por el emperador Constantino el Grande en el año 325 de nuestra era y destruida posteriormente por sendos incendios, terremotos y guerras apenas iniciada la Edad Media.
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El sagrado templo cristiano tuvo que ser sometido a incendios, terremotos y a la ira de las guerras religiosas que asolaron la zona prácticamente desde la creación de la ciudad sagrada.
El lugar más visitado del cristianismo
Esta iglesia es el lugar más visitado entre todos los sitios cristianos en el mundo. Hasta la ciudad de Jerusalén, en Israel, llegan anualmente millones de peregrinos de las diferentes ramas del cristianismo para conocer el lugar sagrado de su fe, siendo la Semana Santa la de mayor afluencia en todo el año.
El lugar está ubicado en parte occidental de la Ciudad Vieja de Jerusalén, una ciudadela intramuros, que mantiene por arriba y por debajo de sus calles historias de diferentes culturas que la fueron ocupando desde que fuera fundada por el rey David, hace más de 3.000 años.
Sensaciones intensas
El recorrido puede generar sensaciones muy intensas, incluso para personas no creyentes, quienes llegan atraídos por la riqueza histórica del lugar y terminan absorbidos por la solemnidad de estos lugares santos.
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Ya en la entrada de la iglesia del Santo Sepulcro, se puede sentir y apreciar la aflicción de decenas de peregrinos, quienes buscan un lugar para frotar sus objetos de culto, en general pequeñas cruces o simplemente sus manos, sobre una gran trozo de piedra plana, que se encuentra en el suelo y que se encuentra regada con diversos tipos de aceites aromáticos.
Esta piedra representa el lugar donde fue depositado y untado con aceite el cuerpo de Jesucristo, luego de ser bajado de la cruz y posteriormente sepultado a metros del lugar, siguiendo las costumbres funerarias judías.
Camino al Gólgota
El recorrido lleva al visitante a ascender por una larga escalera, tomando rumbo hacia la roca del Gólgota, lugar de las crucifixiones.
Llegado al lugar, siempre dentro del edificio, es posible observar las rocas protegidas por un piso de vidrio. Sin embargo, por debajo de uno de los tantos altares que decoran el lugar, un pequeño hueco entre la pared y el piso permite al visitante, con mucho esfuerzo, palpar con la punta de los dedos el lugar donde eran insertadas las cruces y que posiblemente haya estado regada por la sangre de las personas crucificadas en el lugar.
Es un momento de mucha intensidad, donde las personas que pueden realizar el esfuerzo físico de prácticamente acostarse y extender la mano bajo el altar, con la firme intención de hacer contacto con la piedra del Gólgota, normalmente no puede salir rápidamente del lugar, superadas por la emoción.
Lágrimas y emociones
Sorpresa, estupor y lágrimas son las sensaciones que es posible percibir en los peregrinos, una vez cumplido el rito de sentir la textura de la piedra. En este lugar, la fila avanza lentamente y un absoluto silencio, sin poder las personas recuperarse de la emoción tan fuerte que acaban de recibir.
Si ha sido muy fuerte la sensación que el encuentro con el lugar donde Jesucristo fue crucificado, con toda la connotación que eso representa para el cristiano, lo que está por llegar es aún mayor.
El ingreso al sepulcro
Descendiendo de nuevo por lo que sería una colina rodeada de enormes rocas, la siguiente parada es el lugar cumbre del cristianismo. El sepulcro de Jesucristo, el mismo lugar donde se produjo la resurrección que dio origen a toda la fe cristiana y que luego fue extendido a todo el mundo.
Varias vueltas debe dar la fila para poder ingresar al Edículo, el santuario que cubre la tumba vacía de Jesús, construido en el siglo XIX. Todo esto ante la atenta mirada de un sacerdote ortodoxo griego, quien va disponiendo el ingreso y la salida de los peregrinos del lugar.
Tiene cara de poco amigo y advierte que no se pueden tomar fotos una vez dentro del lugar, al que acceden al mismo tiempo, máximo dos personas y quienes no pueden tomarse el tiempo que quieran, apenas el necesario para reponerse de la impresión, poder levantarse tras caer en lágrimas y salir sin golpear la cabeza, mientras el sacerdote ya señala a los siguientes en la fila.
