Las personas que ocupan actualmente de forma irregular la Ganadera Pindó SA han cometido varios hechos ilícitos como la quema de retiros, atacaron al personal del establecimiento, realizaron saqueos a las casas de los funcionarios, han impedido la siembra de las aéreas mecanizadas, entre otros hechos registrados dentro del establecimiento.
Actualmente existe una orden de expulsión de las personas que ocupan el referido predio, pero la Policía Nacional aún no cumple la orden del Ministerio Público, que ya reiteró en más de cinco ocasiones el pedido para que los invasores del referido establecimiento ganadero puedan ser expulsados del predio.
De acuerdo a los datos que se manejan, tras estos 8 años de ocupación, ataques, saqueos y persecuciones de todo tipo, las consecuencias son catastróficas, la estancia está totalmente ocupada y saqueada. Además, esta situación de zozobra se ha extendido a todas las zonas aledañas a la estancia Pindó.
Asimismo, no solo la estancia Pindó ha sido arrasada, incendiada hasta su destrucción total, sino que en el asentamiento ilegal que se encuentra adentro, estarían delincuentes de todo tipo, abigeos, rollotraficantes, contrabandistas, narcotraficantes, extorsionadores y en los últimos tiempos personas que habrían cometido varios homicidios. Los daños han sido multimillonarios.
Cabe mencionar que en el 2015 han incendiado el casco central de la estancia común, un perjuicio estimado de US$ 300.000. En dicha oportunidad tomaron de rehenes, golpearon, maniataron, rociaron con combustible y amenazaron de muerte a los personales y guardias de seguridad del establecimiento ganadero. Seguidamente, los invasores han impedido la siembra de las áreas mecanizadas ocasionando pérdidas mayores a los US$ 1.000.000 a lo largo de estos últimos 4 años de imposibilidad de trabajar las tierras de labranza.
En 4 diciembre del 2019, los invasores atacaron el último retiro, Guaraní, que se erigió en el casco central de lo que quedaba de la estancia, quemando y desmantelando la casa de los empleados y robando todas sus pertenencias, así como los tinglados, desarmaron y robaron el brete y el cepo metálico con un daño aproximado de US$ 150.000. En este último incidente, habiéndose dado, con antelación, aviso de las amenazas de ataque existentes a las autoridades policiales de la zona, si bien concurrieron al lugar, no se animaron a ingresar ni hacer absolutamente nada, argumentando que eran superados en cantidad por las hordas de campesinos fuertemente armados, siendo rebasados en sus fuerzas. Solo se limitaron a observar durante dos o tres días cómo estos belicosos atacantes desmantelaban impunemente ante sus miradas todas las instalac