Ya se confirmó la existencia del coronavirus en el país y en Migraciones se rascaban a cuatro manos. Menos mal que Euclides ya le rajó a Penayo’i por haber dejado entrar al país a Ronaldinho y a su hermano. El prócer del akãnesismo no firmaba un papel desde mayo del año pasado. Con decir que más de 100 mil ingresantes ni fueron registrados el año pasado nos quedamos cortos. Ojalá que la nueva, que ya juró, haga algo.
El Gallo Paloma hizo bien en darle una buena patada para que vuelva a la Fiscalía, de donde salió. Su único mérito es ser hijo de un presidente de seccional de Lambaré.
No podemos tener gente tan inútil que solo está para recaudar y no cumplir con un trabajo tan delicado, más en estos momentos.
El Mariscal de la Derrota, habitué del Resort Eirene de Filadelfia y otros establecimientos similares en Buenos Aires, anda preocupado por la unidad. Es que si se da el abrazo, va a tener menos valor e importancia que un hule viejo.
Podría quedar sin su amado y redituable cargo y volver a la llanura, donde ni su primer y podrido anillo le dará pelota a sus gritos y berrinches. Mientras tanto, en la EBY siguen saltando sus escandalosos fatos, ya que el 95% del personal lo odia más que al dengue. Lo peor es que ya le avisaron que ni piense en su banca en el Senado... Parece que irá a contar vaquitas en Atyrá.
Qué generosos son algunos amigos del ex tendota de utilería. Hasta le llevan “gratis” en jet ejecutivo a Florida con toda la familia, incluido el suegro Samandú y sus abnegadas proles. Qué linda es la amistad sincera y sin interés.
Tan malos son los candidatos opositores a la Intendencia de Asunción que en un debate que vimos el otro domingo, el aparato de Querey quedaba hasta como el menos peor... ¡Lo que se viene en la capital será peor que el coronavirus, tío!
Al parecer, se va desmoronando el cuento de que a Petta se lo perdona sus metidas de pata y la falta de resultados en su gestión. Van saltando algunas cuestiones poco claras en su administración, como por ejemplo la adquisición de muebles fantasma. O sea, en el MEC hicieron figurar que recibieron los muebles cuando en realidad no llegó absolutamente nada. ¡Completito el muchacho!