Por lo visto es una práctica común que los hijos de senadores accedan a pasaportes diplomáticos. La semana pasada se dio a conocer otro caso que benefició al hijo del senador añetete Juan Afara. No se descarta que aparezcan más casos. Un lector comentó: lindo negocio sería para las imprentas si por ahí se le antoja a los hijos de Lugaucho comenzar a pedir los pasaportes diplomáticos. Marche otra prueba de ADN para el ex cura libidinoso.

Queda claro que en abecelandia y en el holding azuca­rado del perioAbdismo hay una agenda instalada de quién es bueno y quién es malo. Se investiga a Cuevas, Zacarías y otros, pero ellos solo se enteran de Zacarías…

Pasa que en la Fiscalía General está Sandra y no la Llorona o Chantula, si no, ni habría esperanzas de que se investigue a los “amiwis”.

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La desdentada –condenada por su propia histeria ovárica al ostracismo de las madrugadas cardinalicias, donde no la escucha ni el repartidor de Chipa Barrero– anda muy colérica contra Netanyahu, primer ministro israelí. Según dejó entrever Netanyahu a sus allegados, apenas termine de reunirse con Trump y atienda otros asuntos menores, va a responder los tuits a la loca del volante y eventualmente pedirle disculpas. ¡Espera sentada Enriqueta!

Mientras tanto el canciller Kerana, entre siesta y siesta, anda cerrando acuerdos cada vez más importantes con las dictaduras tercermundistas del terror islámico. No solo vamos a aprender feminismo en Marruecos, sino que se vienen sendos acuerdos con Irán y otras maravi­llas. Es que dormir tanto le hace bien a Jhonny Bravo. ¿Se vendrá otro curro como cuando era vice y hacía de ataché de Slim a cambio de facturarle con contratitos para sus empresas? Dormilón pero no bol…

Natalia Z anda muy empoderada del holding. Todos sus paquitos y paquitas se pelean por demostrar quién es más obsecuente. La llorona la alaba en sus redes sociales, como si se tratara del propio AZ con pollera. Enriqueta se arrastra como culebra. Y así… El drama nomás es que en la familia Z no todo es paz y amor, y menos unidad granítica.

Las hermanas Z y la, ahora, cabeza de familia, no quieren saber mucho de los kilombos en que las mete la hermana del medio con amigos y eventuales socios comerciales. La idea que flota es vender todo y salirse de la argelería y la pérdida de plata constante. Según dice Natalia no quiere quedarse sola y desangrarse ahí. El rallysta quiere seguir viviendo bien y jugando a los autitos.

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