Hace exactamente 28 años atrás, el 18 de julio de 1994, a las 9:05, un coche bomba estalló frente a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, matando a 85 personas e hiriendo a otras 300.
El edificio de siete pisos quedó literalmente destrozado tras el terrible atentado atribuido posteriormente al grupo terrorista islámico proiraní Hezbolá y al gobierno de la República Islámica de Irán.
Las acusaciones en contra del grupo libanés y de algunos integrantes del gobierno iraní las realizó posteriormente y luego de años de recolectar testimonios y pruebas el fallecido fiscal argentino Alberto Nisman.
En octubre del 2006, el fiscal acusó formalmente a Irán de ser el autor intelectual y a la agrupación chiíta Hezbolá (que controla el sur de Líbano) de ejecutarlo. Solicitó una orden de captura contra cinco iraníes y un libanés.
CARGUERO IRANÍ
La presencia del avión iraní en nuestro país a mediados de mayo pasado, que contara con la protección del Gobierno Nacional hasta su posterior retención en Argentina por las autoridades de ese país, trae recuerdos de aquella trágica mañana que dejó huellas imborrables no solamente en el vecino país, sino en toda Latinoamérica, por tratarse de un atentado terrorista producto del odio radical.
VELÁZQUEZ Y HEZBOLÁ
La autoría material por parte de activistas del grupo terrorista proiraní Hezbolá también nos recuerda el peligroso vínculo del vicepresidente Hugo Velázquez con líderes de esta organización radical y criminal, como se pudo confirmar tras publicaciones de medios internacionales semanas atrás.
Hezbolá se encuentra en la mira de los Estados Unidos incluso antes de los atentados del 11 de setiembre del 2001, cuando ya era considerado el grupo terrorista más importante y peligroso del mundo. Esta misma organización aún mantiene sus operaciones en la zona de la Triple Frontera, desde donde se planificó y ejecutó el cruel atentado que cegó vidas inocentes.