En la semana se concretó un hecho de relevancia que trae aparejadas implicancias políticas. La reunión de precandidatos a presidente de la República de la concertación nacional, algo que era reclamada por diversos referentes del arco opositor, y con razón. Estaban pendientes demasiados temas.

El convocante fue el senador Fernando Lugo y toda la escenografía montada así lo demostraba. En la izquierda son de los más cuidadosos de toda nuestra fauna, en lo que hace a transmitir mensajes desde la escenificación de actos públicos. Tres mesas en forma de letra u donde en la parte central ubicaron al senador de manera solitaria, eso comunica importancia además de la tan pretendida y sobre todo necesaria equidistancia por sobre los intereses de cada partido y candidato. A la izquierda y derecha las otras dos mesas, si se miraba de frente, a la derecha quedaron Esperanza Martínez, Kattya González, Hugo Fleitas y Euclides Acevedo; a la izquierda quedaron Efraín Alegre, Soledad Núñez, Martín Burt y un tal Hugo Portillo. Siendo Alegre y Esperanza Martínez los que quedaron más cercanos a Lugo, pura casualidad, no se haga drama. El que quiera entender la ubicación de todos los candidatos sabrá hacerlo, lo que podemos ver desde acá es que la misma dice mucho, muchísimo. Ni hablar del hecho de que todos los candidatos fueron hasta Lugo y no a la inversa, lo cual podría haber pasado si se hacía en el sitio donde normalmente se hacen los actos, que es en la sede del Partido Revolucionario Febrerista.

La convocatoria de Lugo es un intento de replicar la coyuntura que lo llevó a estar en el centro de la oposición en el año 2007, cuando invitado por un inocente Pedro Fadul se sumaba a la concertación para ser un aglutinador de todas las ambiciones de los demás partidos y candidatos. En aquella ocasión terminó madrugando al rollo y llegó a ser presidente de la República, hoy y aunque ganas le sobran, la constitución se lo impide. Pero eso es una obviedad, no hace falta ser presidente para tener poder y sobre todo saber usarlo, hay cada vez más evidencia en ese sentido. Y ese es otro de los metamensajes que comunicó esta reunión. De la noche a la mañana; apenas habían pasado un par de días de que el Frente Guasu anunciara su retorno a la concertación, luego de tomarse unos meses de una especie de retiro espiritual que sirvió para fortalecer territorio y elegir a una candidata propia que sea la carta con la cual se sienten a la mesa, y ya pasaron a tomar protagonismo consiguiendo algo que muchos reclamaban, pero que solo ahora se logra: reunir a todos los precandidatos en una mesa. O casi todos.

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La ausencia de Sebastián Villarejo y, por consiguiente, del Partido Patria Querida, fue argumentada por él mismo (a propósito, bien harían en buscar otros voceros partidarios que le permitan no ser el único que transmita todos los mensajes). Pero más allá de eso, miremos lo que decía el precandidato a presidente y presidente de PQ. “Nosotros estamos firmes con la concertación, creo en la unidad y estamos en la concertación desde que entramos, sin especular. A mí me convoca la concertación, no el Frente Guasu, no vamos a estar coqueteando por conveniencia. La concertación es una competencia, tenemos que debatir, presentar nuestros proyectos políticos e ir a una gran elección. Nuestra palabra está empeñada, estuvimos firmando el domingo, donde muchos no estuvieron. Ahora, el Partido Patria Querida es un partido institucional y las convocatorias deben ser institucionales. Hace 24 horas el Frente Guasu no estaba en la concertación y ahora lidera una convocatoria, eso no me parece correcto…”. Vaya línea discursiva, repleta de mensajes directos y otros indirectos, algunos poniendo el foco en las formas, pero principalmente en el fondo.

La ausencia de Villarejo de alguna manera tapó la agenda de temas del encuentro, trascendentales ambos para la subsistencia de la concertación: mecanismos de unidad en las chapas que ofrecerán los partidos y plataformas y, atención a esto, el cogobierno o dicho en sencillo, distribución del poder en el hipotético caso de ganar las elecciones.

Es un lugar común decir que hubo, hay y seguirá habiendo diferencias al interior de la oposición. Ahora bien, lo que queda por saber es si esas diferencias podrán ser dirimidas y sobre todo contenidas o terminarán eyectando a algunos de sus integrantes para terminar haciendo rancho aparte. Que estén todos juntos no significa precisamente que puedan obtener la victoria, las investigaciones tanto cualitativas como cuantitativas muestran eso. La diferencia es muy grande en un versus con la ANR, específicamente con Santiago Peña. Pero, sobre todo, para partidos como Patria Querida que ya han demostrado que saben y pueden reinventarse es vital transmitir mensajes absolutamente claros a su electorado y perfil de eventuales votantes, y en ese sentido podría enmarcarse y entenderse la apuesta que se hizo en la jornada de ayer. Y el fútbol sirve tanto como metáfora porque lo que ayer pasó fue que en la concertación se marcó la cancha.

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