Todos en la oposición saben que la guerra contra la fiscal general del Estado es un asunto que tiene relación con las internas del Partido Colorado, pero como siempre sucedió esta historia, la ANR arrastró en sus raudales a propios y ajenos. Que los propios peleen su guerra es lógico, que los ajenos la peleen es de lacayos.
Aún el más estúpido de los paraguayos sabe que el verdadero motivo del juicio político es buscar incidentar la anunciada victoria de Santiago Peña y Horacio Cartes en las internas de la ANR. Se sabe que ganar las internas allana mucho el camino para las generales en el mundo del Partido Colorado.
También se sabe que la encarnizada lucha del peor gobierno, el de la corrupción con la plata de la pandemia, solo quiere eliminar de la carrera a sus adversarios políticos, y en esa tarea ha dedicado todos sus esfuerzos en cuatro años de gobierno. Es imposible encontrar otra obra. La salud, la educación, la seguridad y el empleo están postrados.
Lo vergonzoso es que hay una cobarde comparsa opositora que no se atreve a enfrentarse a Peña en las generales y se suma a la mugrienta iniciativa del Gobierno de utilizar todos sus recursos para impedir la justa competencia.
Pero no engañan a los ciudadanos. Por eso están desamparadas del calor popular las iniciativas como el juicio político. Los ciudadanos ya no quieren más circo. Quieren paz, pan y trabajo.
No importa cuánta saña impriman los medios de Zuccolillo y del más grande capo de fronteras de la historia del Paraguay, Antonio J. Vierci, los ciudadanos reconocen desde lejos cuando las causas son demasiado forzadas para ser justas.