En la jornada de ayer se dio la elección del nuevo presidente de la Corte Suprema de Justicia. Fue electo el doctor Antonio Fretes, quien en un año más llegará a la edad de la jubila­ción y con esto se generará una vacancia en la máxima instancia judicial. En esen­cia, el hecho no debería de configurar una cuestión que llame la atención, es un paso normal y que suele darse sin mayores sobresaltos.

Antonio Fretes, presidente electo de la CSJ.

Sin embargo, al momento de darse a conocer la vice­presidencia primera se generó una controver­sia, ya que podría consi­derarse que la bancada liberal dentro de la Corte Suprema de Justicia hace uso de un recurso que sole­mos ver con mayor asidui­dad en el ámbito del Con­greso Nacional: retirar la bancada de la sesión. Ale­garon que se incumplió un acuerdo previo que impli­caba que un ministro reco­nocidamente adscripto al PLRA sea el elegido para el segundo cargo en impor­tancia. Posteriormente y ya estando ausente, el mismo fue electo como vicepresidente segundo. Sin embargo, dobló la apuesta y renunció a ese cargo.

Que la Corte Suprema tiene fuertes componen­tes políticos es algo que no debe extrañar, pasa acá y pasa en Estados Unidos. Lo que sí podría considerarse novedoso es que usualmente este tipo de berrinches no suelen hacerse públicos. Con todas las críticas que se le pueden hacer (la mayoría de ellas bien ganadas) era, hasta ayer, una instancia apegada a cuidar ciertas formas.

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Alberto Martínez Simón, vicepresidente primero de la CSJ.

No sería de extrañar que este tipo de actos esce­nográficos se hagan cos­tumbre, o al menos con mayor frecuencia. Una de las áreas que deberían de ser parte de la agenda de la próxima administra­ción es revisar falencias y plantear una reforma inte­gral del área justicia. Den­tro de la misma, el sistema de selección y las diversas instancias que son parte deberán ser uno de los puntos estratégicos. En las últimas elecciones que se han dado quedó demos­trado que el sistema pre­senta demasiados flancos que no precisamente contri­buyen a generar confianza en la justicia. Finalmente, deberían de haber moti­vos mucho más valederos en las sesiones de la Corte Suprema para armar seme­jante berrinche que una vicepresidencia primera.

Que la Corte Suprema tenga fuertes componentes políticos es algo que no debe extrañar, lo que sí podría considerarse novedoso es que usualmente este tipo de berrinches no suelen hacerse públicos.

En las últimas elecciones que se han dado quedó demostrado que el sistema presenta demasiados flancos que no precisamente contribuyen a generar confianza en la justicia.

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