El profesor de Historia, Herib Caballero Campos, habló para La Nación sobre las medidas políticas, económicas y sociales adoptadas durante el gobierno de Manuel Franco ante la pandemia que se denominó “gripe española”, que llegó al Paraguay en octubre de 1918. El historiador recuerda en esta entrevista las drásticas acciones tomadas ya hace 100 años, para comprender por qué se actúa de la misma manera ante el avance del COVID-19.

  • Por Víctor Cano Piris
  • Periodista

Tras más de 100 años de la llegada de la pandemia de la gripe denominada “española” al Paraguay, en octubre de 1918, el país tuvo que adoptar una serie de medidas que fueron consideradas drásticas para la época. La sociedad para­guaya en su conjunto des­plegó una red de solidaridad que unificó el espíritu cola­borativo de la idiosincrasia paraguaya. Las autoridades implementaron políticas públicas para improvisar un sistema de salud. Existieron personajes ilustres, como el Dr. Andrés Barbero, que ayu­daron al país a superar la pan­demia. De esto y más habló el historiador Herib Caba­llero Campos en el marco de la cobertura de la “guerra” al coronavirus en el país.

El profesor nos llevó a revisar la historia y trasladarnos al Paraguay de 1918, momento en que el mundo atravesaba por una pandemia de gripe, en un período de la Primera Guerra Mundial. En ese momento, se la denominaba “española” -dijo-, no por ser el país de origen, sino por­que la prensa española era la que más informaba sobre el tema. El profesor indicó que unos consideraron en aque­lla época que fue originada en los Estados Unidos, otros en Francia y otros en China. Pero, sostuvo que el origen mayormente aceptado habría sido de los hacinamientos en los cuarteles norteamerica­nos. Prontamente se expan­dió por todo el mundo y llegó al Paraguay a través de una tripulación que arribó en barco, nos comenta.

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El culto católico también fue afectado en 1918. Aquí, el mensaje que declara la clausura de las iglesias de la capital.FOTO:GENTILEZA

MEDIDAS ADOPTADAS

“El Paraguay de 1918 era gober­nado por el presidente Manuel Franco, y fue durante su período de gobierno que la pan­demia llegó; fue en el segundo semestre de ese año; la pande­mia se cobró la vida, en estima­tiva, de unas 380 personas”, mencionó. Si bien nos explicó que no existía en ese momento un sistema de salud pública, más bien era uno considerado como de asistencia pública, que no concebía a la salud como un derecho humano, por tanto, es difícil cuantificar los decesos de compatriotas en el interior del país.

Manuel Franco, en su informe de gobierno, ya en abril de 1919, informaba que autorizó la instalación de establecimientos sanitarios en todo el litoral, que si bien no evitaron el contagio, por lo menos retardaron su pro­pagación. Asimismo, la asis­tencia pública distribuyó dinero a los enfermos más pobres. Para dicha actividad, el Tesoro habilitó extraordi­nariamente $ 30.000 oro sellado para combatir a la epi­demia. El dinero no fue utili­zado en su totalidad, aclaró.

PRIMERAS AMBULANCIAS

“Durante ese período, el gobierno paraguayo adquirió las primeras 2 ambulancias para el país. Anteriormente, la movilidad era a tracción ani­mal”, sostuvo, como para dar una idea de la situación de la salud en el Paraguay de 1918. “El país contaba con escaso número de médicos, poco más de 40, de los cuales casi la mitad se encontraba en la capital y sus alrededores”. Las clases de la Facultad de Medicina se habían reiniciado después de varios años de clausura, mencionó. Se unificó y se creó el Depar­tamento Nacional de Higiene y Asistencia Pública, cuyo direc­tor era el Dr. Andrés Barbero.

Además, el profesor Caballero dijo que, políticamente en ese período, Manuel Franco con­siguió la participación del Par­tido Colorado en el Congreso, tras años de abstención de este último en participar en las elec­ciones. “Entre las líneas de esa oposición colorada se encon­traba el versado Ignacio A. Pane”, acotó. El profesor des­tacó como medida importante el edicto del 28 de octubre de la Policía, en el que se disponía que quedaba terminantemente prohibido asistir a los cemente­rios por el Día de los Difuntos, por precaución y para evitar la propagación de enfermedades infectocontagiosas.

De acuerdo con los reportes periodísticos de entonces, los casos de fallecimiento se incrementaron con el trans­currir de los días. Mucho per­sonal médico pereció, según comentó. Asimismo, infor­maba un periódico nacional sobre los decesos que se pro­dujeron en una cárcel pública, y que se inhumaban los restos en el mismo día. Otros mate­riales de prensa cuestionaban además la falta de solidaridad de algunos compatriotas.

El docente contó que como la pandemia se extendía día a día, se llegó a prohibir los espectáculos públicos y la cir­culación de personas en los tranvías de la capital. Incluso, el culto católico también adoptó las medidas y las igle­sias se cerraron. Otra medida inusitada, pero necesaria, fue la adoptada por el Departa­mento Nacional de Higiene, de no conceder permiso para la construcción de pesebres en casas particulares, para evitar aglomeraciones.

REDES DE SOLIDARIDAD

Caballero Campos explicó que los paraguayos y para­guayas, ante la vicisitud, des­plegaron varias redes de soli­daridad frente a la pandemia completamente desconocida hasta el momento, por Para­guay y el mundo. “Para ayu­dar a los enfermos carencia­dos, los padres franciscanos recolectaban fondos para ayu­dar a los más pobres del Para­guay”, acotó. Un periódico de la época se hizo eco de la ges­tión de todos los partidos polí­ticos, entre ellos inclusive de un partido socialista.

Así también, la Cruz Blanca, organización dirigida por la masonería paraguaya, repar­tía medicamentos, ropa y ali­mentos. Testimonios gráficos muestran una multitud agol­pada en espera del reparto de víveres en la Cruz Blanca, recordó el docente. Entre los medios de comunicación, El Diario, periódico de la época, realizó una colecta pública para sufragar los costos de la atención a los enfermos.

SEPA MÁS

¿Quién fue el Dr. Andrés Barbero?

Nació en Asunción el 28 de julio de 1877, de padres italianos, y fue el único hijo varón de la familia Barbero-Crosa. En 1898 se graduó de farmacéutico, inscribiéndose luego en medicina, egresando en 1904 con el título número uno de la primera pro­moción de Doctores en Medicina de nuestro país. Le cupo las más diversas funciones en el ámbito sanitario así como admi­nistrativo. Dirigió heroicamente el servicio sanitario paraguayo para afrontar la gripe maligna de 1918. Implementó una reforma sanitaria hacia una salud concebida como derecho humano.

Dirigió el Departamento Nacional de Higiene y Asistencia Pública, vital a la hora de enfrentar la pandemia. Entre algu­nas de sus medidas resolvió que la Sanidad Fluvial proceda a la observación de barcos, el aislamiento de los enfermos y sospe­chosos. Se crearon tres estaciones sanitarias y de desinfección en Encarnación, Humaitá y Concepción; y más tarde, en Bahía Negra y Paso de Patria. Gracias a la enérgica acción del doctor Andrés Barbero, el Paraguay sobrepasó varias crisis sanitarias, como esa pandemia e incluso en tiempos de guerra.

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