Pepa Kostianovsky
“Si hay algo que nunca olvidaré de mi padre, Kostia; y de mi esposo, Eduardo Dios, es que tenían de “entrecasa” el mismo buen humor y la misma cordialidad que conocían sus amigos, sus compañeros de trabajo, en fin, la gente que los conoció. Ambos fallecieron hace muchos años.
Pero quienes los recuerdan coinciden en la chispa y el buen trato que siempre los caracterizaron. Y cuando alguien me habla de ellos me alegra contarles que así como ellos los recuerdan, así eran en casa. A todos aquellos que amo les deseo esa misma felicidad que yo tuve gracias a ellos”. Este texto que reproduzco entre comillas lo posteé hace años en Facebook.
Pero lo considero aún más vigente hoy en que los tiempos en familia se hacen cada día más breves. Y lo dedico a todos esos papás (y mamás también, ¿por qué no?) que traen toda la mala onda que recogieron en el día y la descargan en sus hogares. Y reparten gritos, silencios, caras de culo y otras yerbas. Traten, por favor, de dejar la bronca afuera y disfruten de la alegría de ser padres.