Hoy se cumplen cien días de la llegada al poder del presidente de la República, Mario Abdo Benítez. Ni bien ocupó el sillón presidencial, comenzó con los nombramientos. Lo que en principio generaba expectativa, poco a poco produjo frustración y críticas por el inocultable privilegio concedido en beneficio de sus amigos, familiares y allegados.
Como si eso no bastase, gran parte de su gobierno se dedicó a viajar por varios países del mundo, acompañado en mayor o menor medida de una numerosa comitiva compuesta por sus compañeros de movimiento e incluso las respectivas parejas de estos, todo costeado con fondos del Estado.
Toda la campaña política del movimiento Colorado Añetete estuvo acompañada del eslogan “Marito de la gente”, lo que una vez ganadas las elecciones generales pasó a ser “Paraguay de la gente”. Las reacciones de los ciudadanos con estos últimos acontecimientos no se hicieron esperar y se realizaron fuertes críticas al mandatario. Incluso, ironizando la situación le cambiaron el eslogan a “Marito de su gente”, “el gobierno de los parientes” o “el gobierno de las subas”.
Esto era de esperarse, ya que cuando dieron a conocer los nombres de las personas que integran el gabinete de la Presidencia de la República, se puso en evidencia que entre las prioridades de Abdo no estaba precisamente designar a personas idóneas para cada puesto, sino que lo más importante probablemente fue pagar todos los “favores políticos” que le habrían hecho durante su campaña.
Mario Abdo estratégicamente escogió a sus allegados más cercanos y de mayor confianza para cada ministerio, secretaría y binacional. Algunos de ellos son Juan Ernesto Villamayor, quien fue designado al frente del Ministerio del Interior y Arnoldo Wiens, en el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC). La designación de Eduardo Petta en Educación fue una de las más criticadas debido a su perfil muy poco adecuado para el cargo, según no tardó en demostrarlo él mismo al protagonizar un fuerte choque con el cual desplazó a su viceministra, Nancy Ovelar.
También designó al ex titular del Instituto de Previsión Social (IPS), su medio hermano Benigno López, como ministro de Hacienda. En tanto, en el Ministerio de Salud y en la Sicom ubicó a sus ex compañeros del colegio San Andrés Julio Mazzoleni y Alejandro Peralta Vierci, respectivamente.
Su cercanía con empresarios como Luis Alberto Pettengill, Conrado Hoeckle y Enrique Díaz Benza ya ha generado cuestionamientos y ha puesto el foco en posibles negociados.
Entre los nombramientos que fueron duramente cuestionados se destaca el de Dany Durand, al frente de la Secretaría Nacional de la Vivienda y el Hábitat (Senavitat), a quien lo vinculan con supuestas estafas cometidas por la firma Mocipar, de la cual es fundador. Incluso el martes un grupo de personas formuló una denuncia ante el Ministerio Público contra esa firma.
La Secretaría de la Juventud también fue blanco de críticas, ya que el Presidente puso como su representante a Felipe Salomón, hijo de su amigo y correligionario Óscar “Cachito” Salomón. Lejos de destacarse por su preparación académica, Felipe es reconocido por ser el administrador de los moteles de la familia en San Lorenzo. Además, uno de sus ex profesores, Juan José Parra, había manifestado en su red social que su padre solicitó hacerlo pasar de curso sin tomar los exámenes correspondientes. En la ocasión lo trató de pelafustán.
La titular de Petropar, Patricia Samudio, sería muy amiga de la primera dama, Silvana López Moreira. La misma fue denunciada por realizar depósitos
“EL GOBIERNO DE LA SUBA”
El presidente de la República, Mario Abdo Benítez, no ocultó su irritación cuando se le pidió su opinión respecto a uno de los apelativos más utilizados en alusión a su gestión al frente del Estado: “El gobierno de la suba”.
Sin autocrítica, ensayó ayer un resumen de su administración en los primeros 100 días, destacando “la construcción de la institucionalidad” y la licitación “para 900 kilómetros de camino en menos de 100 días; contra el gobierno anterior, que en los primeros 100 días licitó en obras públicas US$ 200.000, nosotros licitamos US$ 250 millones”, dijo.
Sin embargo, cuando lo encaramos con la paráfrasis de uno de sus eslóganes (El Gobierno de la gente) ignoró la pregunta con un ademán de fastidio y dio por terminada la entrevista con un “gracias, gracias”.