- Por Elvio L. Venega.
- Abogado y comunicador institucional.
Hoy es el Día Mundial de la Cooperación Sur-Sur. Hace exactamente once años, el en el 2011, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaraba el 12 de setiembre como Día de las Naciones Unidas para la Cooperación Sur-Sur, en conmemoración de la fecha en que se aprobó el Plan de Acción de Buenos Aires (PABA) (1978), un hito fundamental en la historia de la cooperación entre los países en desarrollo.
La Cooperación Internacional nace en 1945 a partir de la firma de la Carta de San Francisco, o Carta de las Naciones Unidas, cuyo capítulo IX está dedicado a la Cooperación Internacional Económica y Social. A partir de allí, este proceso ha marcado importantes hitos a lo largo de la historia, como la ya señalada Plan de Acción de Buenos Aires, fuente sustancial de lo que hoy se conoce como la Cooperación Sur-Sur.
Es indudable que en el actual sistema internacional la cooperación tiene una enorme importancia para el desarrollo de los pueblos y constituye una herramienta estratégica en las relaciones entre los Estados, las organizaciones internacionales, la academia, la sociedad civil y el sector privado para colaborar y compartir conocimientos, habilidades e iniciativas exitosas en áreas específicas como la agricultura, los derechos humanos, la urbanización, la sanidad, el cambio climático, entre otros. Desde las primeras iniciativas de colaboración entre los países, y con el paso de los años, se ha ido conformando una compleja red de actores, instituciones, organismos y mecanismos orientados hacia este objetivo.
SOLIDARIDAD ENTRE LOS PUEBLOS
En tal sentido, el esquema de Cooperación Sur-Sur es una manifestación de solidaridad entre los pueblos y los países del Sur que apuntan al bienestar de la gente, a dar respuestas nacionales y colectivas, y al logro de los objetivos de desarrollo acordados internacionalmente, incluyendo la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Ante las circunstancias de la actual pandemia, varias naciones del mundo han encontrado en la cooperación el instrumento más eficaz para sobrellevar, entre todos, la aún latente crisis sanitaria mundial. Este modelo de cooperación tiene principios bien definidos (los principios de París), basados en el respeto de la soberanía nacional, de autoría e independencia, de igualdad, de no dependencia y no interferencia en los asuntos internos y de beneficios mutuos. En este proceso, el Paraguay ha tenido y tiene activa y destacada participación, no solo como país receptor de cooperación, sino también como oferente de la misma. De eso hablamos en adelante.
NO SOLO RECIBIR, TAMBIÉN OFRECER
Cuando la pandemia de la covid-19 arreció en el país de modo inmisericorde en los meses pasados, poniendo al borde del colapso al sistema sanitario paraguayo y llevándose miles de vidas, las voces de reclamo más persistentes y reiterados, fueron la urgente necesidad de provisión de vacunas. La respuesta fue lenta y las críticas surgieron rápidamente ante la falta de una inmediata provisión de dichos insumos. El gobierno buscó respuestas en dos frentes: en la compra directa y en la cooperación internacional.
Si bien el país contó con los recursos necesarios para la compra de amplias cantidades de dosis, aquello no fue fácil. La apuesta al sistema Kovac arrojó un deficiente resultado. En contrapartida, la diplomacia paraguaya trabajó con bajo perfil, pero intensamente en el plano de la cooperación internacional, logrando una respuesta positiva con la llegada progresiva de insumos en el marco de una dura competencia, bautizada por especialistas como “Diplomacia de las vacunas”.
Pero la cooperación hoy para el Paraguay no es solamente un concepto asociado a la idea de nada más “recibir”. Implica también dar. Poner a disposición de los demás países, el intercambio de experiencias técnicas y conocimientos.