Dentro del Edículo, existe una enorme losa de mármol que cubre el lugar donde fue depositado el cuerpo de Jesucristo y desde donde salió, tras resucitar, según la fe cristiana.
Recorrido por la Antigüedad
Una vez cumplida esa parte del recorrido y si queda tiempo, los peregrinos ya no están sujetos a formar filas y comienzan a curiosear los rincones de la iglesia, casi como una ciudadela dentro de otra.
Así, se puede llegar a sectores donde se percibe que se han mantenido intactos desde hace siglos, lo que da más valor y emoción al recorrido que se realiza en el interior de la iglesia del Santo Sepulcro.
En el barrio cristiano de la Ciudad Vieja de Jerusalén es posible hallar templos más pequeños de otras congregaciones cristianas, como la Iglesia Copta egipcia o la Iglesia siria, ambas nacidas de los diferentes recorridos realizados por los apóstoles que siguieron a Jesús durante su ministerio.
Una escalera con historia
La variedad de congregaciones cristianas que administran la iglesia del Santo Sepulcro hizo que una vieja escalera de madera se convirtiera en mudo testigo de la peregrinación durante más de dos siglos y medio, al no ponerse de acuerdo los encargados de los diferentes sectores del edificio sobre cuál de todas las congregaciones tenía la obligación y el derecho de sacarla del sitio.
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Se cree que permanece en el mismo lugar bajo unos ventanales en la entrada principal al edificio desde 1757 y pasa desapercibida para la mayoría de las personas, pero no para los guías turísticos que acompañan a los peregrinantes, describiendo cada centímetro de la maravillosa Ciudad Vieja de Jerusalén.
La misma variedad de congregaciones y los conflictos para llegar a un acuerdo en cuestiones tan simples como quién debe retirar una escalera de un sitio fue algo que siempre ha estado presente en la historia de la iglesia del Santo Sepulcro.
Un musulmán encargado de las puertas
Alrededor del siglo XIII, los cruzados, quienes llegaron para liberar la Tierra Santa, se habrán topado con el mismo problema y tomaron la decisión de entregar la responsabilidad de guardar la llave del edificio a una familia musulmana, que generación tras generación fue entregando la responsabilidad a sus descendientes.
Hoy, la tradición iniciada por los cruzados hace casi 800 años se mantiene y es un descendiente de esa misma familia quien se encarga de abrir la puerta de la iglesia bien temprano y es él mismo quien tras realizar el rezo de la tarde a Alá se dirige impecablemente vestido para iniciar el cierre de la iglesia.
No es de mucho hablar ni quiere dar su nombre, solo comenta que hace 800 años su familia fue designada para esta tarea y a pesar de que la iglesia sufrió modificaciones, ellos nunca abandonaron su misión y su responsabilidad. Intenta seguir explicando, pero mira a unos turistas subir nuevamente hacia el Gólgota y corre tras ellos.
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Si no los alcanza, es totalmente posible que los deje adentro porque su misión es cerrar la enorme puerta de la iglesia del Santo Sepulcro a las 19:00, ni un minuto antes ni uno después.
Los guías siempre bromean sobre la posibilidad de quedarse encerrado durante la noche en el interior de la iglesia, pues la paciencia del encargado de las puertas no es precisamente una de sus virtudes, aun cuando custodie el lugar más sagrado del cristianismo.
Semana Santa, con pase verde
Superada la parte más delicada de la pandemia de COVID-19 en Israel, para la Semana Santa de este año las autoridades del país han permitido la celebración de procesiones y la iglesia del Santo Sepulcro y las demás de Israel abren sus puertas para los principales actos religiosos, todos ellos con una cantidad limitada de feligreses.
Además, quienes asistan necesariamente deberán contar con el pase verde, el documento que identifica a las personas que ya fueron inmunizadas con la doble dosis de las vacunas Pfizer o Moderna contra el COVID-19.
Los cristianos residentes en Israel serán entonces los protagonistas en estas conmemoraciones, cuando las puertas aún permanecen cerradas al turismo internacional.
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