El ahora ex ministro del Interior Arnaldo Giuzzio había sido convocado el pasado 3 de febrero de este año por la Comisión Permanente del Congreso para que responda sobre el avance del crimen organizado en nuestro país y cuyo punto límite constituyó el atentado perpetrado durante un concierto realizado en el Anfiteatro José Asunción Flores de la ciudad de San Bernardino. A la par que el asesinato de una persona presuntamente ligada al narcotráfico, ese domingo 30 de enero hubo una víctima colateral –una señora muy conocida en las redes sociales– que fue el detonante de la indignación ciudadana.

Convencido, quizás, de que la mejor defensa es el ataque, antes que explicar las razones de la atemorizante inseguridad, Giuzzio desenfundó el dedo índice y dibujó un jeroglífico tratando de conectar al ex presidente de la República Horacio Cartes con cualquier caso que se le atravesaba por su mente prisionera de la improvisación y el nerviosismo. Con esa actuación, el entonces secretario de Estado estaba evidenciando el papel de peón en el tablero armado por el vicepresidente de la República y precandidato oficialista a la Presidencia, Hugo Velázquez, quien empezó su campaña proselitista con un discurso agresivo y desequilibrado hacia el líder del movimiento Honor Colorado.

Fueron justamente los diputados de este sector interno del Partido Colorado, más algunos representantes del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), quienes plantearon un juicio político al ministro Giuzzio por su demostrada incapacidad para seguir al frente de la cartera de Interior y ante la reiterada negativa del jefe de Estado de apartarlo de su cargo. El pedido no prosperó a causa de los votos en contra, ausencias y abstenciones de quienes hoy plantean un proceso similar a la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez. Antepusieron intereses políticos a la responsabilidad de resguardar la vida de la población.

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El que más celebró que el juicio político a Arnaldo Giuzzio no haya prosperado fue el vicepresidente de la República. “No al crimen organizado” escribió en Twitter. En declaraciones a los medios de comunicación, más entusiasmado aún, Hugo Velázquez calificó a Giuzzio de “honesto, honrable, capaz y valiente”. Un día antes de la presentación del pedido de juicio político al que fuera ministro del Interior, el precandidato del gobierno a la Presidencia de la República afirmaba que estaba totalmente “en desacuerdo, esa es la posición que quiero transmitirle a mi bancada (en Diputados), a toda la oposición, que no podemos sacarle (a Giuzzio), porque estaríamos colaborando con el ‘cartismo’ para que ellos consigan lo que hace bastante tiempo están queriendo obtener”. Una muestra más de que el internismo colorado, para algunos, está por encima de la seguridad ciudadana.

Envalentonado por el apoyo de la prensa amiga, por algunos políticos y funcionarios públicos, Giuzzio siguió disparando indiscriminadamente con su índice acusador. Entre sus apologistas, aparte de Hugo Velázquez – quien felicitó a los “diputados de Fuerza Republicana y de otros sectores democráticos por el rechazo del juicio político al ministro del Interior”– apareció el secretario político del presidente Mario Abdo Benítez, quien escribió en su cuenta de Twitter: “Nuestra lucha es por el Paraguay a favor del fortalecimiento de las instituciones y en contra de la mafia”. Hugo Estigarribia Gutiérrez, autoproclamado constitucionalista y politólogo, también quemó incienso a los pies del ex ministro: “En algún momento opiné sobre un opositor que combate las mafias aquí (se refería a Efraín Alegre). Hoy, después de su intervención en el Congreso, le agrego el nombre de un auténtico colorado, expulsado por unos piratas que se adueñaron del glorioso Partido Colorado: Arnaldo Giuzzio”. Este infatuado personaje hace rato anda de abrazos con la oposición buscando un lugar que no supo ganar dentro de su propio partido, pero no por exclusión de la dirigencia, sino por los reveces con que le castigaron las urnas.

La tapa de nuestro diario en su edición de ayer, martes 22 de febrero, hizo estremecer el piso político. Y se llevó a un ministro. “Giuzzio, de vacaciones en vehículo de presunto narco” fue el título que ocupó toda nuestra primera plana, con una foto que evidencia el relacionamiento.

Luego, otros medios se sumaron a nuestra publicación: “El ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, fue apartado del cargo tras reconocer que tuvo trato con el narcotraficante Marcus Vinicius Espíndola Marqués de Padua. En su reemplazo fue designado el embajador Federico González”.

Mientras referentes cercanos al poder siguen repitiendo el cliché “Contra la mafia”, durante el operativo antinarcóticos “A ultranza py”, ejecutado por la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), el Ministerio Público y organismos internacionales de los Estados Unidos, Europa y Uruguay, van cayendo operadores políticos cercanos al gobierno. Algunos, incluso, ganaron licitaciones públicas. El contexto, como solemos decir, ayuda a comprender los hechos.

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