PARAGUAY CRECE CON BUENAS PRÁCTICAS
Según, la ministra Cynthia Filártiga Lacoix, principal referente especializada en la materia, actual directora de Cooperación Internacional del Ministerio de Relaciones Exteriores, “el rol dual del Paraguay (como receptor y oferente), creció enormemente con buenas prácticas, aprendizajes y políticas públicas”. Afirma que nuestro país posee, desde el 2016, un catálogo que año a año se actualiza, en cuanto a la oferta de cooperación existente (ver gráfico 1).
En este contexto es bueno destacar el aporte importante y las buenas practicas compartidas por Paraguay, en la que se resalta sin lugar a dudas el Simore y Simore Plus, que vincula el seguimiento de los derechos humanos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y sus metas. El Simore Plus es un excelente mecanismo para fortalecer la capacidad de las instituciones del Estado en el seguimiento de la implementación de las recomendaciones internacionales.
De acuerdo a la plataforma de datos de la cooperación Sur-Sur y Triangular de Iberoamérica, publicada en; /informesursur.org/es/, durante el 2019, el Paraguay mantuvo en ejecución 133 acciones, proyectos y programas de cooperación. Un 41% de estos intercambios se ejecutaron bajo la modalidad bilateral, una proporción similar en modo Regional (38%), y un 21% restante a través de la Cooperación Triangular.
El informe indica además que nuestro país participó de los intercambios de cooperación, ejerciendo principalmente su rol como receptor, un rol que le permitió fortalecer sus capacidades en materias relacionadas a los sectores agropecuario, salud, políticas sociales y gestión de desastres, entre otros.
Igualmente, se destaca que el país activó de manera creciente su papel de oferente de Cooperación Bilateral y Triangular, una cooperación que le permitió compartir su experiencia en temas vinculados a transporte y almacenamiento, energía y otros servicios y políticas sociales.
Los principales socios en este esquema de cooperación están Argentina, Brasil y Chile. Según el ya citado informe, gracias al esfuerzo hecho en el marco de la Cooperación Sur-Sur y Triangular, Paraguay pudo contribuir a avanzar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), al objetivo 11 ciudades y comunidades sostenibles, ODS 9 (industria, innovación e infraestructura) y ODS 3 (salud y bienestar) (ver gráfico 2).
La cooperación es la mejor expresión del reconocimiento del otro, de la empatía con la contraparte, sobre la base del respeto y la solidaridad. Es la manifestación más patente de la solidaridad entre pueblos.
En definitiva, la cooperación tiene diferentes características, según las acciones a desarrollar. Así tenemos, la cooperación científica y técnica, la cooperación financiera, cuando recae en la donación de fondos (no reembolsable) o en el otorgamiento de créditos de bajo costo (reembolsable); la cooperación cultural, destinada a fomentar las actividades intelectuales y creadoras en los campos de la educación, la ciencia y la cultura; la cooperación por la paz, llevadas a cabo con el fin de evitar conflictos bélicos, la ayuda alimentaria, mediante el envío de alimentos a países o regiones de pobreza extrema, y la ayuda humanitaria y de emergencia, destinada a paliar catástrofes, naturales o provocadas por el hombre (guerras).
La ayuda humanitaria es una modalidad de la cooperación internacional, reconocida por las naciones Unidas. Y debemos reconocer que, las donaciones que se reciben para la lucha contra la covid-19 se inscriben en el contexto de las ayudas humanitarias. Ningún país, sea grande o pequeño, puede prescindir de la cooperación en un planeta convulsionado donde los intereses de mercado establecen las reglas de juego.
La cooperación internacional en el Paraguay ha sido y continúa siendo un componente clave en el proceso de desarrollo del país. Por ello es bueno reconocer el importante trabajo del Ministerio de Relaciones Exteriores viene desarrollando desde principios de la pandemia, en materia de cooperación, como contribución al contención de la enfermedad del covid-19, con resultados que equivalen a varios millones de dólares en insumos, equipamientos, vacunas, medicamentos, además de los intercambios y asistencia técnica y científica.