Felipe Goroso S.
En dos semanas más se dará el juramento del nuevo Congreso Nacional. Y cuando se dice nuevo es literal, teniendo en cuenta el altísimo porcentaje de renovación que se tuvo luego de las elecciones del 30 de abril. Una renovación que ya se empezó a vislumbrar con el resultado de las internas del 18 de diciembre.
Casi todo el ecosistema político ya percibía lo que se venía: una amplia mayoría de congresistas colorados, luego algo del PLRA y finalmente un porcentaje cuasimarginal del tercer sector. Lo decían las estimaciones que se hicieron en las encuestas publicadas y acá un punto que aún no fue visualizado: así como acertaron en los resultados de la chapa del Poder Ejecutivo, las encuestas también acertaron casi en su totalidad en lo que hace a la distribución de bancas por partidos y sectores políticos. Incluso la cantidad de bancas obtenidas por Cruzada Nacional en el Senado podía verse en las encuestas, si se tiene en cuenta los guarismos alcanzados por la candidatura presidencial de Payo Cubas.
De todos los sectores los más afectados fueron los partidos de la llamada tercera fuerza. Una izquierda con su peor resultado en sus últimas participaciones desde el gobierno de Lugo pagó muy cara sus divisiones, pero sobre todo y principalmente el hecho de haber quedado inerte viendo cómo le robaban todas sus banderas. Desde la ANR hasta el propio Payo supieron ganarse al electorado que usualmente optaba por el voto progresista. Está por verse si los diputados y senadores electos por esa tercera fuerza podrán solidificar sus ejes y líneas discursivas y alcanzar cierta organicidad a la hora de sus planteamientos e iniciativas legislativas.
En el PLRA llegaron los que pudieron y como pudieron. No es para desmeritar la cantidad de bancas obtenidas si se tiene en cuenta el estado financiero en el que se encuentra su partido. Los que lograron llegar o retener sus bancas fue más por un trabajo propio, de largo aliento y con una muy alta inversión de recursos. Cada uno se campaneó con lo que tenía, sea imagen, discurso, territorio o trabajo en las bases y fondos que debían invertirse con una mirada estratégica. La proyección que se tiene sobre el desempeño de los liberales es al menos preocupante para muchos de ellos. Mientras Efraín sea quien maneje el partido, saben que no tendrán un respaldo de una institución partidaria fortalecida con el suficiente músculo en la espalda que le permita pensar en un futuro cercano que no sea un espejo de lo que es hoy la Unión Cívica Radical en la vecina Argentina.
Ahora echemos una mirada al universo colorado. Al parecer hay conciencia de que ambas cámaras del Congreso sean presididas por figuras del coloradismo. El número de bancas obtenidas les permiten alcanzar el objetivo, siempre y cuando no haya grupos o liderazgos que estén dispuestos a romper lanzas en el primer año de gobierno, lo cual no suele darse. Donde están más avanzados es en Diputados, ahí es casi un hecho que Raúl Latorre sea el presidente y el vicepresidente primero sea el exgobernador de Misiones, Carlos Arrechea. El acuerdo es amplio, son 48 diputados de la ANR que ya han cerrado incluso otros espacios de representación que dependen de la Cámara Baja.
En la Cámara Alta la cosa está un poco más peleada. La bancada que integran Lilian Samaniego y Cachito Salomón reclama para sí la presidencia, aunque hasta ahora el que les saca varios cuerpos de ventaja es Silvio “Beto” Ovelar, por experiencia, cantidad de votos y sobre todo y principalmente por ser el que tiene el acompañamiento del oficialismo que asumirá el 15 de agosto.
En poco tiempo más podremos ver la definición en lo que hace a la elección de mesas directivas en ambas cámaras del Congreso Nacional. Ese será apenas el primer paso, luego vendrá la menuda y tan necesaria tarea de articular y acompañar las iniciativas legislativas que sean propuestas por el Poder Ejecutivo, liderado por el presidente electo, Santiago Peña Palacios. Pero eso será motivo de otro contexto de este servidor.
Finalmente, es casi un hecho que legisladores de la oposición planteen el cambio del sistema electoral. Volver a la papeleta y a las listas cerradas. Es más fácil y cómodo cargar culpas de los resultados sobre cualquiera, incluso el sistema de votación y el electorado, antes que hacer una autocrítica que bien les vendría si es que realmente buscan enmendar las cosas.
En el PLRA llegaron los que pudieron y como pudieron. No es para desmeritar la cantidad de bancas obtenidas si se tiene en cuenta el estado financiero en el que se encuentra su partido.
Ahora echemos una mirada al universo colorado. Al parecer hay conciencia de que ambas cámaras del Congreso sean presididas por figuras del coloradismo.