Los predicadores de la congregación del direc­tor de Aduanas, Julio Fernández, que integran grupo de oración en oficina estatal, comienzan a experi­mentar maravillas. Se con­vierten en dignos ejemplos de la frase bíblica “pedid que se os dará”.

Melanio Paredes, cabeza de la liturgia sabatina organizada en la oficina de la institución, se convirtió en un “pastor de oro”. En todos los años que estuvo en Aduanas no había ocupado cargo de relevancia.

Con la administración de su hermano de congregación Julio Fernández logró un extraordinario ascenso y de nivel internacional.

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Director de Aduanas, Julio Fernández.

El predicador de Aduanas ahora es delegado en Mon­tevideo. Con su nuevo cargo, de cobrar un salario de G. 9.300.000 pasó a ganar G. 42.000.000, gracias a bene­ficios como viático por desa­rraigo y responsabilidad en el cargo.

Melanio guarda silencio sobre su milagroso ascenso. Le lla­mamos varias veces y le envia­mos mensajes para obtener su versión, pero optó por guardar reserva sobre este tema.

Antonio Cirilo Martínez, otro funcionario participante de los encuentros de alabanza, se salvó de la barrida anunciada al comienzo de la nueva admi­nistración y de los traslados que hizo Fernández. Logró atornillarse en el puesto de subdelegado en Montevideo, un cargo difícil de mantener con un cambio de gobierno. Su sueldo es de G. 35.500.000 al mes gracias a sus beneficios adicionales.

En círculos de izquierda a derecha. Mario Francia, Sonia Barrios y Antonio Martínez, funcionarios leales del grupo de oración, bendecidos con puestos clave en Aduanas.

Mario Francia, también integrante del grupo de ora­ción, era secretario. Ahora es subadministrador en el Puente de la Amistad en Ciu­dad del Este, uno de los pues­tos de control más importan­tes de la institución.

Recientemente, Francia fue blanco de escraches en redes sociales. Se viralizó una foto­grafía en Facebook en la cual se lo observa cargando mer­caderías decomisadas en la camioneta de un particular, teóricamente para uso de carácter privado.

Sonia Barrios, otra funciona­ria vista en ritual de oración en oficina de Aduanas, con­siguió su traslado para estar cerca del director. Dejó el Ministerio de Salud y se ubicó como asesora en temas rela­cionados al Modelo Estándar de Control Interno (Mecip).

FUERTE APOYO

El director de Aduanas defiende con vehemencia a sus leales integrantes del grupo de oración.

“El tema de la oración, un sábado por la mañana, me parece que no tiene una mínima relevancia”, había dicho al respecto.

“¿¡Cuál es el problema con eso!?”, enfatizó molesto antes de cortar la llamada el viernes pasado, cuando le preguntamos sobre el uso que le dan a una ofi­cina pagada por los contri­buyentes.

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