Se cumple hoy un aniversario más desde aquel 15 de agosto de 1537, día de la Virgen de la Asunción, en el que el capitán Juan de Salazar y Espinoza decidió emplazar un pequeño fuerte en la bahía del río Paraguay, que luego remontó para continuar la búsqueda de Ayolas. Actualmente, la situación sanitaria en la que el país está inmerso impide que tanto las autoridades como sus habitantes puedan realizar cualquier demostración popular celebrando esta fecha, pero esto no es obstáculo para recordar hechos que sucedieron en la misma fecha, en años pasados, en la considerada Madre de Ciudades, Asunción.
Los días previos al 15 de agosto de 1920 fueron los más fríos del año. Desde la estación meteorológica del Jardín Botánico informaban que la temperatura oscilaba entre los 0.° y 15.°, con cielo nublado y sin posibilidades de lluvia. El río Paraguay se mantenía estable, a juzgar por las mediciones realizadas en el puerto de Asunción, lo que permitía una navegación sin problemas para las embarcaciones que comenzaron a trasladar a varias delegaciones oficiales.
El principal atractivo que se podía observar en la bahía de Asunción era la presencia del cañonero británico Petersfield, sobre todo cuando la figura del almirante Hunt se paseaba por la borda. El monitor Pernambuco, exquisita obra de arte naval y uno de los buques más modernos de la flota brasileña, atracaba cerca del crucero Uruguay, que horas antes había dejado en el puerto asunceno al ilustre poeta José Zorrilla de San Martín, presentando un espectáculo pocas veces visto. Conpletaban el cuadro varios navíos de la Armada Nacional, entre ellos el Teniente Fariña, construido en los astilleros de la Marina.
Exactamente cien años atrás
En medio de un ambiente festivo, alegre y esperanzador, la muy noble y leal ciudad Nuestra Señora de Asunción se aprestaba a celebrar su 383.° aniversario, el 15 de agosto de 1920, exactamente 100 años atrás y los medios impresos nos cuentan detalles que muy posiblemente no lo han hecho totalmente los libros de Historia.
La celebración no solo fue en la capital por el aniversario fundacional, sino que el país y su frágil democracia estaban inmersos en el comienzo de un nuevo período presidencial. El doctor Manuel Gondra asumía esa misma mañana, a las 9:30, como presidente de la República, inaugurando de esa manera el décimo cuarto período presidencial (1920–1924), poniendo fin a semanas de incertidumbre, pues no se sabía si llegaría a tiempo desde los Estados Unidos. Finalmente, el mandatario electo arribó en el tren internacional junto con la mayoría de las delegaciones extranjeras, quienes vía marítima habían llegado primeramente a Buenos Aires, Argentina.
“Mucho espera la nación del nuevo mandatario y quiera el destino que los acontecimientos sean la realización de las esperanzas y anhelos que todos cifran en él. El doctor Félix Paiva, vicepresidente de la República, que compartirá el Poder Ejecutivo en el mismo período gubernativo que se inicia, es una personalidad de brillante actuación en la vida pública nacional”, decía una parte de la nota principal del diario La Tribuna de Asunción, el sábado 14 de agosto de 1920.
Todo giraba en torno a las celebraciones de la “Fecha Patria”, como lo llamaban los medios de prensa escrito de ese entonces. La Cervecería Nacional, por ejemplo, se adhería a las celebraciones prometiendo en un espacio publicitario “no aumentar” sus precios y en otro anuncio, el señor Francisco Macías anunciaba la llegada de una nueva partida de “globitos”, exclusivamente para la ceremonia de transmisión de mando, pero quien se robaba la atención entre los anuncios era el novedoso pan de mandioca, ofertado a 5 pesos el kilo.
Y a juzgar por un anuncio bastante recurrente de un producto medicinal, las enfermedades pulmonares estaban muy presentes en ese entonces, tal como sucede cien años después, pero en todo el mundo.
Cortina de humo y los “linces” del pasado
Si alguien cree que los elementos distractores en la política son situaciones actuales, estaría pecando de ingenuo, porque aprovechando el influjo de las celebraciones, la Compañía Americana de Luz y Tracción (C.A.L.T.), decreto mediante, establecía nuevos precios al consumo de la energía eléctrica, que serían actualizados con la instalación de nuevos medidores a sus usuarios.
Tampoco podían faltar los malos comportamientos, pero para ello estaban “los Linces” de hace cien años, realizando controles y apresando a los niños a quienes sorprendían fumando cigarros “como chimeneas de fábrica”. “Ya sus padres lo agradecerán”, explicaba con toda sinceridad la crónica periodística, evidenciando una preocupación por el futuro de estos jovencitos.
