Josías Enciso Romero

Hace un siglo que el cine es a colores. Del cinemascope pasamos al 3D. Ya ni hace falta que vayamos a las salas para ver los estrenos. Podemos hacerlo desde nuestras casas. De lo que pasa en el mundo nos enteramos al instante. Hasta los famosos platillos voladores (no los de la cocina) ya cambiaron de nombre. El denominado “objeto volador no identificado” (ovni) pasó ahora a conocerse como “fenómeno aéreo no identificado” (fani).

La síntesis de esta línea histórica es de mi vecino don Cecilio. Sin embargo, para el presidente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y candidato a presidente por la Concertación Nacional opositora, Efraín Alegre, el tiempo no pasa. Se detuvo en algún túnel de su memoria. Sigue cabalgando sobre caballitos de palo, en blanco y negro. Alentado por su coro de periodistas rabiosamente anticolorados que hace rato perdieron la perspectiva de la ecuanimidad y la moderación del equilibrio.

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Contaminan la información con datos de su propia cosecha. Y peor cuando son columnistas de los dos diarios que apantallan desesperadamente su alicaída aspiración presidencial: uno, que nació con fe en la plata y adoración impenitente al dictador, y el otro, su satélite, el perrito empaquetado. Ambos, sin ninguna penetración en el público lector, según quedó demostrado en sus últimas campañas “anti”. Hasta aquellos que pensábamos que eran medianamente cuerdos y regularmente serios se deschavetaron. Y todo por unas encuestas de las que solo nos hicimos eco. Si tanto les molesta el resultado de los sondeos de opinión, que estos medios manden hacer los suyos. Dinero no les va a faltar. Hicieron buenos negocios con el actual mandatario, Mario Abdo Benítez.

Efraín, que nunca se muestra “alegre”, ahora está peor. No tiene programa de gobierno, no tiene discurso, no tiene carisma, no tiene simpatía y, a juzgar por lo que se siente y se vive en las calles, no tiene ninguna posibilidad de ganar el próximo 30 de abril de este año. Y la razón de su tercera derrota consecutiva hay que buscar en el propio Alegre. Es monocromático y monotemático. Su único objetivo es mandar a la llanura a la Asociación Nacional Republicana, hablando mal del partido, pero rogando por el voto de sus afiliados. Por eso usaron el Registro Cívico Permanente en sus internas.

Así de bipolar andamos. Aunque algunos colegas denuesten desaforadamente contra los candidatos colorados Santiago Peña y Pedro Alliana, acusándolos de basar, supuestamente, sus campañas solo en encuestas, al final, terminan dando la razón a las encuestadoras, porque no pasa un domingo sin que la estrella de los grupos Natalia Zuccolillo y Antonio J. Vierci sea Efraín Alegre, tratando de instalar su candidatura. Ergo, no prende. No consigue llegar a las masas, más allá de unos escuálidos porcentajes que lo alejan abismalmente de alguna remota victoria. ¡Ah! Y todos los periodistas que no estamos de acuerdo con sus manipulaciones mediáticas somos unos “hurreros” y “vendidos”. Sería interesante que cada uno se examinara en sus enfermizas obsesiones y distraídas distorsiones. Pero eso ya no depende de nosotros.

Efraín Alegre, ante este lúgubre panorama, recurre al mismo fracasado argumento que no le funcionó al oficialismo en las últimas internas del 18 de diciembre del 2022: apuntar directamente a Horacio Cartes, actual presidente de la Junta de Gobierno del Partido Colorado. Y, con ello, tratar de menospreciar la capacidad de liderazgo de Santiago Peña. El 17 de enero, en el diario del triangulador de güisquis declaró desenfadadamente que “Cartes, desde el poder, va a negociar su libertad con el Brasil, o sea, va a cambiar sus problemas con la ley con el Brasil a costa de los intereses del Paraguay en Itaipú. Va a negociar con los Estados Unidos a costa de Paraguay, por eso necesita de una manera desesperada tomar el poder”. El 29 del mismo mes, en el diario de la calle Yegros siguió con su cantaleta: “Santiago Peña es la última carta de este modelo cartista que vamos a sepultar”. O sus asesores son muy malos o ya están enfundados en chalecos de fuerza por las locuras del asesorado. Una lógica muy simple.

Aunque usted, amable lector, no lo crea, el domingo 5 de febrero volvió a aparecer en uno de los medios del abecedario. ¿Cómo? ¿Quién? Efraín Alegre. Siguiendo el libreto de esos culebrones mexicanos o venezolanos que nunca logran redondear un final claro. La entrevista en la TV de la cadena es reproducida en el diario del mismo conglomerado. Se publica en tapa: “Dicen que plan real de ‘Santi’ es reelección de HC”. Y como si fuera un dios infalible, remata: “Lo aseguró Efraín Alegre en Abc TV”. ¡Gran flauta! Cierren todo. Alfombra roja y caravana. Chiroleras y sambistas abran fila para que pase el único rey de la verdad inmutable. “Lo que está diciendo Santiago Peña (a Estados Unidos) es: ‘Nosotros nos bajamos los pantalones si le salvan y le perdonan al patrón (Horacio Cartes)’”. Y siguió eufórico, ya totalmente descentrado: “Ahora Cartes pretende la reelección vía Peña”. Se volvió totalmente ridículo.

Cada día inventa una nueva fábula. Lo dicho al principio: vive encerrado en su propio odio. Perdido. Desorientado. No tiene discurso. Solo enemigos. Y, repito, con un coro de periodistas que viene a justificar aquella expresión latina: “Asinus asinum fricat”. Es cierto que las elecciones no se ganan con encuestas, solo son indicadoras de preferencias. Pero tampoco se ganan en las redacciones de los diarios ni en los estudios de televisión. En la calle están los votos. Ya debería saberlo después de dos derrotas consecutivas. Y una tercera que se viene acercando sigilosamente.

Efraín Alegre, ante este lúgubre panorama, recurre al mismo fracasado argumento que no le funcionó al oficialismo en las últimas internas del 18 de diciembre del 2022: apuntar directamente a Horacio Cartes.

Cada día inventa una nueva fábula. Lo dicho al principio: vive encerrado en su propio odio. Perdido. Desorientado. No tiene discurso. Solo enemigos.

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