Las últimas estridencias vociferantes de campaña del presidente de la República denuncian la insignificancia de su formación, de sus argumentos para el ejercicio de la política y lo sometido que está a una furiosa asesora venezolana aparentemente alterada porque se le reclama transparencia y porque sus vínculos podrían saltar.
En cada acto político, Marito sube los decibeles de sus acusaciones que van de críticas a lo mal que estamos –que es su responsabilidad pero él lo adjudica a HC– hasta acusaciones cada vez más traídas de los pelos.
Por lo tanto tenemos que acostumbrarnos al hecho que Abdo Benítez quemó una nueva etapa e hizo la transición de inútil a patotero lo cual no hace otra cosa sino ratificar el potencial que tiene de seguir sorprendiéndonos como el “kachiãi”que alguna vez elegimos para presidente.
Era un presidente inepto en un sillón del Palacio, y su ineptitud lo ha convertido ahora en un presidente inepto vociferando en los actos públicos para un grupo de hurreros con sueldo del Estado. Y mientras esto sucede la sociedad civil está reuniendo agua para las comunidades indígenas del Chaco, región sumida en el peor olvido de la historia.
Mientras tanto, los constructores tienen un clavo de 400 millones de dólares por obras que ya estaban con financiamiento y nadie sabe hoy dónde está el dinero. Mientras tanto vuelve una segunda crisis de covid y hoy lo tenemos hasta al ministro de Salud metido en la campaña después que Abdo Benítez y el anterior ministro llevaron la peor gestión contra el covid con la muerte de más de 10 mil paraguayos por la ausencia de vacunas.
Todo esto sumado a los combustibles, cuyos precios trepan hasta el cielo, no hay comida en los platos de muchos connacionales y muchas familias no saben si sus niños podrán seguir en la escuela, y mientras la inseguridad es un fantasma acechando en cada esquina. Mientras todo eso sucede, Abdo Benítez ha logrado un salto cualitativo: pasó de ser un mal presidente a constituirse en un mal presidente patotero político.
Era un presidente inepto en un sillón del Palacio, y su ineptitud lo ha convertido ahora en un presidente inepto vociferando en los actos públicos para un grupo de hurreros.
Mientras tanto los constructores tienen un clavo de 400 millones de dólares por obras que ya estaban con financiamiento y nadie sabe hoy dónde está el dinero.