“No temamos a rendir cuentas”, pidió el jueves el presidente a sus ministros. Sin embargo, la mayoría de ellos se esconde y no se anima a dar la cara sobre las denuncias que pesan en su contra. Ahí están los Petta, Mazzoleni, Peralta Vierci, Samudio, Bacigalupo, Durand o Friedmann, quienes siguen manejando sus institucio­nes como si fuese un boliche.

A propósito de rendir cuentas, la “Negra” Samudio sigue en su afán de despilfarrar el dinero público, y es la que menos conoce el significado de la palabra “austeridad”, sobre todo en un momento en que la economía está en crisis. Ahora, como si nada, se le ocurre gastar G. 1.000 millones para regalos de fin de año y “merchandising”.

A esta señora parece importarle un comino las críticas, total tiene un buen padrino que la sostiene. ¿Quién será? La lista de derroche en su gestión es amplísima y van desde costosos viajes con modelos, licitaciones amañadas, hasta contrataciones de agencias de publicidad para mejorar su imagen.

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Como la mandamás de Petropar opera para el sector privado en detrimento de la ciudadanía, y usó la petrolera estatal para saldar las deudas de la empresa privada que montó con su media naranja, en cualquier momento, aprovechando la coyuntura política en Bolivia, anuncia el aumento del precio del gas. ¡De terror!

Los perio-abdistas independiente$ de los medios del “cachalote” perfumado, sin disimulo, transmitieron esta semana, casi 30 minutos de corrido, el discurso del ex tendota en Itapúa, donde a través de la EBY se entrega­ron ayudas sociales.

La noticia central de ese día estaba en la sesión de Diputados, donde en forma candente los legisladores se estaban discutiendo por la falta de quórum para tratar la ley más importante, como es la del Presupuesto. Pero... como corresponde, los voceros oficialistas, éticos y pluralistas, le daban manija al discurso de Nicadrón. La pre$ión del sobrino del dueño del medio que funge de superministro se está haciendo sentir.

Por supuesto, que nadie pone en duda la libertad editorial que puede tener cada medio de comunicación, lo que molesta nomás es la falsa moral de sus integran­tes que pretenden dar cátedras de objetividad cuando todos ya sabemos cómo operan. ¿Alguien les cree?

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