Los deportes también aparecían con notable importancia, de ahí que la tabla de posiciones de la principal división del fútbol paraguayo ocupaba páginas centrales, algo desordenada tal vez, pero cumpliendo la misión de informar que tanto Cerro Porteño, Olimpia y Libertad se mantenían al frente, mientras Puerto Sastre se hundía en el fondo de la tabla.
Mientras al otro lado del océano Atlántico, los Juegos Olímpicos de Amberes – Bélgica, se encontraban en pleno desarrollo, en Asunción, Olimpia se preparaba para jugar por primera vez en la historia del fútbol paraguayo ante un equipo de los inventores del fútbol, los marinos del Petersfield y Libertad haría lo propio ante los marinos del crucero Uruguay.
En búsqueda de alojamientos
En cuanto a las delegaciones internacionales que visitaban suelo paraguayo para adherirse a la fiesta, los bolivianos y peruanos al fin pudieron darse un afectuoso saludo tras el anuncio del papa Benedicto XV de mediar en la cuestión de límites, anuncio realizado a través de monseñor Juan Sinforiano Bogarín, quien tendría luego a su cargo el Te Deum en la Catedral Metropolitana de Asunción, una vez concluida la ceremonia de transmisión del mando en el Congreso Nacional.
Las residencias más importantes y lujosas de prestigiosas familias de la sociedad asuncena fueron ofrecidas voluntariamente al Gobierno Nacional para alojar sin costo alguno a las numerosas delegaciones extranjeras que llegaron para participar de la ceremonia de transmisión de mando y celebrar así también el aniversario 383.° de la ciudad de Asunción. Todas las delegaciones se alojaron en casas de familia, salvo la norteamericana que optó por su propia sede, una quinta ubicada sobre la avenida República de Colombia, hoy avenida Mariscal Francisco Solano López.
Colombia, la “hermana” más querida
Uno de los momentos más emotivos sin duda habrá sido cuando un grupo de jóvenes estudiantes marcharon portando banderas de Paraguay y Colombia frente a la residencia donde se alojaba la delegación caribeña, demostrando el afecto que se ganaron en el corazón de todos los paraguayos, tras el conocido ofrecimiento a quienes sobrevivieran a la guerra de la Triple Alianza, cuando muchos en el mundo pensaban que desaparecería el Paraguay mismo como país. El embajador colombiano, el doctor Guillermo Ancizar, saludó a los jóvenes que realizaron tal demostración de afecto.
Todos los países sudamericanos estuvieron representados por sus embajadores o ministros de Relaciones Exteriores, otros como la Argentina o el Uruguay, enviaron además de políticos y militares, a figuras representativas como el director del diario La Nación de Buenos Aires o el poeta José Zorrilla de San Martín, gran amigo del Paraguay.
Representantes políticos y militares de México, Estados Unidos, del Imperio Británico y del Austro-húngaro, Bélgica, Suiza, Dinamarca, España, Francia, Alemania, Portugal e Italia además del nuncio apostólico de su santidad el papa Benedicto XV, también llegaron a Paraguay para formar parte de las celebraciones en 1920. Cuenta la crónica periodística que tanto en Montevideo, Uruguay, como en Buenos Aires también se realizaron espontáneamente celebraciones en adhesión a la fiesta paraguaya.
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Bailes, mucha champaña y un guiño al Brasil
El baile oficial en el Palacio de López, con todos los invitados nacionales e internacionales, comenzó a las 17:00 y culminó a las 2:00 del día siguiente, para luego de un reparador descanso, volver todos al monitor brasileño “Pernambuco” y continuar las fastuosas celebraciones patrias.
El buque brasileño levó anclas y el paseo se extendió por el río Paraguay hasta la zona de Zeballos Cué. Era el guiño del nuevo Gobierno, que mucho antes que otros, puso sus ojos geopolíticos hacia el este del país, para cortar de una vez por todas con la alta dependencia de la Argentina hasta ese entonces.
Este era el ambiente que se vivía en la Asunción de 1920, al menos eso lo relatan los medios escritos de hace cien años, celebrando el aniversario 383° de su fundación e inaugurando un nuevo período presidencial, el segundo del doctor Manuel Gondra.
Al realizar un recorrido por los valiosos ejemplares de periódicos guardados en la Biblioteca Nacional se podía percibir en las crónicas periodísticas de ese entonces la existencia de un ambiente de mucha esperanza, alegría, fe en el futuro y sobre todo mucho positivismo al narrar las situaciones. No en vano alguien acuñó la frase que dice “Todo tiempo pasado, fue mejor”.
Los hechos recolectados en este artículo fueron publicados en los diarios La Tribuna y El Diario, correspondiente al mes de agosto de 1920 y los traemos al presente como un homenaje al aniversario 483 de la “Madre de Ciudades”.
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